La violación de una menor perpetrada con injurias antisemitas inflama la campaña electoral en Francia
El partido de Marine Le Pen intenta erigirse en el gran protector de los judíos, a pesar de que su origen está estrechamente ligado al antisemitismo
En una Francia a diez días de las elecciones legislativas que pueden llevar a la extrema derecha al poder, la violación el sábado pasado de una menor en Courbevoie, cerca de París, ha conmocionado al país y ha inflamado la campaña electoral. La imputación de dos chicos de 13 años y los detalles sobre la agresión antisemita que sufrió la víctima, de 12 años, tocan puntos sensibles en la sociedad francesa: la violencia machista, la delincuencia juvenil y el antisemitismo.
Los repetidos episodios de violencia mar...
En una Francia a diez días de las elecciones legislativas que pueden llevar a la extrema derecha al poder, la violación el sábado pasado de una menor en Courbevoie, cerca de París, ha conmocionado al país y ha inflamado la campaña electoral. La imputación de dos chicos de 13 años y los detalles sobre la agresión antisemita que sufrió la víctima, de 12 años, tocan puntos sensibles en la sociedad francesa: la violencia machista, la delincuencia juvenil y el antisemitismo.
Los repetidos episodios de violencia marcan desde hace años el ritmo de la actualidad en Francia y alimentan la sensación de inseguridad en una parte de la población. Son un factor clave para explicar el éxito electoral del Reagrupamiento Nacional (RN), el partido que, con la bandera de la ley y el orden y la promesa de mano dura con la inmigración, parte como favorito para las elecciones del 30 de junio y el 7 de julio. Muchos de estos sucesos han tenido a adolescentes como protagonistas, en un proceso que el presidente Emmanuel Macron ha calificado en el pasado de “descivilización”, término que se inspira en el sociólogo alemán Norbert Elias, pero que la extrema derecha utiliza para denunciar la supuesta disgregación social ante la inmigración.
La agresión en Courbevoie sucede también en un país en el que, el año pasado, hubo 84.000 víctimas de violencia sexual fuera del marco familiar, según un informe del Ministerio del Interior, un 6% más que en el año anterior. Y otro punto sensible, y no menos preocupante, relacionado con el crimen de Courbevoie es el aumento constante en Francia de los actos antisemitas, que se ha acelerado tras el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre pasado y los posteriores bombardeos israelíes sobre Gaza.
Esta es la historia de una tragedia personal y social. E inevitablemente política, dado el contexto electoral y una larga tradición de antisemitismo a la que nadie quiere verse asociado. Hay dirigentes y candidatos de un partido, La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon, acusados de fomentar el antisemitismo para captar el voto de los franceses de origen árabe. Y otro, el RN de Marine Le Pen, acusado de instrumentalizar el antisemitismo en sentido contrario, para ganar votos presentándose como el partido defensor de los judíos franceses, pese a ser heredero del Frente Nacional, fundado —entre otros— por notorios antisemitas y colaboradores de la Alemania nazi.
Los hechos
Los hechos ocurrieron el 15 de junio a las 15.00. La víctima había salido a ver a un amigo. De regreso a casa, la asaltaron dos chicos. Un tercero la llamó “sucia judía”, según el testimonio de la chica, citado por el diario Le Parisien. Después, según el mismo testimonio, la llevaron a un edificio abandonado, la golpearon, la lanzaron al suelo, la fotografiaron y la amenazaron con quemarla poniéndole un mechero en la mejilla. Le Parisien explica que entonces los agresores “le impusieron penetraciones vaginales y anales, así como una felación”, y la amenazaron con matarla si lo denunciaba. El mismo sábado, la víctima lo denunció. El lunes, los dos agresores fueron detenidos y el martes por la noche, imputados por “violación en grupo, amenazas de muerte e injurias y violencias de carácter antisemita”.
En el Consejo de Ministros, este miércoles, Macron denunció “la plaga del antisemitismo”, y ordenó al Ministerio de Educación que organizase en los próximos días “un tiempo de intercambio” sobre el tema en las escuelas.
Mélenchon, que unos días antes había recibido duras críticas por decir que el antisemitismo en Francia era “residual”, fue de los primeros en reaccionar. Se declaró “horrorizado” por lo que la violación de Courbevoie “ilumina sobre el condicionamiento de los comportamientos masculinos criminales desde una edad temprana, y sobre el racismo antisemita”. También exhortó a “no transformar este crimen ni el sufrimiento que engendra en un espectáculo mediático”.
El ministro de Justicia, Éric Dupond-Moretti, le respondió. “¿Cómo se atreve? Vaya cara. Deje a esta chica y su familia tranquilas”. Le echó en cara haber minimizado el aumento del antisemitismo. Y añadió: “Vergüenza a los que pactan con usted para salvar el tipo”.
Dupond-Moretti, quien debería dejar el ministerio si se cumplen las previsiones y los macronistas pierden la mayoría en las urnas, pretendía meter el dedo en una de las supuestas contradicciones en la coalición de izquierdas, que congrega sensibilidades muy dispares. Al partido de Mélenchon y al Partido Socialista. A políticos que el 7 de octubre se negaron a calificar el ataque de “terrorista” y a otros que defendieron el derecho de Israel a responder, aunque luego criticasen la respuesta. A quienes usan el eslogan “Desde el río hasta el mar” para reclamar la libertad de Palestina, y a quienes lo reprueban, como es el caso del eurodiputado socialista Raphaël Glucksmann, víctima de insultos antisemitas durante la campaña para las europeas. En una entrevista radiofónica la semana pasada, y en respuesta a un oyente judío de izquierda preocupado por el acuerdo con LFI, Glucksmann prometió ser “inflexible” con esta cuestión y dijo que no habrá “ninguna minimización”. En el programa del llamado Nuevo Frente Popular consta una referencia a “la explosión inquietante, sin precedentes, de actos racistas, antisemitas e islamófobos en Francia”.
La reacción de Le Pen
Lo significativo en esta campaña es que es el partido cuyas raíces históricas provienen del antisemitismo francés, el de finales del siglo XIX y el de la II Guerra Mundial, el que hoy se postula como el protector de los judíos. Le Pen ha declarado este miércoles: “La estigmatización de los judíos desde hace meses por parte de la extrema izquierda por medio de la instrumentalización del conflicto israelo-palestino es una verdadera amenaza para la paz civil”. El RN ha recogido el apoyo, más o menos explícito, de figuras como Serge Klarsfeld, historiador, cazador de nazis y auténtica autoridad moral en Francia. Klarsfeld ha dicho que, en caso de un duelo entre un candidato de la izquierda y otro del RN en la segunda vuelta, tiene clara su opción: “Entre un partido antisemita y un partido projudío, votaría por el partido projudío”.
Le Pen lleva años distanciándose de esta parte de su pasado, pero en estas elecciones todavía había un candidato del RN, Joseph Martin, que había escrito en las redes sociales un mensaje antisemita sobre las cámaras de gas en el Holocausto. Cuando se aireó el mensaje, el partido dijo que le retiraba el apoyo.
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