Dimite un alto cargo del Kremlin crítico con la invasión de Ucrania
La caída de Kozak deja el círculo de Putin sin uno de sus últimos bastiones a favor de la paz
El Kremlin ha confirmado este jueves la dimisión de Dmitri Kozak, vicejefe de la poderosa Administración Presidencial Rusa y uno de los escasos miembros del núcleo cercano a Vladímir Putin que se había mostrado crítico con la invasión de Ucrania. La retirada de Kozak ha sido, no obstante, relativamente apacible. Muy pocos rusos han podido hablar ante Putin en contra de la guerra sin pagar un elevado precio por ello; Kozak (66 años), que llevaba cuatro décadas acompañando al mandatario ruso, ha renunciado discretamente y sin sufrir represalias graves. Gana, en todo caso, su rival en el departam...
El Kremlin ha confirmado este jueves la dimisión de Dmitri Kozak, vicejefe de la poderosa Administración Presidencial Rusa y uno de los escasos miembros del núcleo cercano a Vladímir Putin que se había mostrado crítico con la invasión de Ucrania. La retirada de Kozak ha sido, no obstante, relativamente apacible. Muy pocos rusos han podido hablar ante Putin en contra de la guerra sin pagar un elevado precio por ello; Kozak (66 años), que llevaba cuatro décadas acompañando al mandatario ruso, ha renunciado discretamente y sin sufrir represalias graves. Gana, en todo caso, su rival en el departamento, Serguéi Kiriyenko, líder de la facción política del Kremlin y personaje muy influyente en el presidente, que asumirá aún más poder. Y pierde el círculo de Putin que aboga por la paz: Kozak era uno de sus principales baluartes y en 2022 le dijo a Putin que la guerra era “un error”.
“Puedo confirmar que Dmitri Nikolayévich Kozak ha renunciado por voluntad propia”, ha dicho el portavoz de Putin, Dmitri Peskov. Según algunos medios rusos, este fontanero del Kremlin iba a ser degradado a un cargo honorífico como enviado plenipotenciario presidencial para el Distrito Federal Noroeste. Ahora, tras su renuncia, baraja “varias ofertas para dedicarse al mundo empresarial”.
En cualquier caso se trata de un retiro apacible a diferencia de las amenazas recibidas por otros altos cargos que han disentido con Putin en algún momento. El veterano economista Anatoli Chubáis perdió todo y vive amenazado en el exilio desde el 2022; el ultrapatriota Serguéi Markov, exasesor de política exterior, ha sido declarado agente extranjero recientemente; y el Kremlin arrebató sus negocios y mandó al exilio a varios poderosos empresarios por denunciar la guerra, entre ellos Yandex, el Google ruso.
El final de Kozak, de origen ucranio, se consumó a finales de agosto, cuando las negociaciones con Estados Unidos se enfriaban, si alguna vez fueron en serio. Semanas antes, el diario The New York Times reveló citando fuentes occidentales que el alto cargo había propuesto a Putin emprender unas conversaciones de paz serias e implementar unas reformas que sometiesen las fuerzas de seguridad al Gobierno.
Putin, cuyo poder se sustenta en el férreo control del Servicio Federal de Seguridad (FSB) en la sociedad rusa, ya estaba decepcionado con Kozak porque este le dejó claro en 2022 que su invasión “era un error”, según publicaron los medios rusos.
A finales de agosto, Putin reformó la Administración Presidencial. Eliminó dos departamentos de relaciones exteriores que dependían de Kozak y le entregó esta responsabilidad a Kiriyenko bajo un organismo de nueva creación. El presidente ruso colmaba así la ambición del veterano Kiriyenko por encima de sus expectativas. El tecnócrata solo había movido hilos para la creación de un órgano paralelo al de Kozak.
“El conflicto no era personal. Kiriyenko simplemente se encontró a Kozak en su camino”, escribe Andréi Pertsev, analista de Ridle, en un perfil sobre el poderoso jefe de Presidencia.
La caída de Kozak demuestra un importante cambio en las dinámicas del poder ruso. Pertsev pone énfasis en la agresividad empleada por Kiriyenko para lograr sus metas mediante la denuncia de los errores de su rival ante Putin. “Hasta ahora, los responsables de cada área podían estar seguros ante las maquinaciones de otros. Los límites de la autoridad estaban claramente definidos y, por regla general, se respetaban. Las violaciones del espacio de otro eran reprimidas estrictamente. Kiriyenko hizo caso omiso de estas normas y lo logró”, apunta Pertsev.
Este es un peldaño más de la escalada en el poder de Kiriyenko. El vicejefe de Presidencia se ha asegurado una red clientelar con otras administraciones y regiones de Rusia gracias a la fundación de todo tipo de organizaciones sociales patrióticas por el país. Asimismo, es responsable de los eventos y exposiciones que muestran a Putin una Rusia del futuro, con gafas 3D, robots y drones, en regiones donde los recortes son cada vez más duros por la guerra.
Kozak era uno de los hombres de confianza del autócrata ruso desde los años noventa. El mandatario se lo llevó a Moscú junto a otros miembros de su círculo cuando alcanzó el poder, y en su hoja de servicios figuraban haber organizado los juegos olímpicos de invierno de Sochi en 2014 y haber asumido la gestión de las zonas supuestamente “independientes” de las regiones ucranias de Donetsk y Lugansk desde 2020.
Aquel año Kozak tomaba el testigo de otro delfín de Putin que siempre figuró en las quinielas para sucederle: Vladislav Surkov. El fontanero del Kremlin, que había dirigido los territorios de Donbás desde 2014, fue apartado de cara al nuevo capítulo que el mandatario abriría con la invasión de Ucrania en el 2022. Y Surkov desaparecería del mapa desde entonces.