EE UU pide a Israel bajar la intensidad de la guerra en Gaza
“Pronto podremos distinguir entre diferentes zonas de Gaza”, señala el ministro israelí de Defensa a su homólogo estadounidense, abriendo la puerta al regreso gradual de los desplazados palestinos, primero al devastado norte
Durante más de dos meses, Israel ha bombardeado Gaza masivamente por tierra, mar y aire (a un ritmo inédito desde la Segunda Guerra Mundial), reducido buena parte a escombros y matado a cerca de 20.000 palestinos, en su mayoría menores y mujeres, más otros miles que se calculan bajo los escombros y no han podido aún ser computados como cadáveres. Han sido las dos primeras fases en el objetivo que se marcó el 7 de octubre: “erradicar por completo” a Hamás, tanto política (gobierna al...
Durante más de dos meses, Israel ha bombardeado Gaza masivamente por tierra, mar y aire (a un ritmo inédito desde la Segunda Guerra Mundial), reducido buena parte a escombros y matado a cerca de 20.000 palestinos, en su mayoría menores y mujeres, más otros miles que se calculan bajo los escombros y no han podido aún ser computados como cadáveres. Han sido las dos primeras fases en el objetivo que se marcó el 7 de octubre: “erradicar por completo” a Hamás, tanto política (gobierna allí desde 2007) como militarmente, por el ataque sorpresa en el que mató a 1.200 personas y secuestró a más de 200.
Estados Unidos viene financiando, armando y blindando diplomáticamente ―con su veto en el Consejo de Seguridad de la ONU― la campaña, pero presiona ya a Israel para que pase pronto a una “tercera fase” que deje menos víctimas y rebaje la presión internacional. Este lunes, su secretario de Defensa, Lloyd Austin, ha abordado en Tel Aviv con su homólogo israelí, Yoav Gallant, “cómo hacer la transición de operaciones de alta intensidad a unas de baja intensidad y más quirúrgicas”, según ha declarado en rueda de prensa conjunta.
Tras el choque público la semana pasada entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el primer ministro, Benjamín Netanyahu, Austin no ha querido sonar a hermano mayor. “Esta es la operación de Israel. No estoy aquí para dictar plazos o términos”, ha aclarado, antes de aludir a conversaciones con Gallant sobre “cómo reducir la muerte de civiles” y el “estatus y objetivos” de la guerra. También ha pedido “acciones urgentes” para estabilizar Cisjordania (donde tres palestinos mueren de media cada día por fuego del ejército o de colonos israelíes desde el inicio de la guerra) y subrayado que “tanto israelíes como palestinos merecen un horizonte de paz”, con base en la solución de dos Estados. “Sabemos lo difícil que es, particularmente después del 7 de octubre, pero la inestabilidad e inseguridad en curso solo beneficia a Hamás”, ha añadido en su segunda visita al país desde esa fecha.
Los dos aliados se mueven en torno a un consenso a cambiar de fase en enero. Israel pierde, además, cada vez más soldados, al incrementarse los combates cuerpo a cuerpo, y no solo el bombardeo masivo a distancia y el fuego desde blindados, que reduce el riesgo de bajas propias. Israel ha anunciado este lunes la muerte en combate de otros cinco, lo que eleva la cifra a 129. El goteo viene aumentando en los últimos días.
En la rueda de prensa, Gallant ha dicho que la guerra “lleva tiempo”, pero ha sugerido a Austin que cumplirá el pacto tácito de controlar por completo el norte de Gaza el próximo mes. “Le puedo decir que pronto podremos distinguir entre diferentes zonas de Gaza”, lo que abriría la puerta al regreso gradual de los desplazados palestinos (un 85% de los 2,3 millones de gazatíes), “quizás antes en el norte”. Hay pocos hogares habitables allí, por lo que una parte probablemente acabará en refugios o tiendas de campaña. Un 60% de los edificios de Gaza están dañados o destruidos por los bombardeos, sobre todo en el norte, según cálculos de Naciones Unidas.
Se calcula que cerca de un millón de los residentes en el norte (casi todos) abandonaron a la fuerza sus hogares desde octubre, por orden de las Fuerzas Armadas israelíes. Hoy malviven apiñados en el sur, donde Israel ha puesto el foco y donde escasea el agua y la comida, como se pudo ver en el asalto este domingo a un camión de ayuda humanitaria en Rafah y en el desarrollo de un mercado negro. La ONG estadounidense de derechos humanos Human Rights Watch ha acusado este lunes al Gobierno de Netanyahu de usar “deliberadamente” el hambre como arma de guerra contra los civiles de Gaza. La franja lleva además cinco días de apagón de telecomunicaciones, el más largo de la guerra.
Segundo canje
Washington no solo ha despachado este lunes a Austin a Tel Aviv. También al director de la CIA, William Burns, a Varsovia, para mediar en un segundo canje de rehenes en Gaza por presos palestinos. Se ha reunido con el primer ministro de Qatar, Mohamed bin Abdulrahman Al Thani (el principal mediador); y con el jefe del Mosad (los servicios de inteligencia de Israel en el exterior), David Barnea.
El diálogo ha retomado impulso después de que soldados israelíes matasen por error a tres de sus compatriotas rehenes, pese a que ondeaban una bandera blanca, no llevaban camiseta –para mostrar que iban desarmados— y habían colgado de dos ventanas mensajes en hebreo (que lograron hacer con restos de comida) en los que pedían auxilio y alertaban de su presencia. Los militares lo interpretaron como una trampa de Hamás. El único rehén israelí que sobrevivió el primer ataque escapó a otro edificio y gritó a los soldados en hebreo. También pensaron que era una trampa. Fue abatido al bajar las escaleras.
Un dirigente político israelí sin identificar, citado por el canal 12 de la televisión nacional, ha señalado la necesidad de presentar una propuesta “que rompa el impasse” que alcanzaron las negociaciones tras el 1 de diciembre, cuando concluyó el primer y único intercambio de rehenes y presos de la guerra, durante el que hubo una semana de tregua y aumentó la cantidad de entrada de ayuda humanitaria a Gaza desde Egipto.
Con el ejército ya actuando con intensidad tanto el norte como en el sur de la Franja, Netanyahu ordenó a Barnea que se retirase de la mesa de negociaciones, al considerar imposible acercar posturas. Ahora, el tono ha cambiado. “Si vamos a poner una nueva propuesta sobre la mesa, tiene que ser algo que agite a [Yahia] Sinwar”, [el líder de Hamás en Gaza]. Tiene que ser una propuesta creativa en términos de la ecuación de lo que Israel pide y de lo que está dispuesta a dar a cambio”, ha agregado el dirigente bajo anonimato.
El anterior canje solo incluía mujeres y menores, tanto entre los 80 rehenes israelíes como entre los 240 presos palestinos, una proporción muy inferior a canjes anteriores. Durante la semana que duró el alto el fuego, Israel encarceló más palestinos de los que liberó.
Ahora, Hamás ―considerado terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea― quiere elegir los nombres de los presos que liberar y subir el precio por rehén. También una retirada parcial de las tropas israelíes, según indicaron a la agencia Reuters fuentes de las fuerzas de seguridad de Egipto, el tercer país mediador.
Israel parece dispuesta a incluir en la lista a presos cuya excarcelación costaría más digerir a sus socios ultraderechistas de coalición. Son aquellos “con sangre en las manos”: condenados por asesinato o por haber participado en la planificación de atentados. Además, abrió el domingo su cruce con Gaza de Kerem Shalom para que la ayuda humanitaria entre de manera más fluida. Era una de las demandas de Qatar y Egipto, porque el paso de Rafah ―pensado para personas, no para mercancías― no daba abasto.
En el anterior canje, la mayoría de excarcelados no habían sido juzgados y purgaban principalmente delitos menores, como lanzar piedras o cócteles molotov a soldados y colonos, o vagos, como “poner en riesgo la seguridad de la zona” o “exaltación decon base nacionalista”. Unas decenas cumplían condena por intento de asesinato.
¿Génesis? ¿Gaza? Netanyahu busca nombre a la guerra
Pocas horas después del ataque de Hamás el 7 de octubre, cuando Israel aún trataba de recomponerse y no controlaba su territorio por completo (tardó varios días), el Gobierno de Netanyahu comenzó a bombardear Gaza y, como es habitual, puso nombre a la ofensiva: Espadas de Hierro.
Dos meses y medio más tarde, Netanyahu busca un nombre en línea con la relevancia histórica de la guerra, según medios locales. Su principal argumento es que Espadas de Hierro es solo la operación (como otras que ha lanzado Israel en Gaza y han durado varios días), pero no la guerra. “Quiere un nombre que se entienda tanto nacional como internacionalmente, y que la gente pueda recordar la guerra como una significativa, y no solo una operación”, señalaron fuentes cercanas al primer ministro al portal informativo Walla.
Netanyahu lanzó tres posibilidades el domingo, en la reunión semanal del consejo de ministros, según la televisión pública. Dos son religiosas y remiten al inicio de la contienda. Una es Guerra de Simhat Torá, la festividad en el calendario judío que enlaza con el final de Sucot, la fecha que eligió Hamás para su ataque. En Simhat Torá comienza el ciclo de lectura anual de la Biblia en el judaísmo, lo que explica la segunda opción: Guerra del Génesis, el primer libro de la Biblia. Según el canal de televisión, Netanyahu cree que resonaría tanto dentro del país como entre el público cristiano en el extranjero. El movimiento evangelista, que da gran importancia a la lectura de los textos sagrados, es por ejemplo un ferviente apoyo de Israel, en general, y de Netanyahu en particular. Y el Génesis pertenece a ambas tradiciones, ya que inaugura tanto la Biblia hebrea como el Antiguo Testamento cristiano.
Una tercera opción sería Guerra de Gaza. Es una elección similar a las dos de Líbano, que comenzaron como operación (Paz para Galilea, en 1982, y Recompensa Justa, en 2006) para acabar tomando el nombre del territorio.
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