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El Reino Unido despliega un gran dispositivo de seguridad para la visita de Donald Trump

El asesinato de Charlie Kirk eleva la presión sobre los planes policiales. El ‘caso Epstein’ enturbia la estancia del presidente estadounidense

La visita de Estado de Donald Trump al Reino Unido —la segunda que realiza, con la misma carga de pompa y protocolo— iba a ser el acontecimiento más relevante con el que estaba previsto abrir el nuevo curso político británico. Una serie de factores inesperados y graves, como ...

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La visita de Estado de Donald Trump al Reino Unido —la segunda que realiza, con la misma carga de pompa y protocolo— iba a ser el acontecimiento más relevante con el que estaba previsto abrir el nuevo curso político británico. Una serie de factores inesperados y graves, como el cese del embajador en Washington, Peter Mandelson, por su amistad multimillonario pederasta, Jeffrey Epstein, o el asesinato del activista estadounidense de ultraderecha, Charlie Kirk, han alterado los planes de Downing Street y anticipan tensión política y un despliegue de seguridad sin precedentes a lo largo de la semana.

El matrimonio Trump tiene previsto alojarse en el castillo de Windsor, donde llegarán este martes, como huéspedes del rey Carlos III de Inglaterra. Las autoridades del Reino Unido llevan semanas preparando un gran operativo policial que incluirá hasta 55 drones que sobrevolarán constantemente la localidad de Windsor, así como vehículos de respuesta armada, y material especial antidisturbios para los agentes, que mantendrán una vigilancia de 24 horas en la zona desde el martes hasta el jueves, día en que los Trump tienen previsto concluir su visita.

La policía ya ha anunciado restricciones al tráfico aéreo sobre Windsor así como sobre Chequers, la residencia de descanso oficial del primer ministro en Buckinghamshire. La reunión de trabajo entre ambos mandatarios y sus equipos, así como la rueda de prensa oficial con la que concluirá la visita de Estado, se celebrarán en esa mansión campestre.

“Hemos tomado en consideración cualquier posibilidad, desde incidentes con bajo nivel de amenaza a una potencial amenaza elevada. Se trata de un dispositivo de seguridad muy completo”, ha detallado el sargento Daniel Hatfield, al mando de la unidad de respuesta ante posibles armas de fuego. “No es la primera visita de un presidente de Estados Unidos a Windsor, y tenemos ya unas relaciones muy trabajadas y experimentadas con nuestros colegas estadounidenses”, Ha añadido Hatfield.

El material del que dispondrán los agentes, sin embargo, da una idea de la presión a la que se verán sometidas las fuerzas del orden británicas en esta visita: pistolas paralizantes Taser, escopetas con pelotas de goma, pistolas Glock 17 y rifles, cascos antibalas, mascarillas respiratorias y todo tipo de protección corporal.

El asesinato de Kirk la semana pasada en un campus universitario, ha elevado los temores policiales de una posible réplica. Kirk era un aliado incondicional de Trump, y su muerte ha avivado la tensión política en el país, además de traer a la memoria de muchos el atentado que sufrió el propio presidente durante la campaña electoral previa a su segundo mandato.

Trump no pronunciará ningún discurso en el Parlamento británico, ni acudirá al palacio de Buckingham, en el centro de Londres. Toda la ceremonia para su recibimiento, por parte de la casa real (bienvenida de los príncipes de Gales, Guillermo y Kate, así como encuentro con los reyes Carlos y Camilla), tendrá lugar en Windsor. Se evitarán de ese modo las posibilidades de protestas y altercados públicos cerca del dignatario estadounidense, aunque la coalición Stop Trump (Detengamos a Trump) ha organizado una protesta en Londres el miércoles bajo el lema “Trump no es Bienvenido”, y se esperan también concentraciones de repulsa en los alrededores del castillo de Windsor.

Momento de inestabilidad política

El primer ministro británico había apostado claramente por una visita con la que confiaba convencer de una vez por todas a aquellos que, dentro y fuera del Partido Laborista, habían criticado su continua adulación y seguidismo del presidente republicano. El Gobierno británico iba a anunciar el cierre de un gran acuerdo con Washington para el impulso de la energía nuclear, así como convenios tecnológicos con algunos de los gigantes estadounidenses del sector en materia de inteligencia artificial, y hasta un nuevo convenio comercial que relajará los aranceles y cargas aduaneras de las exportaciones de whisky y salmón escoceses a Estados Unidos.

La Casa Blanca de Trump ha mostrado una buena disposición hacia Starmer desde un inicio. El dignatario estadounidense elogia constantemente al primer ministro, al que considera amigo, y favoreció el cierre de un tratado comercial favorable a Londres en los primeros meses de su mandato.

La visita se ha visto ensombrecida, sin embargo, por el escándalo de Mandelson. El exministro histórico de la era del Nuevo Laborismo de Tony Blair fue designado embajador británico en Washington por Starmer, que confiaba en sus habilidades políticas y sociales para seducir a la Administración Trump. El pasado jueves, fue cesado fulminantemente en su puesto después de salir a la luz sus cartas y mensajes con Epstein, en las que ponía en duda su condena por agresión sexual a menores y le animaba a dar la batalla judicial.

Apenas horas antes, Starmer había seguido defendiendo a su embajador en el Parlamento británico, a pesar de que comenzaba a estar claro que Downing Street ya tenía conocimiento de la turbia relación de Mandelson con Epstein.

El escándalo ha estallado unos pocos días antes de la visita de Trump, a quien también persigue estos días la sombra del fallecido multimillonario pederasta. Es probablemente el asunto con que menos esperaba toparse en su estancia en el Reino Unido, que iba a estar llena de protocolo, desfiles militares, banquetes y hasta una exhibición militar aérea de los famosos cazas Red Arrows, para mayor gloria y adulación del presidente estadounidense.

Pero es que además el escándalo ha revuelto las aguas internas del Partido Laborista y del grupo parlamentario del Gobierno, hasta el punto de que algunos diputados se hayan atrevido a exigir públicamente a Starmer que ponga orden en Downing Street y en su proyecto político, si no quiere abandonar precipitadamente el Gobierno. El próximo desafío electoral tendrá lugar en mayo, con las elecciones autonómicas de Escocia y Gales, así como las municipales de algunas regiones en Inglaterra. “El primer ministro debe cambiar de rumbo de modo inmediato, o estoy seguro de que para mayo será historia”, ha advertido en la BBC Richard Burgon, unos de los diputados del ala izquierda del partido que respaldaron en su día al anterior líder, Jeremy Corbyn, y podrían fraguar en el futuro inmediato una revuelta interna.

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