El primer ministro Barnier ante la moción de censura: “La estabilidad de Francia es que yo siga”
Macron asegura desde Arabia Saudí que no dimitirá y desdramatiza la posible caída del Gobierno: “No hay que asustar a la gente con esas cosas. Francia es un país rico, sólido”
El primer ministro de Francia, Michel Barnier, cuenta las horas de su mandato antes de que el miércoles a las 16.00 se activen las mociones de censura que han presentado la izquierda y la ultraderecha. Las posibilidades de un pacto de última hora, a medida que fue avanzando el día, se fueron reduciendo. Los grupos políticos implicados en el proceso para tumbar su Ejecutivo no dieron ninguna muestra de estar dispuestos a concesiones. Y Barnier, que si nada lo remedia se convertirá en el primer ministro más fugaz de la V R...
El primer ministro de Francia, Michel Barnier, cuenta las horas de su mandato antes de que el miércoles a las 16.00 se activen las mociones de censura que han presentado la izquierda y la ultraderecha. Las posibilidades de un pacto de última hora, a medida que fue avanzando el día, se fueron reduciendo. Los grupos políticos implicados en el proceso para tumbar su Ejecutivo no dieron ninguna muestra de estar dispuestos a concesiones. Y Barnier, que si nada lo remedia se convertirá en el primer ministro más fugaz de la V República, intentó apurar sus opciones haciendo un llamamiento desesperado a la estabilidad desde los dos telediarios de máxima audiencia, a los que concedió una entrevista para dirigirse a los ciudadanos. “La estabilidad es que yo continúe”, proclamó.
Barnier apareció en televisión con prisas para explicarse, desconcertado por la moción ―que no esperaba― y atacando a quienes la han lanzado. “[Jean-Luc] Mélenchon y sus amigos”, señaló refiriéndose al jefe de La Francia Insumisa. Aseguró que sigue teniendo la puerta abierta, también que espera poder seguir mejorando algo del presupuesto en las próximas horas, pero no aclaró con quién ni cómo. “No se trata de convertir esto un mercadeo”, contestó respecto a posibles concesiones en la revalorización de las pensiones. “¿Habla con las fuerzas políticas?”, le preguntaron los entrevistadores. “Bueno, lo hago ahora con los ciudadanos, gracias a ustedes”, respondió amplificando en prime time una indisimulable sensación de soledad. El primer ministro se aferraba al cargo como podía. Volvía a hablar de una situación grave, como horas antes en el Parlamento, y recordaba que los mercados castigarán un panorama de incertidumbre. “Mire la prima de riesgo”, deslizaba.
Las palabras de gravedad, curiosamente, contrastaban con la aparente tranquilidad con la que afrontó la cuestión el presidente de la República, Emmanuel Macron, desde Arabia Saudí. “No hay que asustar a la gente con esas cosas, tenemos una economía fuerte”, exhortó al margen de los actos de su visita de Estado, según Le Figaro. “Francia es un país rico, sólido, que ha realizado muchas reformas y las mantiene, que cuenta con instituciones estables y una Constitución estable”, señaló. Además, Macron aseguró que “no podía creer” que se fuera a votar la moción de censura. “Mi prioridad es la estabilidad”, continuó para terminar zanjando el tema de su posible dimisión, como reclama la izquierda y la ultraderecha. “Es política ficción. Resulta que, si estoy aquí frente a ustedes, es porque he sido elegido dos veces por el pueblo francés. Estoy extremadamente orgulloso de ello y honraré esa confianza con toda la energía que tengo hasta el último segundo para ser útil al país”, añadió.
La cita de este miércoles se presenta como el final de un camino corto, pero lleno de dificultades, que Barnier ha tenido que recorrer desde que fue nombrado por el presidente de la República, Emmanuel Macron, el pasado septiembre. Su nombre emergió como la solución menos lesiva para las sensibilidades de la mayoría de gobierno, dado que el jefe del Estado se negó a aceptar la propuesta de candidata que proponía la izquierda: Lucie Castets. Pero desde el primer día, Barnier tuvo que lidiar con la realidad de una composición parlamentaria que no le favorecía y en la que Marine Le Pen y su Reagrupamiento Nacional se convertirían en árbitros de la contienda.
El primer ministro llegó con el aura de hábil negociador tras el exitoso acuerdo que tejió para la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Con el paso de los días, Barnier fue descubriendo que es difícil negociar cuando al otro lado hay una agenda muy clara y, sobre todo, no se necesita de esa negociación. Si nada lo remedia, Barnier descarrilará ahora en la primera curva de su mandato. “Que cada uno asuma sus responsabilidades. Yo asumo las mías”, lanzó el primer ministro desde la tribuna de la Asamblea Nacional, mirando hacia las bancadas de la oposición. Barnier intentó trasladar la presión al otro lado del terreno de juego. Pero la realidad es que, pasadas casi 24 horas del anuncio de las dos mociones de censura, está cada vez más cerca de ser el jefe de Gobierno más fugaz de la V República.
La situación es extremadamente preocupante y pone a Francia en el alambre. El déficit público francés, que en 2023 subió hasta el 5,5% del PIB ―lo que llevó a la Comisión Europea a abrir un expediente por déficit excesivo― corre ahora el riesgo de agravarse hasta el 5,6% este año e incluso hasta el 6,2% en 2025 si no se toman las medidas urgentes incluidas en el presupuesto. Lejos ya de aplicarse —si cae el Gobierno, habría que prorrogar las cuentas actuales—, las turbulencias políticas han terminado contagiándose a los mercados y el diferencial de tipos entre Francia y Alemania (la llamada prima de riesgo, un indicador de solvencia del país) volvía a ampliarse el lunes, situándose cerca de los 86 puntos básicos frente a los 81 al cierre del viernes.