La OTAN se retira de un tratado de control de armas de la Guerra Fría tras la salida de Rusia
El acuerdo limitaba el despliegue de armamento convencional de ambos bloques cerca de las fronteras comunes
Otro acuerdo histórico de control de armas y seguridad entre Rusia y la OTAN o sus aliados se ha convertido en papel mojado. Tras la salida formal de Moscú de un pacto estratégico de 1990 con la Alianza Atlántica, que limitaba el tipo y la cantidad de armamento convencional en Europa, la OTAN anuncia ahora que también suspende su participación en el tratado.
El Ministerio de Exteriores ruso, que ha anunciado este martes que había he...
Otro acuerdo histórico de control de armas y seguridad entre Rusia y la OTAN o sus aliados se ha convertido en papel mojado. Tras la salida formal de Moscú de un pacto estratégico de 1990 con la Alianza Atlántica, que limitaba el tipo y la cantidad de armamento convencional en Europa, la OTAN anuncia ahora que también suspende su participación en el tratado.
El Ministerio de Exteriores ruso, que ha anunciado este martes que había hecho efectiva su salida del acuerdo a medianoche y ha remarcado que el tratado es “historia”, ha acusado a la Alianza Atlántica de incumplir las restricciones del texto. La OTAN ha condenado la decisión de Rusia y ha recalcado que está socavando la seguridad euroatlántica.
El Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE), rubricado un año después de la caída del Muro de Berlín, impuso límites verificables a los equipos militares que la Alianza Atlántica y el entonces Pacto de Varsovia —los países del bloque del Este: las repúblicas soviéticas, Alemania Oriental, Polonia, etc— podían desplegar. El acuerdo se diseñó para impedir que ninguno de los dos ejes acumulara fuerzas para una ofensiva rápida contra el otro en sus fronteras comunes.
“La retirada de Rusia es la última de una serie de acciones que socavan sistemáticamente la seguridad euroatlántica”, dice la OTAN en un comunicado suscrito por sus 31 aliados, la mayoría de los cuales es signatario del acuerdo FACE. “Rusia continúa demostrando desprecio por el control de armas, incluidos los principios clave de reciprocidad, transparencia, cumplimiento, verificación y consentimiento de la nación anfitriona, y socava el orden internacional basado en reglas”, sigue la organización militar (de la que forma parte España), que aunque defiende el tratado como una “piedra angular de la arquitectura de seguridad euroatlántica”, asegura que una situación en la que los aliados respeten el tratado, pero Moscú no lo hace, sería “insostenible”.
Rusia ya había suspendido el tratado en 2007 y detuvo su participación activa en 2015, un año después de invadir Crimea y anexionarse la península ucrania de manera ilegal. El pasado mayo, cuando ya se había cumplido un año de la invasión a gran escala de Ucrania, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, firmó un decreto que denunciaba el tratado, que ha dado por enterrado por completo hoy. “El Tratado FACE se concluyó al final de la Guerra Fría, cuando parecía posible la formación de una nueva arquitectura de seguridad global y europea basada en la cooperación y se hicieron intentos apropiados”, ha dicho en un comunicado el Ministerio de Exteriores ruso.
Acusaciones de Moscú
Moscú acusa a la OTAN de “incitar” el conflicto en Ucrania, aunque fue el Kremlin el que lanzó la invasión a gran escala hace más de 600 días, y señala como uno de los factores de la retirada del pacto la adhesión de Finlandia a la Alianza Atlántica —desencadenada por la guerra contra Ucrania y completada el pasado abril— y la solicitud de Suecia de sumarse. “El Tratado FACE se ha vuelto inaceptable desde el punto de vista de los intereses fundamentales de la seguridad de Rusia”, dice Moscú.
Las relaciones entre la OTAN y Rusia se encuentran en su punto más bajo desde la Guerra Fría por la invasión a gran escala de Ucrania, ordenada por Putin el 24 de febrero de 2022. En los últimos años, a medida que el jefe del Kremlin avanzaba en su apetito imperialista, los vínculos con la Alianza Atlántica ―cuya expansión hacia el este por decisión propia de Estados como Polonia ha utilizado Moscú como una excusa para la guerra― se han ido cortando.
A eso se suma la salida de Rusia de acuerdos con Estados Unidos (juntos poseen la gran mayoría de armas más destructivas del mundo) o la propia Alianza, que construyeron una nueva arquitectura de seguridad en la Guerra Fría que se ha derrumbado con la invasión. La semana pasada, Moscú se retiró del tratado mundial que prohíbe las pruebas nucleares (CTBTW, por sus sigas en inglés) y destinado, como los otros acuerdos, a limitar la proliferación de armamento. También está suspendido el New Start, firmado entre Washington y Moscú, que establece límites verificables del despliegue de misiles balísticos intercontinentales. El Gobierno de Donald Trump retiró a Estados Unidos de ese tratado tras acusar a Rusia de violarlo. El pasado febrero, Putin aseguró que también suspendía del pacto.
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