Rusia se dispone a suspender su participación en la OSCE

El Kremlin rompe otro puente con Occidente. El organismo, vetado en la supervisión de los comicios presidenciales rusos de marzo, documentó la muerte de civiles a ambos lados de la línea de contacto de Donbás entre 2014 y 2022

El Parlamento ruso ha dado el primer paso para suspender la participación del país en la organización multilateral que vela por la paz en el Viejo Continente, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). La Duma Estatal (Cámara baja) ha concedido su plácet este martes, aunque la decisión final será formalizada de forma simultánea con el Consejo de la Federación (la Cámara alta) el próximo 21 de febrero. “Hoy declaramos por primera vez nuestra posición en público pa...

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El Parlamento ruso ha dado el primer paso para suspender la participación del país en la organización multilateral que vela por la paz en el Viejo Continente, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). La Duma Estatal (Cámara baja) ha concedido su plácet este martes, aunque la decisión final será formalizada de forma simultánea con el Consejo de la Federación (la Cámara alta) el próximo 21 de febrero. “Hoy declaramos por primera vez nuestra posición en público para que sea conocida en los parlamentos de los países de la OSCE”, ha manifestado el jefe del comité de la Duma para asuntos internacionales y candidato a las elecciones presidenciales rusas, Leonid Slutski.

Moscú no abandona definitivamente el organismo, pero congela su participación por las críticas recibidas, como ya ha hecho en otras organizaciones y tratados internacionales, entre ellos varios convenios europeos para la defensa de los derechos humanos, tras ser expulsada del Consejo de Europa en marzo del 2022 por el ataque contra Ucrania. “Después de la victoria en el Distrito Militar del Norte [la guerra desatada contra Kiev] veremos la posición de estos señores. No descarto que volvamos en el futuro”, ha afirmado Slutski.

“Es hora de decir adiós a la Asamblea Parlamentaria de la OSCE”, ha subrayado, por su parte, el presidente de la Duma, Viacheslav Volodin, a la vez que ha lamentado que Rusia financiase el organismo. “Bailan al son de Washington”, ha sostenido el alto cargo, “la OSCE está tan politizada como el Consejo de Europa. Hablan de democracia, pero ellos mismos no siguen ningún procedimiento, regla o principio”.

Más allá de las posibles violaciones de los derechos humanos por parte de los países miembros (un total de 57), las misiones de la OSCE han documentado desde su fundación en 1975 las irregularidades en procesos electorales y las muertes de civiles en conflictos, incluida la guerra del este de Ucrania entre 2014 y 2022.

Una de las tareas de la OSCE es vigilar la transparencia electoral. Sus observadores han sido vetados por primera vez en los comicios presidenciales rusos del 15 al 17 marzo, pioneros también en el empleo del polémico voto por internet para elegir el jefe de Estado ruso. La oposición y algunos miembros del Partido Comunista denunciaron en las parlamentarias de 2021 que este sistema facilitó el fraude electoral, y Vladímir Putin concurrirá ahora con todos los rivales de la oposición en el exilio, en la cárcel o apartados por la comisión electoral central.

“Esta decisión desafortunada del Kremlin no debe ser tomada de forma aislada. Se produce con la intensificación de la represión dentro de Rusia contra quienes disienten pacíficamente”, denunció a principios de febrero la subjefa de la delegación estadounidense en el Consejo Permanente de la OSCE, Katherine Brucker.

La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, respondió a su vez que la OSCE “no tiene autoridad para certificar ni emitir veredictos sobre las elecciones”. “Su Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos solo es uno de los posibles actores internacionales en el ámbito del seguimiento electoral”, agregó la representante rusa tras afirmar que los comicios serán supervisados “por más de un millar” de observadores. Presumiblemente, los mismos que validaron en 2022 los referendos ilegales de anexión de los territorios ocupados en Ucrania bajo las bombas y con la mayoría de sus habitantes lejos por la guerra.

El Kremlin se une con su rechazo a la supervisión electoral de la OSCE a los vetos del régimen de Azerbaiyán, donde su mandatario, Serguéi Alíyev, se adjudicó un 92% de los votos en los comicios presidenciales organizados la pasada semana; y de Bielorrusia para las legislativas del 25 de febrero. Esta prohibición no es nueva para Alexandr Lukashenko: tampoco invitó a los observadores de la OSCE en las elecciones presidenciales bielorrusas de 2020, donde su victoria con un supuesto 80% de los votos provocó la rebelión de la población en manifestaciones duramente reprimidas.

Testigo de las muertes de civiles en Donbás por ambos bandos

“La OSCE trabaja para alcanzar y mantener la estabilidad, paz y democracia de más de 1.000 millones de personas a través del diálogo político y los proyectos sobre el terreno”, recuerda la organización en su web. Una de sus misiones más importantes fue la de Ucrania, que atestiguó, día a día, las violaciones de la tregua acordada en el este del país entre 2014 y 2022 por el enfrentamiento entre el ejército y los separatistas prorrusos.

Los informes del organismo refutaron uno de los pretextos del Kremlin para lanzar su ofensiva hace casi dos años: un supuesto genocidio perpetrado por Kiev en las regiones de Donetsk y Lugansk. En 2021, año en el que Putin comenzó a desplegar cientos de miles de soldados en torno a Ucrania, hubo 91 víctimas —16 muertos y 75 heridos; y un 47% del total accidentalmente por minas— sumando las de ambos lados de la demarcación que dividía Donbás entre el territorio controlado por Ucrania y el de los separatistas dirigidos militar y políticamente por Moscú. La cifra de víctimas era cada año menor: 134 en 2020 —51% por minas—; más de 200 en 2018 y 2019 —33% por minas—; y unas 450 en 2016 y 2017, cuando aún hubo batallas esporádicas, como una fallida ofensiva separatista sobre Avdiivka.

El trabajo del cuerpo de observadores de la OSCE en Ucrania llegó a su fin el 31 de marzo de 2022. “Lamento profundamente que no pudiéramos alcanzar un acuerdo para extender el mandato de esta misión especial de monitoreo debido a la posición de la Federación de Rusia”, lamentó entonces su presidente de turno, el ministro de Exteriores polaco, Zbigniew Rau. “Esta misión ha jugado un papel crucial en los últimos ocho años para proveer de información objetiva sobre la situación humanitaria y la seguridad en el terreno”, agregó. Un mes después, cuatro miembros de la OSCE fueron detenidos en las zonas ocupadas por Rusia de Donetsk y Lugansk.

El portavoz de Moscú ante la OSCE advirtió la pasada semana que solo volverá la paz a Europa si se accede a todas sus exigencias. “La solución para la actual crisis europea pasa por garantizar unas condiciones militares, económicas y políticas adecuadas para el desarrollo de Rusia y nuestra aliada Bielorrusia. El respeto a sus intereses y el fin del apoyo occidental al régimen neonazi de Kiev”, ha afirmado este martes el representante adjunto de Rusia ante la OSCE, Alexánder Volgariov. Antes de lanzar la ofensiva sobre Ucrania, el Kremlin exigió a la OTAN no solo rechazar la adhesión de Ucrania, sino también abandonar a todos sus socios al este de la frontera alemana.

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