Syriza ahonda la crisis con la destitución de su líder tan solo un año después de ser elegido

Estéfanos Kaselakis llegó con el encargo de renovar el partido de izquierdas que encabeza la oposición en Grecia, pero se ha enfrentado a luchas internas y no ha logrado controlar la formación

El presidente del partido griego Syriza, Estéfanos Kaselakis, durante un servicio conmemorativo en Chipre, con motivo del 50º aniversario de la invasión turca, el pasado 20 de julio.Kostas Pikoulas (NurPhoto / Getty Images)

Syriza, el partido de izquierdas que encabeza la oposición en Grecia, no logra salir de la crisis interna en la que entró tras abandonar el poder en 2019. Un año después de elegir como líder a Estéfanos Kaselakis, un hombre de 36 años alejado de la estética y tradición izquierdista, el partido ha decidido destituirlo. El Comité Central de la formación aprobó el domingo una moción de confianza contra Kaselakis y la Secretaría Política ha iniciado este martes el proceso para convocar primarias. El antiguo ejecutivo de Goldman Sachs que llegó con el encargo de renovar Syriza no ha aclarado si se ...

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Syriza, el partido de izquierdas que encabeza la oposición en Grecia, no logra salir de la crisis interna en la que entró tras abandonar el poder en 2019. Un año después de elegir como líder a Estéfanos Kaselakis, un hombre de 36 años alejado de la estética y tradición izquierdista, el partido ha decidido destituirlo. El Comité Central de la formación aprobó el domingo una moción de confianza contra Kaselakis y la Secretaría Política ha iniciado este martes el proceso para convocar primarias. El antiguo ejecutivo de Goldman Sachs que llegó con el encargo de renovar Syriza no ha aclarado si se presentará a la reelección.

En septiembre de 2023, Kaselakis ganó por sorpresa las primarias que debían marcar el rumbo del primer partido de la izquierda griega tras la dimisión del ex primer ministro Alexis Tsipras. Sus partidarios defendían que este hombre que no escondía su homosexualidad ni su tradición liberal era la mejor opción para ese momento en la política griega. La principal promesa de Kaselakis era dejar de hablar de los problemas internos del partido para central toda la atención en la labor de oposición al primer ministro conservador, Kyriakos Mitsotakis. Un año después, es obvio que no ha conseguido este objetivo.

Las luchas intestinas de Syriza han dejado muchos frentes abiertos. El riesgo para el partido que llegó de forma sorprendente al poder era dejar de ser la primera fuerza de la oposición en número de escaños. La primera y más potente escisión a la que se enfrentó Kaselakis la protagonizaron los partidarios de los candidatos que perdieron las primarias: Efi Ajtsioglu y Euclides Tsakalotos. El pasado diciembre, 11 de los 47 diputados de Syriza se fueron con ellos y fundaron el partido Nueva Izquierda. La pérdida de esos escaños situó a los socialistas del Pasok, tercera fuerza parlamentaria, a solo seis escaños de distancia de Syriza.

Y entonces todo se volvió aún más difícil para Kaselakis. Su principal problema es que no es diputado porque las primarias del partido se celebraron después de las elecciones en las que el primer ministro Mitsotakis revalidó su mayoría absoluta. Por ello, Kaselakis necesitó ejercer su liderazgo a través de una persona que transmitiera sus decisiones al grupo parlamentario y actuara como su portavoz en el hemiciclo.

El elegido para ello fue Sokratis Famellos, diputado que milita en Syriza desde su fundación, en 2004, que a pesar de su veteranía no era muy conocido para el gran público. Ejerció de presidente del grupo parlamentario desde julio de 2023 hasta que el 27 de agosto, según él por sorpresa, Kaselakis solicitó al grupo parlamentario su reemplazo por Nikos Pappas. Pappas había sido uno de los principales valedores de Kaselakis en las primarias. La propuesta de reemplazar a Famellos por Pappas provocó una gran división en el grupo parlamentario y fue aceptada por un estrecho margen: 17 diputados votaron a favor de los 33 presentes.

La falta de apoyo a Kaselakis se reflejó también en otros órganos del partido. En el Comité Central, que cuenta con 300 miembros, solo 34 votaron a favor de una propuesta para reformar el partido, como proponía el presidente.

Los problemas no acaban ahí. El fin de semana del 7 y 8 de septiembre, el Comité Central también tuvo que abordar la situación de Pavlos Polakis, diputado que lleva desde julio suspendido del grupo parlamentario por haber faltado al respeto a una asesora del ministro de Salud en las dependencias del Parlamento. Polakis, médico de profesión, es una figura carismática pero controvertida. Fue el principal apoyo de Kaselakis en las primarias, pero ha protagonizado controversias como ausentarse del hemiciclo para no votar a favor del matrimonio igualitario. Con un perfil polarizador, es uno de los nombres que suenan en las quinielas para las primarias.

Además, a principios de agosto, Ozónas Iliópoulos presentó su dimisión como diputado para centrarse en su carrera profesional. Iliópoulos es un prestigioso investigador sobre el cáncer. Su dimisión se presentaba como una oportunidad para Kaselakis, que podría ocupar el cargo de diputado si las cinco personas que estaban situadas delante de él en la lista renunciaban a sustituir a Iliópoulos. Pero una de ellas, Popi Tsapanidou, no ha querido dimitir y el 30 de agosto prestó juramento como nueva diputada.

El principal problema de la formación es que, más allá de los nombres y el reparto de cargos internos, resulta muy difícil explicar qué diferencias programáticas defienden los diferentes sectores. Aunque los medios locales cuelguen etiquetas como “ala izquierdista” o “de centro”, en la práctica resulta casi imposible entender qué propuestas concretas hay sobre la mesa para liderar la oposición contra el primer ministro Kyriakos Mitsotakis. Y a río revuelto, Mitsotakis sigue recogiendo sus ganancias.

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