La tensa cohabitación a la polaca: un año de choques entre el presidente ultraconservador y el Gobierno liberal

El jefe de Estado veta y bloquea las iniciativas reformistas del Ejecutivo de Donald Tusk, sobre todo las relacionadas con el Estado de derecho

Andrzej Duda y Donald Tusk en la toma de poder del nuevo Gobierno en Varsovia, el 13 de diciembre de 2023.ALEKSANDRA SZMIGIEL (REUTERS)

El presidente polaco, Andrzej Duda, solicitó al Sejm (Cámara baja del Parlamento) comparecer en el primer aniversario de las elecciones que cambiaron el rumbo político del país, el 15 de octubre de 2023, y pusieron fin a ...

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El presidente polaco, Andrzej Duda, solicitó al Sejm (Cámara baja del Parlamento) comparecer en el primer aniversario de las elecciones que cambiaron el rumbo político del país, el 15 de octubre de 2023, y pusieron fin a ocho años de Gobierno ultraconservador de Ley y Justicia (PiS). La intervención de este miércoles, de casi 50 minutos, fue un excelente resumen de un año de choques y zancadillas entre el jefe de Estado, procedente de PiS, y el Gobierno liderado por el conservador liberal Donald Tusk. Duda empleó expresiones como “¡vergüenza!”, y acusó al Ejecutivo de “hipocresía” y de emprender una “caza de brujas”. Sus palabras generaron ovaciones entre los diputados nacionalpopulistas y silencio o carcajadas entre los liberales.

La politóloga Anna Paczesniak, de la Universidad de Breslavia, estaba preparada para una alocución bronca, pero el presidente superó las peores expectativas. Paczesniak cree que el tono fue “demasiado agresivo, incluso para los votantes de PiS”. Pero, sobre todo, le pareció “peligroso” que el jefe de Estado cuestionase “la legalidad de lo que hacen el Gobierno y el Ministerio de Justicia” y sembrase “desconfianza en el Estado al atacar instituciones”.

En este año, Duda ha perdido la imagen de neutralidad que se le presupone a un jefe de Estado en Polonia. “Da la impresión de que el discurso no se ha escrito solo en el palacio presidencial, sino en la sede de PiS”, señala la politóloga, que subraya que aunque el presidente ya no sea miembro formal del partido, sigue actuando como tal. Desde el fin del régimen comunista, en 1989, no hay ningún precedente de una cohabitación tan violenta entre la jefatura del Estado y la del Gobierno, asegura.

Hay ejemplos de cohabitación difícil entre distintos partidos. Tusk tuvo entre 2007 y 2010 como presidente a Lech Kaczynski, el hermano gemelo —fallecido en un accidente aéreo— del líder de PiS, Jaroslaw Kaczynski, y la convivencia no fue sencilla, pero no se la recuerda tan problemática como esta. Como explica Wojciech Przybylski, analista político en el think tank Visegrad Insight, la cohabitación “tiene por objeto estabilizar y fomentar la colaboración para la cohesión”. “Actualmente, el desacuerdo tiene una función política como moneda de cambio, y en última instancia, no se ponen nunca de acuerdo en nada”, señala en videoconferencia.

Las competencias del presidente en Polonia son limitadas. Tiene más poder que en Alemania, pero no es comparable al de Francia. Desempeña funciones de representación en política exterior y tiene competencias en el nombramiento de jueces, embajadores y otros altos cargos. Pero sobre todo, tiene la última palabra en el proceso legislativo: puede vetar las leyes o enviarlas al Tribunal Constitucional. Duda ha ejercido todas sus prerrogativas con fruición.

Tusk llegó al poder con la promesa de devolver el país al centro de Europa y restaurar la democracia y el maltrecho Estado de derecho. Para empezar, se propuso hacer una limpieza profunda en las instituciones y empresas públicas controladas por PiS, como los medios de comunicación públicos, la Fiscalía, los juzgados o los servicios secretos. Las primeras semanas el choque entre los liberales y los ultraconservadores fue absoluto. Además de Duda, el Tribunal Constitucional, leal a PiS, el Consejo Nacional de la Judicatura (el órgano de Gobierno de los jueces) y algunas salas del Supremo funcionaron a toda máquina contra los intentos reformistas del nuevo Ejecutivo.

Crisis constitucional

El país estaba al borde de una crisis constitucional. Se sucedieron escenas insólitas, como la okupación de la sede de los medios públicos por diputados de PiS, incluyendo al presidente del partido, Jaroslaw Kaczynski, o la negativa del fiscal nacional, el número dos de la Fiscalía, a dejar su cargo. En aquellas primeras semanas turbulentas, Duda dio cobijo a dos diputados de PiS sobre los que pesaba una orden de detención, que fueron finalmente arrestados cuando el presidente se encontraba fuera del palacio. Después de un tira y afloja con el Ejecutivo tras su entrada en prisión, el jefe de Estado los indultó.

Tusk sigue la intervención de Duda ante el Sejm, este miércoles en Varsovia.Marcin Obara (EFE)

El presidente ultraconservador ha vetado leyes como la que facilitaba el acceso a la píldora del día después, la que reconocía derechos lingüísticos a la minoría regional de Silesia o la que pretendía desactivar la comisión de investigación contra la influencia rusa puesta en marcha al final de la legislatura anterior. Ante el bloqueo, el Gobierno recurre con frecuencia al uso de decisiones ejecutivas o administrativas. Jacek Kucharczyk, presidente del Instituto de Asuntos Públicos, explica que “irónicamente, este tipo de medidas las introdujo el Ejecutivo anterior para tener la capacidad de gobernar sin restricciones parlamentarias”. En su discurso de este miércoles, Duda denunció este modo de gobernar como “una herejía jurídica y sistémica y una violación de la Constitución”.

En su repaso a los 10 meses de Gobierno liberal —excepto por la política de Defensa, que alabó—, el presidente cargó contra toda la acción del Ejecutivo, desde la falta de inversiones en grandes infraestructuras, hasta los intentos de reforma en el ámbito judicial o la política de inmigración.

El ámbito más espinoso y donde más choques se han producido en el último año es el del Estado de derecho. Algunas soluciones creativas del Gobierno para eludir los vetos del presidente, que en ocasiones han rozado la ilegalidad o han vulnerado abiertamente la ley, fueron censuradas por organizaciones de la sociedad civil especializadas en este ámbito. Jakub Jaraczewski, coordinador de investigación del centro de estudios Democracy Reporting International, sigue siendo crítico, pero cree que “a veces, el fin justifica los medios” y recuerda que este no ha sido un traspaso de poder normal “con cooperación por el bien del país”.

Jaraczewski, experto en derecho, celebra los pasos que ha dado el Gobierno con la aprobación parlamentaria de una ley para reformar el Tribunal Constitucional y el poder judicial. Duda las envió, sin embargo, al Constitucional, que es el equivalente a darles carpetazo. Este miércoles, el presidente acusó al Ejecutivo de “querer doblegar” a los más de 3.500 jueces cuyos nombramientos ha ratificado él —los conocidos peyorativamente como neojueces—, y “destrozar para siempre su independencia”. También tildó de “caza de brujas” las acciones del Gobierno para depurar responsabilidades de los anteriores gobernantes, que según él solo sirven “para satisfacer los instintos más bajos” y para “perpetuar las divisiones”.

La tensión constante entre las dos ramas del poder ejecutivo se exhibe en acalorados intercambios públicos. La semana pasada, Tusk, Duda y el ministro de Exteriores, Radoslaw Sikorski, se enzarzaron en la red social X a costa del nombramiento de medio centenar de embajadores propuestos por el Gobierno que el presidente se niega a firmar. El analista Przybylski señala que el juego es proyectar una imagen entre sus votantes de tipo duro que no se deja intimidar por el que tiene enfrente.

Un año después de las elecciones, el sociólogo Kucharczyk considera que el ambiente es de crisis constitucional de bajo nivel. Además del choque con Duda, el Gobierno y el Parlamento no reconocen las sentencias del Constitucional y algunas salas del Supremo. Pero “este caos no es un desafío inmediato para la estabilidad”, asegura. Tusk insiste en que lo arreglarán todo cuando haya un presidente afín y tengan la capacidad de legislar.

Las elecciones presidenciales se celebran en mayo de 2025 y el Gobierno fía el cumplimiento de todas sus promesas a ganarlas. No está hecho. Przybylski señala que tiene un 55% de posibilidades de que venza su candidato. Ultraconservadores y liberales, opinan los expertos, redoblarán los choques y avivarán las emociones para movilizar a los suyos. El discurso de Duda, que no se puede presentar para repetir mandato, pero al que se le atribuye aspiraciones políticas en PiS, forma parte ya de una precampaña que ahondará en la polarización de la sociedad. “Agradezco al presidente que haya concienciado claramente a todos en Polonia de la importancia que tendrán las próximas elecciones presidenciales. No dejó dudas”, le ha replicado con sorna Tusk en la tribuna.

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