Sobrevivir 72 horas en situación de emergencia: la UE busca mejorar la respuesta de los hogares a crisis extremas
Un estudio encargado por la Comisión Europea determina que la UE debe gastar al menos el 20% de su presupuesto en seguridad y preparación para las crisis climáticas
La Unión Europea debe elevar la capacidad de respuesta de los ciudadanos ante un escenario de crisis grave o guerra. El objetivo es que los hogares sean capaces de afrontar todo tipo de emergencias con programas educativos especiales, incluso incorporándolos en los currículos de enseñanza, y otras medidas extraordinarias. Es una de las principales recomendaciones de un extenso informe europeo encarg...
La Unión Europea debe elevar la capacidad de respuesta de los ciudadanos ante un escenario de crisis grave o guerra. El objetivo es que los hogares sean capaces de afrontar todo tipo de emergencias con programas educativos especiales, incluso incorporándolos en los currículos de enseñanza, y otras medidas extraordinarias. Es una de las principales recomendaciones de un extenso informe europeo encargado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para que sirva de orientación en las políticas de la UE y los Estados miembros.
Como detalle muy concreto, el documento, coordinado por el expresidente finlandés Sauli Niinisto y presentado este miércoles en Bruselas, defiende que los hogares deben estar equipados para ser autosuficientes al menos 72 horas consecutivas en caso de que se interrumpa la prestación normal de servicios básicos en una emergencia de cualquier tipo. “Tenemos que cambiar de mentalidad. Estar preparados [ante un escenario de crisis] debe formar parte de la lógica de todas nuestras actuaciones, así como abordar todo el espectro de amenazas y riesgos”, ha advertido Von der Leyen. Se trata de asumir que la guerra no es algo imposible y las crisis tampoco, advierte el documento.
La seguridad se ha convertido en un elemento clave de la política europea, también para la ciudadanía. La Unión busca potenciar estas medidas tras la experiencia de la pandemia de coronavirus, pero sobre todo en un contexto de amenaza rusa constante desde la invasión de Ucrania a gran escala, en 2022. El club comunitario ha registrado no pocos casos de sabotaje y guerra híbrida de actores externos y también ciberataques internos. En otro plano, las crisis climáticas están cada vez más presentes.
“La tarea clave hoy en día es asegurarnos de que somos capaces de proporcionar seguridad a los europeos y que estén preparados para todos los riesgos. Y esa escala de riesgo es enorme”, ha dicho Niinisto este miércoles en una rueda de prensa junto a la jefa del Ejecutivo comunitario. El exmandatario reclama que la UE dedique al menos el 20% de su presupuesto para seguridad y preparación para las crisis y que establezca dos mecanismos presupuestarios específicos para ello (uno de defensa y otro de protección civil). Este objetivo puede suponer una ardua labor en la próxima pelea política para el presupuesto plurianual de la UE, con pocos visos de salir adelante.
“Muchos acontecimientos de los últimos años han sido una llamada de atención”, ha dicho Von der Leyen. “Nuestras vidas han sido interrumpidas por la pandemia, la guerra ha vuelto a Europa y los fenómenos meteorológicos extremos son la nueva modalidad del cambio climático”, ha remarcado la presidenta de la Comisión. En los últimos meses, ha habido fenómenos extremos, como inundaciones, en varios países europeos. El caso más reciente, de gran incidencia, son los estragos que ha causado la gota fría en Valencia y otras comunidades de España este lunes. Anteriormente, se han producido episodios en otros lugares, como Europa central y los Balcanes.
La preparación de los europeos para las crisis —desde una emergencia sanitaria a una climática o cortes de energía a gran escala o ciberataques e incluso agresión armada— es muy variable, aunque la conciencia ante los riesgos es mayor. El 95% de los ciudadanos del club comunitario afirman que su país está expuesto a más de un riesgo de desastre, con el clima como elemento principal. Y un 37% ha experimentado personalmente un desastre (más allá de la covid) en la última década, según un Eurobarómetro. Sin embargo, el 58% no se siente bien preparado para los desastres y solo el 46% sabría qué hacer en caso de afrontarlo.
El ejemplo finlandés
Finlandia es uno de los países con mayor preparación ciudadana en caso de crisis, desde una emergencia sanitaria a una guerra. Von der Leyen encargó el informe al expresidente del país nórdico en un momento en el que la Unión Europea debate hacia qué modelo de seguridad y defensa debe caminar.
El extenso estudio, que debatirán también los Estados miembros, hace una radiografía de la preparación de la UE y propone una serie de medidas para mejorarla. Entre ellas, desarrollar una estrategia integral de la UE sobre almacenamiento para garantizar reservas críticas y privadas de insumos esenciales para que estén disponibles en todas las circunstancias. Y robustecer el centro de gestión de crisis.
Niinisto propone también que las inteligencias de los Veintisiete refuercen su cooperación y avancen hacia un servicio “plenamente desarrollado”. Pero hasta ahora, los Estados miembros son extremadamente reticentes en compartir información de inteligencia detallada con el centro que se ocupa de ello a nivel europeo (el European Union Intelligence and Situation Centre, Intcen) y prefieren los intercambios bilaterales. Son 27 países, entre ellos la Hungría de Viktor Orbán, cercana a Moscú, y el nivel de confianza no es el mismo con todos.
El informe propone que en situaciones de crisis se empleen los procedimientos que permiten tomar decisiones en formato de mayoría y no por unanimidad, para facilitarlos. “Lejos de su propósito original, los vetos pueden utilizarse como moneda de cambio para negociaciones políticas no relacionadas, basadas en intereses nacionales”, dice el estudio. En un escenario más extremo, el mecanismo de veto puede incluso ser “instrumentalizado” por competidores y rivales extranjeros que podrían explotar las dependencias y vulnerabilidades de los distintos Estados miembros para interferir y socavar la toma de decisiones de la UE mediante presiones específicas, considera el autor. “Un actor hostil podría utilizar las dependencias estratégicas de un único Estado miembro u otras formas de influencia e impedir que toda la UE adopte decisiones”, remarca.