Se busca soldado en Ucrania: envíe su currículo a esta dirección y le llamaremos
Kiev se debate entre el servicio obligatorio y el alistamiento a la carta. El Gobierno, que cifra en medio millón los reclutas que necesita el frente, retira la nueva ley de movilización ante la falta de consenso
Antes de la guerra de las trincheras está la que se libra en la cabeza de cada uno de los futuros soldados. Un conflicto interno, a veces desgarrador, entre participar o no en la defensa militar de Ucrania, asediada por el ejército ruso desde hace casi 23 meses. Stepan Kulyna, de 29 años, natural de Chervonograd, en la franja occidental del país, acabó ya con esa contienda interior y ha iniciado su participación en el proceso de movilización de nuevos reclutas que las Fuerzas Armadas de Ucrania necesitan para rel...
Antes de la guerra de las trincheras está la que se libra en la cabeza de cada uno de los futuros soldados. Un conflicto interno, a veces desgarrador, entre participar o no en la defensa militar de Ucrania, asediada por el ejército ruso desde hace casi 23 meses. Stepan Kulyna, de 29 años, natural de Chervonograd, en la franja occidental del país, acabó ya con esa contienda interior y ha iniciado su participación en el proceso de movilización de nuevos reclutas que las Fuerzas Armadas de Ucrania necesitan para relevar a miles de militares agotados. “Tuve muchas dudas: si sí o si no, a dónde ir, qué hacer”, confiesa Kulyna en una antigua estación de autobús reconvertida en cafetería en el artístico distrito de Podil, en Kiev, la capital, cubierta estos días por la nieve. La decisión está tomada. Se ha puesto en contacto con un par de brigadas y ha presentado su solicitud a través de una plataforma privada de empleo, una de las vías en auge que promueve el Gobierno de Volodímir Zelenski: alistamiento según cualidades en lugar de servicio obligatorio. Un nuevo escenario que, no obstante, está aún lejos de garantizar el medio millón de nuevos reclutas que Kiev requiere. Mientras, Moscú releva a sus hombres en el este con cierta agilidad.
Ucrania necesita sin duda nuevos reclutas. Con la invasión a gran escala iniciada por Rusia el 24 de febrero de 2022, el Ejecutivo ucranio decretó una ley marcial que prohibía salir del país a varones de entre 18 y 60 años ―con excepciones, entre otras, vinculadas al tamaño de la familia, situaciones de dependencia o discapacidad― para garantizar su posible movilización. El ejército de voluntarios alimentó durante los primeros meses el batallón ucranio, por lo que el reclutamiento de hombres, posible gracias al marco legal que rige el país, ha sido marginal. La voluntariedad, sin embargo, se ha ido agotando al tiempo que las fuerzas en el frente ―en paralelo se han multiplicado las denuncias de movilización forzosa en algunas ciudades―.
Kulyna, de media melena y ojos azules, cuida mucho sus palabras. Medita antes de hablar; mantiene largos silencios mientras parece dar forma a lo que piensa con el movimiento de sus manos. “Mi decisión”, dice, “ha ido madurando dentro de mí desde el principio de la invasión a gran escala”. Estudió Finanzas y Banca, aunque ahora dirige anuncios publicitarios y vídeos musicales. Quiere ser director de cine. Como tantos otros ucranios, Kulyna reconoce que puede conectar con los que le dicen que tiene que ir al frente, que es el momento, pero entiende también cuando otros le animan a lo contrario porque solo se vive una vez y la guerra siempre estará ahí.
—Dos opciones de vida muy diferentes, ¿no?
—Sí, así que me pregunté quién quiero ser: alguien con una vida perfecta, satisfactoria, o alguien que lucha, no escapa y es responsable del bienestar de la gente.
—Eligió lo segundo.
—Sí.
Y todo pese a que esa opción puede afectar incluso a su vida sentimental. En cualquier caso, el modo en el que Kulyna está gestionando su movilización se sale de los procesos de reclutamiento que han nutrido la guerra tradicionalmente. Está en contacto con dos unidades militares con vacantes. Pero, además, ha enviado una solicitud con su currículo a la empresa de recursos humanos Lobby X, que mantiene desde noviembre un acuerdo de cooperación con el Ministerio de Defensa. “Ellos buscan una posición donde pueda encajar y ser más útil”, cuenta, “es una forma, como pasa en las finanzas, de comprar opciones; creo que todo el mundo tiene derecho a decidir”. Él decide, de momento, no estar en primera línea de batalla, si eso es posible. Pero matiza: “Perder la vida no me da miedo”.
Ese es el debate en Ucrania, agotada tras casi dos años de ofensiva rusa, con carencia de armas y munición, y a la defensiva en el frente: son los reclutas los que deciden dónde ir de forma voluntaria y según su perfil o son los mandos militares los que dirigen todo el proceso con la ley marcial en la mano.
Retraso con la nueva ley
Durante los últimos meses del pasado año, el Ministerio de Defensa, dirigido por Rustem Umerov, ha trabajado junto al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias, Valeri Zaluzhni, en una nueva ley de movilización. Según confirmó el presidente Zelenski, el objetivo de los altos mandos es reclutar a entre 450.000 y 500.000 personas. Esto costaría, según los cálculos que hizo el antiguo actor de comedia, unos 12.000 millones de euros. La proposición de ley llegó al Parlamento el pasado mes, pero sin el consenso de los grupos y con críticas del Comité Anticorrupción de la Cámara. El borrador, en líneas generales, adelanta la edad de reclutamiento de los 27 a los 25 años; endurece la lista de exenciones por problemas de salud; refuerza las restricciones para los que no se registren en los centros de reclutamiento; exige el control de los hombres en edad de combatir que hayan abandonado el país… El Gobierno, ante la falta de apoyos, retiró el pasado jueves el texto para su revisión.
Una nueva demora en un momento delicado en el teatro de operaciones y cuando, según analizaba la pasada semana el Instituto para el Estudio de la Guerra, especialista en el monitoreo del conflicto desde su sede en Washington, Rusia se permite ya, con toda su fuerza terrestre presente en el este de Ucrania (con una estimación de 462.000 militares), realizar rotaciones rutinarias de sus efectivos a nivel operativo.
En el número 2 de la plaza de la Independencia de Kiev, el corazón de las protestas que obligaron al presidente prorruso Víktor Yanukóvich a huir del país hace una década, se encuentran las oficinas de Lobby X. Vladyslav Greziev, de 33 años, natural de Lugansk, en la franja oriental controlada por Moscú, es su fundador y director general. Él mismo, economista, se unió a la defensa militar de Ucrania tan solo un día después de que Rusia invadiera por tierra, mar y aire. Pero eran otros tiempos. Acabó en la unidad de voluntarios y de ahí pudo desmovilizarse en torno al verano. Fue entonces cuando su empresa de empleo empezó a coger velocidad de crucero en el reclutamiento para el ejército.
“Durante mi experiencia en la unidad militar”, relata Greziev, a un volumen prudente, pero a un ritmo acelerado, “vi ejemplos de gente que no estaba en el lugar que debía, aunque también recuerdo cómo un amigo logró con su experiencia construir buenas capacidades en la gestión de recursos”. Cómo funciona: Lobby X recibe la vacante para un puesto de una de las 300 brigadas con las que trabaja. Redactan la oferta, con la descripción de la posición y la unidad de destino; lo anuncian en su web y se abre el proceso a los candidatos. Los interesados tienen que enviar un correo con la solicitud y su currículo, que finalmente llegará a los comandantes de las brigadas. Si encaja, se organiza una primera reunión, quizá a distancia, y luego una segunda para sellar la contratación.
Greziev, que calcula haber recibido ya junto a su equipo de 20 trabajadores unas 57.000 solicitudes para unas 1.500 vacantes ―las posiciones de infantería son las más difíciles de cubrir, mientras los candidatos se interesan más por puestos de transportista, operador de dron o médico―, muestra en su teléfono móvil un gráfico con la evolución de las peticiones de un puesto en las Fuerzas Armadas de Ucrania. “Está creciendo”, apostilla. En efecto, según la curva que dibujan los datos, especialmente tras el acuerdo de cooperación con Defensa, las candidaturas se han disparado a través de esta plataforma. Y todo pese a las denuncias de corrupción en el seno del ejército. “No es el principal motivo para que se desmovilice alguien”, aclara este joven empresario, “pero sí lo es la falta de equipo, de confianza en una unidad militar o la dirección de un comandante”.
Corrupción en las filas
De corrupción sabe mucho Vitali Shabunin, de 39 años, cofundador de la organización civil Antac (Centro de Acción Anticorrupción). También es de los que se lanzó en la defensa militar del país tras el 24 de febrero de 2022, pero, en este caso, nunca lo dejó. Sigue formando parte de una unidad, apostada en la capital ucrania, pero con tiempo para combatir también una corrupción que parece endémica. Aunque las cosas mejoran. Así ha sido con el nuevo equipo del Ministerio de Defensa bajo las órdenes de Umerov ―el anterior ministro, Oleksi Reznikov, abandonó el cargo tras un escándalo en la compra de comida para el ejército―. “El sistema está empezando a operar correctamente”, señala Shabunin en la sede de Antac. “Tras el escándalo con Reznikov estaba claro que tenía que haber una limpia en Defensa”, continúa.
Mantiene que ha sido precisamente en la contratación con dinero público de material para el ejército por donde se ha fugado mucho dinero y no tanto en sobornos para evitar la leva.
—¿Desmotiva a los posibles reclutas el nivel de corrupción en el ejército?
—No, no, el porcentaje de los que se han librado de un posible reclutamiento [de un modo fraudulento] es muy bajo. Tarde o temprano, todos los hombres tendrán que servir en el ejército.
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