Biden choca con el enfado de la comunidad árabe en su camino para la reelección

Las primarias del martes en Míchigan se perfilan como una prueba del apoyo de las bases demócratas a la política proisraelí del presidente en Gaza

Manifestación propalestina en Hamtramck, Míchigan.Macarena Vidal Liy

Dima Hassan, palestina nacida en Damasco, tuvo que huir de Siria en 2012 con su familia tras el comienzo de la guerra. Se instaló en el área de Dearborn, en Míchigan, el Estado con mayor proporción de población árabe de Estados Unidos. En septiembre obtuvo la ciudadanía estadounidense. Días más tarde, precisamente cuando hacía planes para viajar por primera vez a Cisjordania, estallaba la guerra en Gaza. Esta albañila de 28 años dedica ahora sus...

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Dima Hassan, palestina nacida en Damasco, tuvo que huir de Siria en 2012 con su familia tras el comienzo de la guerra. Se instaló en el área de Dearborn, en Míchigan, el Estado con mayor proporción de población árabe de Estados Unidos. En septiembre obtuvo la ciudadanía estadounidense. Días más tarde, precisamente cuando hacía planes para viajar por primera vez a Cisjordania, estallaba la guerra en Gaza. Esta albañila de 28 años dedica ahora sus esfuerzos a tratar de convencer a los residentes de Míchigan de que, en las primarias demócratas de este martes, no voten por el presidente Joe Biden, sino que marquen la casilla de “no declarado”, similar a un voto en blanco.

“Es muy difícil ver cómo tu gente muere en televisión, cómo los tuyos van siendo aniquilados. Piensas, ¿voy a ser de los pocos que queden vivos?”, explica, vestida con el rojo, verde, blanco y negro de la bandera palestina durante una manifestación de protesta en Hamtramck, una de las ciudades en las afueras de Detroit que crecieron en la época dorada de la industria automovilística. En noviembre, ella podrá votar por primera vez como ciudadana estadounidense. “Desde luego que Biden no va a tener mi voto. No hasta que no trate a los palestinos igual que a los israelíes, hasta que no apueste por un alto el fuego permanente”, insiste.

Votantes como Hassan han convertido las primarias de este martes en Míchigan en una prueba de fuego para comprobar hasta qué punto las posiciones de Biden sobre la guerra en Gaza y su apoyo a Israel —Estados Unidos vetó la semana pasada un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que reclamaba un alto el fuego permanente e inmediato— han afectado al apoyo que recibe entre sectores demócratas clave, especialmente entre los jóvenes, el ala progresista del partido y la comunidad árabe estadounidense. Una encuesta del centro progresista Data for Progress mostraba en noviembre que el 66% de los estadounidenses y el 70% de los votantes demócratas menores de 45 años apoyan un alto el fuego permanente.

Míchigan, con 10 millones de habitantes, cuenta con 300.000 votantes de origen magrebí o de Oriente Próximo, y otros 200.000 musulmanes de otras regiones. Suficientes, alegan líderes de la comunidad árabe, para marcar la diferencia en un Estado bisagra clave, que en 2016 se inclinó por Donald Trump por apenas 10.000 votos y que en 2020 respaldó a Biden por 150.000 votos. Sin el apoyo árabe, que se inclinó mayoritariamente (un 64%) por Biden el demócrata no puede ganar el Estado, sostienen los activistas. Y sin ese Estado se le complica mucho el camino para continuar en la Casa Blanca.

Es una baza que quieren jugar campañas como “Listen to Michigan” (“Escuche a Míchigan”), lanzadas por activistas árabes estadounidenses en la zona de Dearborn, donde se concentra buena parte de esa comunidad (un 55% de sus residentes tiene sus raíces en Líbano, Yemen y otros países árabes de Oriente Próximo). Según explica su fundadora, la organizadora comunitaria Layla Elabed —hermana de la única congresista de origen palestino en el Capitolio de EE UU, Rashida Tlaib—, la campaña busca que los votantes demócratas, en lugar de respaldar a Biden, voten “no declarado” en Míchigan, en señal de protesta por la política de EE UU en el actual conflicto palestino-israelí y para exigir un alto el fuego permanente en Gaza. El objetivo mínimo que se han marcado es 10.000, la cifra que dio la victoria a Trump hace ocho años.

Alto el fuego inmediato

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“Es la protesta más democrática que podemos hacer. Vamos a votar, y a movilizar el voto. Que vaya a votar el mayor número de gente posible. Pero que la gente vote ‘no declarado’, para enviar a Biden el mensaje de que no seremos cómplices en un genocidio pagado con dinero de nuestros impuestos”, explica Elabed. “El nuestro es un voto de protesta, humanitario, para salvar tantas vidas como podamos. Necesitamos un alto el fuego ya”, agrega, rodeada de banderas palestinas y carteles con lemas como “acabemos con la ocupación” o “libertad para Palestina”, momentos antes de que comience la manifestación en Hamtramck.

La organizadora comunitaria asegura que el suyo no es un movimiento exclusivamente árabe-estadounidense. “Listen to Michigan” ya ha contactado a más de 100.000 personas en todo el Estado. En la manifestación participan también votantes judíos, jóvenes estudiantes blancos y algún que otro latino, como Mike Flores, que asegura que ha venido a “apoyar las exigencias de un alto el fuego para el pueblo palestino”. Sus fundadores tampoco desean la derrota de Biden en noviembre, aseguran, sino darle un toque de atención, que “comprenda que necesita nuestros votos” en las presidenciales y que apoye un alto el fuego que evite más muertes en un conflicto con más de 30.000 palestinos fallecidos.

La fundadora de Listen to Michigan, Layla Elabed, en la manifestación de Hamtramck.Macarena Vidal Liy

“El martes esperamos demostrar que estamos en un Estado donde cada voto importa, donde los márgenes son muy estrechos y Biden necesita cada voto que pueda conseguir. Queremos un alto el fuego permanente, no un apaño temporal. Y si no, Biden se arriesga a regalarle en noviembre la presidencia a Trump y sus compinches”, explica Abbás Alawieh, portavoz de la campaña y antiguo asesor en el Congreso. Y rechaza que con su campaña favorezcan una victoria de Trump en noviembre. “Cuando empezó la guerra, nos callamos porque nos dijeron que podíamos perjudicar a Biden. Un mes después seguimos callados. Y callamos en diciembre. Pero sigue muriendo gente en Gaza. Niños. Si a alguien le preocupa tanto que pueda ganar Trump, que nos apoye para que Biden cambie de política y deje de perder votos en Míchigan”.

Otras campañas paralelas sí defienden la derrota de Biden en noviembre como castigo a lo que consideran un apoyo incondicional a Israel. El movimiento “Abandon Biden” aspira a no votar al demócrata en las elecciones de noviembre en Estados como Nueva Jersey, Virginia o Minnesota, con una población árabe significativa. El presidente “puede hacer lo correcto. Puede parar esta guerra. Puede pedir sanciones contra el Gobierno israelí. Puede pedir que se les juzgue por crímenes de guerra. Puede declararlo un genocidio. Pero no va a hacerlo”, consideraba en una conversación reciente uno de los líderes de esta campaña, Khalid Turaani.

Ante el malestar de esta comunidad —evidente en las conversaciones en unas calles dominadas por letreros en árabe, en cafeterías o en restaurantes—, varios altos funcionarios de la Casa Blanca y la campaña de Biden han viajado a Míchigan para reunirse con líderes árabes estadounidenses. Entre ellos, Julie Chávez, la directora de campaña, y el número dos del Consejo de Seguridad Nacional, Jon Finer.

Las conversaciones, según han confirmado varios de sus participantes, fueron tensas. “A menos que veamos un cambio en la política hacia Gaza, que se acepta un alto el fuego permanente, no queremos volver a hablar”, señalaba Abraham Aiyash, congresista demócrata en el Parlamento estatal de Míchigan, en una conversación en una cafetería de Hamtramck el domingo. Una reunión con la vicepresidenta, Kamala Harris, quedó cancelada a última hora.

Biden no ha viajado a Míchigan en este último tramo de campaña. Sí lo hizo el 1 de febrero, cuando se desplazó a un acto con la UAW, una de las principales centrales sindicales y que ya la ha expresado su apoyo electoral. Harris visitó el Estado la semana pasada, dentro de su gira para la defensa de los derechos reproductivos, pero se limitó a participar en una mesa redonda sin público general.

En las últimas semanas, el presidente ha dado un cierto giro en su posición. Ha descrito públicamente el comportamiento del Gobierno israelí en Gaza como que “se han pasado”. Ha impuesto sanciones contra los colonos judíos que han atacado a palestinos en Cisjordania. Ha advertido contra una ofensiva en Rafah, la última ciudad por atacar en la Franja. Y este mismo lunes anunciaba que un alto el fuego temporal podría estar en marcha en menos de una semana.

La Casa Blanca asegura que Biden trabaja para ganarse “cada voto en Míchigan”. Un comunicado de su campaña señala que el presidente “trabaja estrecha y orgullosamente con líderes en las comunidades musulmana, árabe-estadounidense y palestina”, y ha “instado a Israel a hacer todo lo posible para evitar víctimas civiles” en la guerra.

La gobernadora de Míchigan, Gretchen Whitmer, advertía el domingo en una entrevista a la CNN que el voto “no declarado” “favorece un segundo mandato de Trump”. Pero también reconocía no estar segura de qué puede pasar este martes.

Dima Hassan, que pasará el martes repartiendo folletos y visitando colegios electorales, insiste: “Que Biden no cuente con mi voto hasta que no haya un alto el fuego permanente”.

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