La comunidad judía de Ucrania llora al hijo del gran rabino caído en Donbás
La ceremonia recuerda a los soldados judíos muertos en una guerra que Putin presentó para “desnazificar” el país. Los reunidos coinciden en que si hay un Estado fascista, es Rusia
Kiev, la capital de un Estado dominado por élites nazis, en palabras del autócrata ruso Vladímir Putin, despidió este jueves a Matityagu Anton Samborskii, hijo del gran rabino de Ucrania. El rabino Moshé Azmán se contenía las lágrimas mientras lamentaba que la manera de Rusia de “desnazificar Ucrania” sea matando a judíos como a su Anton. Samborskii falleció combatiendo en el frente de Pokrovsk, en la región de Donbás, ciudad actua...
Kiev, la capital de un Estado dominado por élites nazis, en palabras del autócrata ruso Vladímir Putin, despidió este jueves a Matityagu Anton Samborskii, hijo del gran rabino de Ucrania. El rabino Moshé Azmán se contenía las lágrimas mientras lamentaba que la manera de Rusia de “desnazificar Ucrania” sea matando a judíos como a su Anton. Samborskii falleció combatiendo en el frente de Pokrovsk, en la región de Donbás, ciudad actualmente asediada por el invasor.
La ceremonia fúnebre por Samborskii, en la sinagoga central de Kiev, atrajo a decenas de periodistas, tantos como allegados que quisieron dar el último adiós a este joven de 33 años. Fue una ceremonia íntima comparada con los grandes funerales ortodoxos de combatientes ucranios en la catedral de San Miguel de Kiev, o en la iglesia castrense greco-católica de Lviv. Pero el simbolismo del acto fue mayor porque los judíos ucranios, con la presencia en primera fila del embajador israelí, Michael Brodsky, querían demostrar a Rusia que no solo es judío el presidente del país, Volodímir Zelenski, sino que también son judíos soldados que mueren defendiendo a su patria.
La muerte de Samborskii es un relato de las miserias de la guerra compartido por miles de otros militares, sea cual sea su fe. Fue reclutado en mayo, coincidiendo con la entrada en vigor de la nueva ley de movilización de civiles. Recibió tan solo un mes de instrucción, según relató su padre, y en julio ya estaba combatiendo. El 24 de julio desapareció en combate y no ha sido hasta hace poco que pudo recuperarse el cadáver. La primera hija de Samborskii nació una semana antes de ser reclutado.
Acudieron al servicio fúnebre militares de diferentes brigadas, también de Azov, regimiento con raíces en la extrema derecha y que ha sido uno de los elementos recurrentes de la propaganda rusa para acusar a Ucrania de dictadura neonazi. Olena Tolkachova, representante del patronato de Azov en apoyo a combatientes, explicó que había acudido por el aprecio que el regimiento tiene por el rabino Azmán, por los esfuerzos que este hizo para evacuar a civiles y a soldados de Azov que estuvieron asediados en la batalla de Mariupol.
Los militares presentes en el acto funerario no quisieron revelar en qué brigada servía Samborski, aunque Tolkachova confirmó que no era en Azov. Tampoco el equipo del gran rabino de Ucrania supo detallar cuántos judíos combaten en las filas de las Fuerzas Armadas Ucranias, ni los que han fallecido por la patria. Un capitán de la 108ª Brigada de las Fuerzas de Defensa Territorial se limitó a decir a este diario que “los judíos en el ejército son muchos, como también son muchos sus muertos”.
El Congreso Judío Mundial estima que en Ucrania vivían en 2023 cerca de 45.000 judíos. Una década antes eran 71.500. Muchos se han refugiado en el extranjero o viven de la ayuda que la misma sinagoga central de Kiev reparte cada día.
Ucrania fue junto a Polonia el país en el que la Alemania nazi asesinó a más judíos durante la II Guerra Mundial. En el funeral de Samborskii tomó la palabra Boris Zabarko, presidente de la Asociación Ucrania de Judíos y Antiguos prisioneros del Gueto y de los Campos de concentración nazis. Zabarko tiene 89 años y estuvo internado durante la guerra mundial en un gueto de la provincia de Vinnytsia. Zabarko destacó en su discurso que, a diferencia de entonces, “cuando los judíos fueron dejados de la mano de Dios, hoy tienen el apoyo de grandes alianzas tanto en Ucrania como en Israel”.
Israel y Rusia
En un perfecto alemán aprendido durante sus años como científico en la extinta Alemania Oriental, Zabarko cuenta que la sociedad ucrania da apoyo en su gran mayoría a Israel en la guerra contra Hamás y Hezbolá. Esta opinión coincide con las numerosas declaraciones públicas y valoraciones de ciudadanos ucranios recogidas desde el inicio de la invasión israelí de Gaza en 2023. El apoyo ucranio a Israel contrasta, sin embargo, con la actitud conciliadora del Gobierno de Benjamín Netanyahu con Putin: Israel ni ha secundado las sanciones occidentales contra Rusia ni ha entregado una sola arma a Ucrania. Las relaciones bilaterales entre Netanyahu y Zelenski han sido tensas, incluso con conflictos diplomáticos y amenazas entre embajadas.
“Israel quizá no nos da armamento, pero sí que nos ayuda, con medicamentos y envíos humanitarios”, replica Zabarko. Tanto él como otros judíos ucranios consultados prefirieron no criticar a las autoridades israelíes por su menor compromiso con Ucrania. El mensaje central de las intervenciones durante el servicio funerario fue dejar claro que si hay algún Estado fascista, ese es Rusia.
“¿Ha visto usted nazis en Ucrania? Yo no”, exclamó en abril de 2022 en un encuentro con EL PAÍS en Odesa otro superviviente del Holocausto y amigo de Zabarko, Roman Shvarcman. El periodista no respondió, pero podría haber dicho que sí, aunque son grupúsculos minoritarios, como los hay en otros países de Europa, incluido España. Por ejemplo, en verano de 2022, en una sala de espectáculos situada en la misma esquina donde se encuentra la sinagoga central de Kiev. Allí se celebraba un concierto en homenaje al fallecido Taras Bobanich, comandante de la unidad militar de Pravi Sektor, grupo político de extrema derecha. Además de la parafernalia ultranacionalista común entre el público militar, unos pocos veteranos de este movimiento lucían emblemas de las SS y esvásticas. Para inmortalizar el momento, una docena de ellos salieron a la calle, con la sinagoga como testimonio, y se fotografiaron haciendo el saludo fascista.
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