La presión de Musk obliga a los republicanos a improvisar un plan B para evitar el cierre del Gobierno

El hombre de confianza de Trump bloqueó el miércoles con una ofensiva en la red social X el acuerdo original, con apoyo bipartidista, para prorrogar la financiación de la Administración hasta marzo

Periodistas ante el despacho de Mike Johnson, portavoz de la Cámara de Representantes, en el Capitolio, este jueves.Leah Millis (REUTERS)

Los mensajes de júbilo republicanos por haber abortado un acuerdo provisional para cumplir con los gastos del Gobierno de EE UU que consideraban favorable a los demócratas han resonado de nuevo con estruendo en la red social X (antes Twitter), propiedad de Elon Musk, el hombre más rico del mundo y, como artífice del rechazo al acuerdo, también uno de los más poderosos en la actual escena política est...

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Los mensajes de júbilo republicanos por haber abortado un acuerdo provisional para cumplir con los gastos del Gobierno de EE UU que consideraban favorable a los demócratas han resonado de nuevo con estruendo en la red social X (antes Twitter), propiedad de Elon Musk, el hombre más rico del mundo y, como artífice del rechazo al acuerdo, también uno de los más poderosos en la actual escena política estadounidense. Los gestos de genuflexión de la bancada republicana al magnate, gran donante de la campaña de Donald Trump y su sombra permanente, se sucedían este jueves como una catarata mientras el Gobierno quedaba al borde del cierre, en teoría a medianoche de este viernes de no mediar solución, por privársele de los fondos necesarios para afrontar sus obligaciones financieras. Un cierre de la Administración supone, entre otras cosas, no pagar el salario de los militares y los cheques de la Seguridad Social.

Los republicanos de la Cámara de Representantes han superado sin embargo a primera hora de la noche de este jueves el bloqueo con un plan B para evitar el cierre de la Administración, y que está previsto sea votado hoy mismo. El proyecto de ley alternativo, bajo el nombre Ley de Alivio de EE UU, incluye una prórroga de tres meses de la financiación del Gobierno y una suspensión por dos años del límite de la deuda —la cantidad de dinero que el Gobierno federal puede pedir prestado, con autorización del Congreso, para hacer frente a sus obligaciones financieras. El presidente electo impuso el miércoles como condición para cualquier acuerdo la modificación del límite de la deuda.

No obstante, el protagonismo de Musk, el hombre más rico del mundo, a falta de 32 días para la toma de posesión de Trump, permite imaginar cuál será su desempeño en la Administración republicana. No solo como codirector, junto con Vivek Ramaswamy, del Departamento de Eficiencia Gubernamental, un organismo en teoría ajeno al Gabinete para reducir el gasto público y optimizar recursos, sino como verdadero hombre de confianza del presidente. Basta echar un vistazo a las redes sociales para comprobar la pleitesía que la bancada republicana le está rindiendo desde que el miércoles arremetiera contra el proyecto de ley, arrastrando al propio Trump y, por extensión, a la mayoría de los congresistas de su partido.

“Tus representantes electos te han escuchado y ahora la terrible ley está muerta. ¡La voz del pueblo ha triunfado! VOX POPULI, VOX DEI”, ha escrito este jueves en su red social Musk. Trump ha intentado matizar el exceso de protagonismo del magnate, subrayando que habían discutido sus puntos de vista sobre el acuerdo de financiación provisional, hasta el 14 de marzo, antes de que Musk lanzara la ofensiva en X el miércoles. Pese a los matices, el poder del empresario tecnológico se ha revelado omnímodo. “Tanto poder, en tantos pilares de la sociedad [negocios, medios de comunicación y política], no tiene precedentes. Musk ayer [por el miércoles], sin ayuda de nadie, con su voz amplificada por el bombardeo de decenas de tuits en X durante todo el día, hundió un proyecto de ley de gastos bipartidista de 1.547 páginas”, recordaba este jueves el portal Axios.

El portavoz de la Cámara de Representantes, el también republicano Mike Johnson, había presentado el martes por la noche el acuerdo de financiación provisional, negociado con ambos partidos, que incluía partidas como los 100.000 millones de dólares en ayuda para catástrofes naturales y otros 10.000 en asistencia económica para los agricultores. También preveía el primer aumento de sueldo para los legisladores desde 2009. En volandas de los tuits de Musk, el rechazo de Trump y su número dos, el vicepresidente electo J. D. Vance, que consideraban que el texto obedecía a intereses demócratas, dio la puntilla a la ley. El tándem presidencial pidió a los republicanos que aumentaran el límite o techo de la deuda, lo que finalmente han acabado haciendo, como parte de las negociaciones para mantener el Gobierno en funcionamiento, un anatema para los conservadores.

El protagonismo de Musk en el episodio —en teoría uno más del recurrente tira y afloja partidista a la hora de financiar al Gobierno— arroja, sin embargo, un escenario inédito, de control absoluto por parte del que parece ser el miembro plenipotenciario del segundo mandato de Trump. Un control derivado de los 260 millones que invirtió en la campaña del republicano, y del altavoz global de X. Por añadidura, también del valor de sus cuatro empresas, que se ha disparado en Bolsa tras la victoria de Trump en las elecciones, cerrando el círculo perfecto de su influencia.

Eliminar el techo de la deuda

Tras proponer aumentar el techo de la deuda el miércoles (”no es genial, pero preferimos hacerlo en el reloj [que marca el final de mandato] de Biden”, escribió Trump en las redes sociales), el presidente electo fue más allá este jueves, al apostar por eliminarlo completamente en una entrevista telefónica con NBC News. “Sería lo más inteligente que podría hacer [el Congreso]. Lo apoyaría totalmente”, ha dicho, todo un giro de guion en el discurso republicano. Finalmente, la solución de compromiso alcanzada prevé su suspensión por dos años.

El techo de la deuda ha sido tradicionalmente una herramienta de negociación a la hora de torpedear proyectos del partido rival o de conseguir contrapartidas en la adopción del presupuesto. Pero los argumentos que antes se difundían entre corrillos del Congreso, o mediante globos sonda en los medios tradicionales, ahora encuentran reacción inmediata en las redes. El nuevo guion de la política estadounidense sigue a pies juntillas a Musk, que provocó “una respuesta instantánea y abrumadora”, según la calificación de Axios, en la bancada republicana. Por obra y gracia de X, la plataforma en la que el tuit de Musk instaba a rechazar el proyecto de ley ha recibido 37 millones de visitas. “Mi teléfono no paraba de sonar”, ha dicho este jueves el representante republicano Andy Barr. “La gente que nos eligió está escuchando a Elon Musk”.

“Los republicanos deben SER INTELIGENTES y DUROS”, dijeron a última hora del miércoles en un comunicado Trump y Vance. “Si los demócratas amenazan con cerrar el Gobierno a menos que les demos todo lo que quieren, ES UN FAROL”. Los dos subieron la apuesta con su propuesta de subir el techo de la deuda, mientras Johnson, cuya continuidad como portavoz de la Cámara de Representantes parecía asegurada gracias al control republicano, preparaba las maletas.

Entre bastidores, y en medio del bombardeo de consignas, Musk hizo gala de su intimidad con el presidente electo al sentarse a la mesa de la cena que este ofreció la misma noche del miércoles a su rival tecnológico, Jeff Bezos, el dueño de Amazon, y su prometida en Mar-a-Lago, en su ronda de contactos con los líderes de las Big Tech. Si el Gobierno se cierra, Musk puede atribuirse el mérito o la culpa, pero de momento, al menos sobre el papel, sigue siendo un ciudadano privado... en una Administración que aún no ha echado a andar.

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