Rusia regenta una red de centros para el entrenamiento militar y la reeducación de miles de niños ucranios
Una investigación de Yale halla 210 instalaciones a las que Moscú ha trasladado a unos 35.000 menores de manera forzosa desde el principio de la guerra en Ucrania. En algunas aprenden la guerra de trincheras
Una investigación de un instituto vinculado a la Universidad de Yale ha sacado a la luz una red de 210 instalaciones a las que las autoridades rusas han trasladado supuestamente a miles de niños ucranios —35.000, según las estimaciones de este trabajo— de forma forzosa durante la guerra. En más de la mitad de estos centros, los menores han sido reeducados en el patriotismo ruso; y en al menos 39 enclaves han recibido instrucción militar ...
Una investigación de un instituto vinculado a la Universidad de Yale ha sacado a la luz una red de 210 instalaciones a las que las autoridades rusas han trasladado supuestamente a miles de niños ucranios —35.000, según las estimaciones de este trabajo— de forma forzosa durante la guerra. En más de la mitad de estos centros, los menores han sido reeducados en el patriotismo ruso; y en al menos 39 enclaves han recibido instrucción militar o han montado drones, según denuncia el equipo de la Yale School of Public Health estadounidense que ha localizado estas instalaciones.
“Esta red se extiende desde el mar Negro hasta el Pacífico y contiene desde campos de reeducación para niños pequeños hasta bases militares donde los jóvenes reciben entrenamiento en guerra de trincheras”, señala a este periódico por videollamada el responsable de la pesquisa, Nathaniel Raymond.
La vuelta de los niños a Ucrania es uno de los principales frentes diplomáticos abiertos sobre Rusia durante los últimos meses. En agosto se formó la Coalición Internacional para el Retorno de los Niños Ucranios, integrada por 38 países que incluyen a casi todos los miembros de la Unión Europea, Japón y Canadá, entre otros. Estados Unidos no se sumó a la iniciativa, pero la primera dama, Melania Trump, envió una carta a Putin en un tono mucho más duro que el mostrado por su marido: “Al proteger la inocencia de estos niños, usted hará algo más que servir solo a Rusia: hará un servicio a la humanidad”.
Los autores del informe, basado en fuentes abiertas, están sorprendidos por la dimensión de esta telaraña. Esta institución norteamericana había informado hasta ahora a la ONU y otras agencias internacionales de la existencia de 54 centros. “Hace tres meses pensábamos que localizaríamos solo un centenar, es un sistema enorme”, añade Raymond.
“El Gobierno ruso gestiona directamente la mitad”, explica el investigador, “mientras que el resto lo dirigen organizaciones con algún tipo de vínculo con las autoridades o terceras personas”. Aunque allí operan varias agencias del Gobierno, según destaca el Comité de Investigación [que cuenta con competencias de policía y fiscalía]. “Este selecciona a los niños para actividades como las escuelas de cadetes”, agrega Raymond.
Una quinta parte de los centros prepara a los menores para la guerra. “Los programas militares incluyen entrenamiento de combate, desfiles, maniobras, montaje de drones y educación en historia militar”, señala el estudio.
Los rangos de edad abarcan desde los ocho a los 17 años, aunque el equipo de Yale remarca que la mayoría de los programas militares han sido diseñados para adolescentes a partir de 14 años.
Estos cursos introducen a los menores en “competiciones de tiro y lanzamiento de granadas”, y les forman en “medicina de combate, pilotaje de drones y entrenamiento táctico”.
“En un caso hallamos un grupo de menores de Lugansk que fue llevado a una base aérea para recibir entrenamiento aerotransportado. El avión pertenecía a la Administración Presidencial rusa”, denuncia el informe.
El equipo de Yale no tiene constancia de que ningún menor haya sido enviado al frente. Sin embargo, Kiev asegura que los niños que quedaron en las zonas controladas directa o indirectamente por Rusia desde 2014 —Donetsk, Lugansk y Crimea— han acabado alistados en la invasión actual tras haber sido adoctrinados durante la última década.
La investigación de Yale ha localizado al menos 130 centros para la reeducación de los menores en el patriotismo ruso. Esto incluye lecturas de historia “que sirven a los intereses del Gobierno de Rusia” y el cántico de canciones patrióticas. Y siempre en ruso.
“Estas actividades se enmarcan en una campaña más amplia, bajo las órdenes del presidente ruso, Vladímir Putin, para rusificar a los residentes de los territorios temporalmente ocupados de Ucrania”, dice el informe.
El jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andrii Yermak, ha manifestado este lunes que esta investigación refuta la versión rusa y “exige pasar a la acción”. “Los niños son siempre las víctimas más vulnerables de los conflictos”, ha remarcado.
Cifras muy variables
El Convenio de Ginebra sobre la protección de los civiles es cristalino. Su artículo 24 recoge que la educación de los menores de 15 años “será confiada, si es posible, a personas de la misma tradición cultural”, y las partes “favorecerán la acogida de esos niños en país neutral mientras dure el conflicto”. El 26, por su parte, insta a “facilitar, en especial, la acción de los organismos dedicados a la reunificación familiar”.
El Tribunal Penal Internacional publicó una orden de arresto en 2023 contra Vladímir Putin y la comisionada del Kremlin para los Derechos de los Niños, María Lvova-Belova, por la “deportación ilegal de niños” ucranios a Rusia. Sin embargo, no existe un consenso sobre el número de menores ucranios trasladados forzosamente por Rusia. Las cifras varían de una fuente a otra.
El equipo de la Yale School of Public Health estima que unos 35.000 menores ucranios han pasado en algún momento por estas instalaciones o siguen internados.
“Los rusos no cumplen las Convenciones de Ginebra. No han permitido el acceso de la Cruz Roja a estos campamentos para tener un registro de los menores. Esto debió hacerse cuando quedaron bajo la custodia de Rusia hace tres años y medio”, remarca Raymond.
La comisionada del presidente de Ucrania para los derechos del niño, Daria Guerasimchuk, reconoce a EL PAÍS en otra videollamada que “ni siquiera Ucrania puede determinar el número exacto de niños que han sido trasladados a la fuerza por Rusia”. “Parte de Ucrania sigue ocupada y no podemos determinar qué ocurrió con ningún niño, pero entendemos que se trata de cientos de miles de niños”, afirma Guerasimchuk.
La comisionada del Kremlin para los derechos del niño, María Lvova-Belova, declaró en 2023 que más de 700.000 menores habían sido evacuados hasta entonces hacia el lado ruso por la guerra, aunque recalcó que prácticamente todos iban acompañados por sus familiares. Kiev asegura tener hoy “cierta información” de más de 19.000 niños trasladados forzosamente, según Guerasimchuk.
Hace más de dos años, en una entrevista concedida a este diario, Lvova-Belova tildó de irreal la denuncia de Kiev. “Si fueron arrancados de sus padres, entonces en algún lugar debe haber miles de padres que están buscando a sus hijos, pero no lo están”, dijo entonces.
La iniciativa ucrania Bring Kids Back estima que 1.605 menores han sido devueltos por Rusia a sus familias hasta la fecha. En las frágiles negociaciones mantenidas estos meses entre Kiev y Moscú en Turquía, el Gobierno de Volodímir Zelenski entregó una lista con los nombres de 339 menores.
“Esto no significa que son todos los niños que queremos recuperar”, recalca Guerasimchuk. “La razón es que los datos personales de los chicos son muy sensibles y no queremos que los rusos los oculten”, argumenta, antes de explicar que la lista “era una forma de verificar la predisposición de los rusos en las negociaciones”. “Pero por desgracia no ha habido absolutamente ningún movimiento más”, lamenta.
Tanto Ucrania como defensores de derechos humanos rusos consultados por este periódico lamentan que no exista ninguna base de datos rusa con los nombres de los menores ucranios desplazados para facilitar su búsqueda.
La comisionada del Kremlin para el menor recalca que los niños no son entregados a las familias rusas para su adopción definitiva, sino bajo una tutela temporal, ante la posibilidad de que sean reclamados en el futuro. Según el medio independiente ruso Vazhnie Istorii, hasta 2023 fueron añadidos unos 2.500 niños ucranios al sistema de adopción ruso. De ellos, alrededor de un millar fueron enviados a familias.
“Dmitri, 16 años. Es artista, amable y muy amistoso. Trata a los adultos con respeto”; “María, 10 años. Una chica amable y simpática. Le encanta leer y cantar”; “Eva, 5 años. Es una chica encantadora y atractiva que siempre quiere ser el centro de atención, le encanta bailar”. Estos son algunos de los 310 anuncios de adopción que tiene colgados la web del Ministerio de Educación de la autoproclamada República Popular de Lugansk.
Este registro de niños huérfanos o sin cuidado parental es una excepción. Otros territorios ocupados no publican ningún listado, y la base de datos para adoptar de la Federación de Rusia da “cero” como resultado al buscar menores de Donetsk, Lugansk, Jersón, Zaporiyia y Crimea, todas las regiones que Rusia se ha anexionado en su constitución en contra del derecho internacional.
“En diciembre del año pasado llevamos al Consejo de Seguridad de la ONU que los niños de Donetsk y Lugansk eran presentados en estas webs como huérfanos rusos al figurar como ubicación los centros de alojamiento temporal en los que estaban dentro de Rusia”, apunta Nathaniel Raymond.