El espanto del mundo cabe en un pie de foto
El informe del doctor Raúl Incertis Jarillo describe el día a día de un hospital de Gaza al que acuden enfermos acribillados por el Ejército israelí
El pasado miércoles 10, la ministra de Sanidad, Mónica García, entregó en el Congreso a los líderes de la oposición Alberto Núñez Feijóo (PP) y Santiago Abascal (Vox) un informe hecho por un médico que ha trabajado en dos hospitales de Gaza desde abril a junio de este año. El médico, especialista en Urgencias y Anestesiología, se llama Raúl Incertis Jarillo y el informe consiste en 179 fotos hechas por él dentro del hospital con 179 comentarios, también suyos, uno por foto. Los comentarios no son muy largos, no más allá de unas pocas frases redactadas con sobriedad y precisión médica. No hace ...
El pasado miércoles 10, la ministra de Sanidad, Mónica García, entregó en el Congreso a los líderes de la oposición Alberto Núñez Feijóo (PP) y Santiago Abascal (Vox) un informe hecho por un médico que ha trabajado en dos hospitales de Gaza desde abril a junio de este año. El médico, especialista en Urgencias y Anestesiología, se llama Raúl Incertis Jarillo y el informe consiste en 179 fotos hechas por él dentro del hospital con 179 comentarios, también suyos, uno por foto. Los comentarios no son muy largos, no más allá de unas pocas frases redactadas con sobriedad y precisión médica. No hace falta más, créanme: a veces el espanto del mundo cabe en un pie de foto.
Por ejemplo, en este: “Imagen 115: El padre de Nasser, de 2 años, lo acompaña momentos previos a su muerte. Un bombardeo del ejército israelí le produjo lesiones cerebrales incompatibles con la vida. (Jan Yunis, 13 de junio de 2025)“. La foto presenta a un hombre de unos 30 años con una chilaba clara, con las manos entrelazadas, los ojos casi cerrados, que mira a su hijo pequeño tumbado boca arriba en una camilla demasiado grande para él, con la cabeza vendada y los brazos en cruz. No hay nadie más. Solo los aparatos y los cables, los monitores y las sondas. Del resto, quién es el padre de Nasser, cómo se llama, qué ha sido de él después de presenciar la muerte de su hijo, no sabemos nada. Seguramente nunca sabremos nada.
Hay una foto de un quirófano con el suelo perdido de sangre y un médico o enfermero de espaldas agotado que se dirige a la puerta de salida. Hay otra de un niño con camiseta negra, descalzo, desconcertado, aterrado, sentado en una camilla, que ha aparecido ahí solo, sin sus padres ni acompañantes ni familiares, tras ser rescatado de un bombardeo israelí de entre los escombros de su casa. Hay otra de un hombre de 30 años con la cara carbonizada de un bombazo. Hay otra de una niña que se llama Maryam, que tiene cuatro años, que aparece tumbada boca arriba en la camilla, desnuda, y que presenta heridas de metralla israelí en la cabeza, en el cuello y en la columna vertebral. El doctor Incertis Jarillo anota, con su acostumbrado lenguaje parco y realista, con su voluntad de notario: “Sus posibilidades de sobrevivir son mínimas”.
Hay fotos de balas del Ejército israelí del tamaño de un meñique extraídas del cuerpo de un niño pequeño. Hay fotos de balas extraídas de cuerpos de jóvenes que esperaban cola para recoger alimentos. Hay fotos de un chico que tiene la cabeza vendada y un papel pegado al vendaje en el que se lee en inglés: “No bone” (no hay hueso). Hay una mujer que reza sola en un pasillo. Y hay una niña, Habiba, de cuatro años, cuya expresión dulce y medio tranquila se debe solo a que está siendo anestesiada para poder operarla.
En el informe se ven piernas amputadas, cuerpos desventrados, niños muertos con el horror pintado en la cara y una rajadura sangrante y abierta en la cabeza. El documento elaborado por este médico español tenaz y valiente va a herir la sensibilidad del que lo lea; pero hiere aún más si no se lee.