Birmingham, símbolo de unas elecciones municipales que decidirán el futuro político de Rishi Sunak
Un tercio de los cargos municipales de Inglaterra y Gales se reeligen el 2 de mayo. Los sondeos pronostican un desastre para los conservadores, que podría forzar un adelanto de las generales
Cuando se avecina una tormenta política, como la que adelantan las encuestas electorales en el Reino Unido, siempre acaban pagando justos por pecadores. “No quiero saber nada de ellos”, dice uno de los operarios que trabaja a destajo para ampliar en cuatro estaciones más la infraestructura del tranvía de Birmingham, la segunda mayor ciudad de la isla después de Londres, cuando le preguntan por el Partido Conservador. “Se ha vuelto imposible vivir al precio que está todo, y [Rishi] Sunak ha sido incapaz de cambiar nada. Prefiero a los que había antes”, dice el trabajador, sin dejar de apilar va...
Cuando se avecina una tormenta política, como la que adelantan las encuestas electorales en el Reino Unido, siempre acaban pagando justos por pecadores. “No quiero saber nada de ellos”, dice uno de los operarios que trabaja a destajo para ampliar en cuatro estaciones más la infraestructura del tranvía de Birmingham, la segunda mayor ciudad de la isla después de Londres, cuando le preguntan por el Partido Conservador. “Se ha vuelto imposible vivir al precio que está todo, y [Rishi] Sunak ha sido incapaz de cambiar nada. Prefiero a los que había antes”, dice el trabajador, sin dejar de apilar vallas en el suelo.
Birmingham es la ciudad más importante de las West Midlands, las Tierras Medias Occidentales, un condado de Inglaterra que agrupa una población aproximada de tres millones de personas. En el endiablado diseño de la administración municipal y local británica, las siete ciudades del condado comparten un mismo alcalde. El conservador Andy Street, que antes de dedicarse a la política fue directivo de éxito de dos compañías tan potentes como los grandes almacenes John Lewis o la cadena de supermercados Waitrose, se enfrenta a las urnas el 2 de mayo. Ese día se renovarán al menos un tercio de todos los cargos locales de Inglaterra y Gales (no votarán ni en Escocia ni en Irlanda del Norte). El primer ministro, Rishi Sunak, espera esa votación con el corazón en un puño. Si la derrota es tan estrepitosa como vaticinan los sondeos, y los tories pierden más de 500 de los casi 1.000 puestos representativos que deben volver a ser elegidos, sonarán tambores de guerra en el seno del partido.
Las encuestas lleva más de un año otorgando a la oposición laborista una ventaja promedio de 20 puntos porcentuales sobre los conservadores. Sunak nunca ha disfrutado de gran popularidad, y el ala dura del partido cada vez cuestiona de modo más directo sus decisiones, sobre todo en materia de impuestos e inmigración. No se ha desvelado el número de cartas de diputados a la dirección del grupo parlamentario reclamando la sustitución del primer ministro, pero se sabe que se va acercando al fatídico número de 53, que provocaría automáticamente una moción de censura interna.
El propio Sunak ha anunciado que no habrá elecciones generales hasta el próximo otoño, pero si las municipales del 2 de mayo suponen un hundimiento que lleve a los conservadores a un estado de pánico, y se vuelve a forjar una rebelión interna para cambiar de líder, resultaría muy tentador para el actual primer ministro forzar un adelanto electoral.
De las diez alcaldías que deben renovarse, prácticamente en ocho de ellas la victoria se prevé laborista (Londres, Manchester o Liverpool, las más relevantes). La atención del Partido Conservador se centrará casi en exclusiva en el resultado que haya en las Tierras Medias Occidentales o en Tees Valley, dos territorios en los que la derecha había gobernado con comodidad, hasta ahora.
Posible castigo a un alcalde eficaz
Paradójicamente, el alcalde Street, que durante casi siete años ha priorizado a su región frente a los intereses de su partido y es un político popular y querido, se encuentra 14 puntos porcentuales por detrás del candidato laborista, Richard Parker, según las últimas encuestas. Street, responsable sobre todo de la infraestructura de transportes en la región, ha impulsado proyectos de gran relevancia, y plantó cara a Sunak cuando el primer ministro anunció, el año pasado, que congelaba el proyecto de Alta Velocidad (HS2) que pretendía llegar, en una segunda fase, hasta Mánchester. Las obras de la Estación Curzon, que comunicará Birmingham con Londres, se encuentran ya muy avanzadas.
“West Midlands será definitivamente la región cuyo resultado se analizará con mayor detalle en cuanto los ciudadanos voten el 2 de mayo. Si los conservadores lograran retener esa plaza, respirarían algo más tranquilos. En estas elecciones locales es habitual que la oposición obtenga buenas cifras de voto, y el partido en el Gobierno siempre puede quitar importancia a la derrota. Pero si los ciudadanos deciden castigar a Sunak a través de la derrota al alcalde Street, será una mala señal para los tories”, explica Tony Travers, profesor del Departamento de Gobernanza de la Universidad London School of Economics (LSE).
EL PAÍS ha intentado sin éxito recabar la opinión de Street sobre una situación, la del Partido Conservador, que perjudica claramente sus expectativas.
Birmingham es la demostración exagerada del crecimiento desequilibrado que está ocurriendo también en Londres. La ciudad está en un estado permanente de ebullición constructora. Basta alzar la vista, en cualquier punto, para ver las obras en marcha de un nuevo rascacielos. No hay más que bajar la mirada para descubrir nuevos trabajos de infraestructura, ya sea en tramos de tranvía o en proyectos de ferrocarril.
Y, sin embargo, el Gobierno de la ciudad ha tenido que declararse en quiebra ante el tamaño descomunal de su deuda. Hasta 600 funcionarios municipales se enfrentan a un posible despido, y los impuestos municipales van a subir hasta un 20% en los próximos dos años. Los recortes en el presupuesto supondrán varios cientos de millones de euros.
“Quizá no sea del todo justo, pero los ciudadanos culpan de toda esta situación de miseria al actual Gobierno conservador”, asegura Andrew, un joven indio que vive desde hace siete años en Birmingham, donde acudió a realizar estudios universitarios. Con el título de Master of Wine añadido a sus estudios, trabaja en el negocio de distribución y venta Loki, situado en una galería comercial muy popular del centro de la ciudad. “En este tiempo he podido observar de primera mano el deterioro. Es increíble la cantidad de mendigos y gente sin hogar que hay ahora por la ciudad”, explica.
Este corresponsal pudo comprobar de primera mano esa afirmación. Es difícil dar con alguna calle del centro urbano donde no haya una o varias personas pidiendo dinero. Muchas de ellas de rodillas, bastantes con un aparente estado de salud mental claramente deteriorado.
Según la empresa de sondeos en línea YouGov, que mantiene en los últimos años un completo tracking electoral, los dos asuntos que más preocupan a los votantes son la economía (50%) y la sanidad pública (45%). En tercer lugar, está la inmigración, con un 37%, “pero no está nada claro que sea una preocupación real, o más bien algo inducido por parte del Gobierno de Sunak y de los conservadores, que han mantenido esta cuestión en primer plano con la propuesta de las deportaciones de inmigrantes irregulares a Ruanda”, señala Sara B. Hobolt, profesora de Política Europea y Comportamientos Electorales en la LSE.
No parece que esa vaya a ser la cuestión con la que se mida en Birmingham al alcalde Street. Apenas un 53% de sus habitantes son de raza blanca, en una ciudad que ha asimilado mejor que ninguna otra de Inglaterra a indios, paquistaníes, chinos, afrocaribeños o bangladesíes que han enriquecido su cultura hasta convertirla en una de las ciudades más atractivas y dinámicas del Reino Unido.
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