El reconocimiento del Estado palestino divide a Francia
Tanto las críticas como los apoyos a Macron por ese gesto se multiplican en el país con más musulmanes y judíos de la UE
La decisión se tomó lentamente, después de muchas reuniones en el Palacio del Elíseo con algunos representantes de las comunidades judía y musulmana. Entre ellos, escritores y filósofos como Alain Finkielkraut o Bernard-Henry Lévy, que discrepaba de los pasos que el presidente pretendía dar. Y, sobre todo, ...
La decisión se tomó lentamente, después de muchas reuniones en el Palacio del Elíseo con algunos representantes de las comunidades judía y musulmana. Entre ellos, escritores y filósofos como Alain Finkielkraut o Bernard-Henry Lévy, que discrepaba de los pasos que el presidente pretendía dar. Y, sobre todo, se adoptó, a finales del pasado julio, cuando en el entorno diplomático del jefe del Estado hubo el convencimiento de que lo que ocurría en Gaza, si no era un genocidio, empezaba a parecérsele demasiado. Francia, el país con un mayor número de judíos y de musulmanes de la Unión Europea (UE), reconoció oficialmente el Estado palestino en la ONU este lunes. Una iniciativa que redobla la presión sobre Israel y que goza de un apoyo levemente mayoritario en Francia, pero que reabre viejas heridas y polariza el discurso diplomático, político y social.
El 53% de los franceses está de acuerdo con la idea de reconocer al Estado de Palestina, señala una encuesta realizada por Elabe para la cadena de televisión BFMTV y divulgada el pasado 20 de septiembre. Por el contrario, el 47% desaprueba esta decisión, un porcentaje que a su vez se divide entre el 27% que no está muy de acuerdo y el 19% que no lo está en absoluto.
El anuncio de Macron tiene también el apoyo mayoritario de la izquierda, salvo algunas excepciones en el Partido Socialista y de viejos intelectuales adscritos a esta corriente, como Henry-Levy. “Lo he votado una vez, lo he votado una segunda vez. Lo he bendecido por lo que ha hecho y sigue haciendo en Ucrania. Lo bendije cuando declaró, ya en 2019, que la nueva forma de antisemitismo era el antisionismo. Fue el primer presidente en haber dicho eso. Pero hoy no entiendo lo que está haciendo”, criticó en una entrevista televisiva.
La derecha tradicional (Los Republicanos) acepta con la boca pequeña el reconocimiento de Palestina, aunque pone algunas pegas. En cambio, la ultraderecha del Reagrupamiento Nacional (RN), un partido impulsado por exmiembros de la SS y cuyo fundador, Jean Marie Le Pen, estuvo condenado varias veces por antisemitismo, ha criticado duramente la medida. Hoy la formación que apoyó a colaboracionistas con el régimen nazi es la principal defensora de las políticas del Estado de Israel y de su primer ministro, Benjamín Netanyahu. Sébastien Chenu, vicepresidente del partido de Le Pen, aseguró que “al reconocer a Palestina y darle la razón a Hamás, Emmanuel Macron alimenta el antisemitismo en Francia”.
El movimiento de Francia no es aislado. Con esta oleada de reconocimientos, son ya cuatro de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad los que están a favor de crear un Estado palestino. Los otros tres son Reino Unido, China y Rusia; lo que deja a Estados Unidos como único miembro en contra de ese paso simbólico. Más allá del Consejo de Seguridad, y de los 142 firmantes de la declaración de Nueva York en apoyo de los dos Estados, casi 160 de los 193 países que integran de la ONU consideran a Palestina un Estado.
En Francia la repercusión es mayor porque allí viven unos 450.000 judíos, la cifra más alta de la UE. Su influencia en la vida cultural y política del país es alta y el propio Macron gozó de su apoyo en repetidas elecciones, como recuerda Richard Odier, director del Fondo Social Judío Unificado, una asociación hebrea fundamental en Francia. “Macron decidió hacer eso el día de Roch Hachana, el fin de año judío. Es una fiesta en la que ni cogemos el teléfono. Es deplorable, no había urgencia”, protesta. “Ha generado una división muy fuerte e incomprensible. Hacer eso ahora en las ONU es una incomprensión de lo que son los valores de Europa. Estamos decepcionados, no sorprendidos”. Pese a todo, el peso de la población musulmana es muy superior: representan alrededor del 10%, según datos del instituto nacional de estadística francés.
Odier cree que Macron comenzó a marcar esa línea en noviembre de 2023, cuando decidió no acudir a la manifestación convocada contra la oleada de ataques antisemitas en Francia. “Lo hizo bajo el pretexto de no dividir a la nación. Pero, ¿cómo pudo decir algo así? Tuvo el voto judío por sus valores, porque estaba contra los extremos. Hoy Francia está dividida por este tema”, señala. Odier admite que recibir prácticamente solo apoyo del Reagrupamiento Nacional es un fracaso total, “pero no de los judíos, sino de Francia y Europa”.
En la comunidad judía hay también opiniones algo menos beligerantes contra Macron, como la del filósofo Bruno Karsenti, que entiende el gesto, pero no tiene claro en qué puede desembocar. “Creo que era una decisión justificada. La situación actual necesita un nuevo impulso y salir del bloqueo creado por la guerra y la política criminal de Netanyahu. Desde este punto de vista, los gestos y las intenciones que los presiden son justos. La cuestión es diferenciar el carácter simbólico y controlar sus consecuencias”, apunta. “La declaración de Macron era muy equilibrada, defendiendo la seguridad israelí y criticaba la masacre de civiles palestinos. Pero las condiciones de la pacificación, el desarme de Hamás no fueron explicitadas. La verdadera pregunta es: ¿esta declaración puede producir una pacificación real o acabará relanzando otro ciclo de violencia?”, se pregunta Karsenti en referencia a la falta de garantías del desarme de Hamás.
Al día siguiente del reconocimiento del Estado palestino por parte de Emmanuel Macron en el hemiciclo de la ONU en Nueva York, Francia podría, si así lo desease, instalar una embajada en territorio palestino. El objetivo es, como en todos los países donde el país posee una embajada, desarrollar las relaciones diplomáticas entre ambos países. Pero Macron no quiere precipitarse. En una entrevista concedida a la cadena de televisión estadounidense CBS el domingo, condicionó la apertura de una sede diplomática a la liberación de todos los rehenes israelíes por parte de Hamás. Una postura que también ha adoptado el ministro de Asuntos Exteriores dimisionario, Jean-Noël Barrot, quien advirtió de que “el establecimiento de relaciones diplomáticas” será “progresivo y condicionado a ciertos elementos sobre el terreno”.
Barrot precisó que aún no se ha elegido ningún lugar para ubicar la posible primera embajada francesa en tierras palestinas. Esto se debe a que se trata de una cuestión especialmente delicada para Francia, que aboga, para poner fin al conflicto israelí-palestino, por una solución de dos Estados (y tanto Israel como Palestina reclaman Jerusalén como capital). Esta posición afectará inevitablemente a la elección de la ubicación de la futura embajada.
El proyecto parece todavía una utopía, vista la radical oposición de Israel y las ampollas que todavía levanta en Francia. El embajador israelí en París, Joshua Zarka, condenó enérgicamente el reconocimiento del Estado palestino por parte de Macron. “Francia se convierte en un agente desestabilizador en Oriente Próximo. Es el mayor desperdicio en la historia de la diplomacia”. Zarka informó de que podrían tomarse represalias israelíes ante esta decisión, sin dar más detalles: “Las decisiones se tomarán a nivel del primer ministro y del Gobierno”.