Zelenski advierte a Trump de que su promesa electoral de terminar con la guerra es inviable

Aumenta la preocupación en Kiev por la oposición del Partido Republicano a mantener el ritmo de ayuda estadounidense contra Rusia

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en una rueda de prensa desde Kiev el 4 de noviembre.THOMAS PETER (REUTERS)

La relación de Donald Trump con Ucrania ha sido tormentosa. El primer impeachment contra el expresidente se produjo en 2019, cuando una investigación del Congreso de Estados Unidos concluyó que la administración de Trump chantajeó a las autoridades ucranias con bloquear ayuda militar para su país si no abrían una investigación por presunta corrupción en Ucrania contra Joe Biden y su hijo Hunter. Trump siempre ha sido conciliador con el autócrata ruso Vladímir Putin. El Kremlin...

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La relación de Donald Trump con Ucrania ha sido tormentosa. El primer impeachment contra el expresidente se produjo en 2019, cuando una investigación del Congreso de Estados Unidos concluyó que la administración de Trump chantajeó a las autoridades ucranias con bloquear ayuda militar para su país si no abrían una investigación por presunta corrupción en Ucrania contra Joe Biden y su hijo Hunter. Trump siempre ha sido conciliador con el autócrata ruso Vladímir Putin. El Kremlin, además, estuvo detrás de una campaña masiva de difamación que erosionó la candidatura presidencial de Hillary Clinton frente al magnate en 2016. Trump, favorito en las encuestas para volver a la presidencia y relevar a Biden, ha insistido en que, si fuera elegido, acabaría la guerra “en 24 horas”. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, le respondió el domingo por primera vez: “Yo solo necesito 24 minutos, no más, para explicarle que no puede gestionar esta guerra. No puede conseguir la paz y la razón es Putin”.

La principal preocupación de Kiev en el tablero diplomático internacional es el Partido Republicano. El propio Zelenski afirmó en Washington el 21 de septiembre que “sin Estados Unidos, Ucrania perderá la guerra”. De hecho, la mayoría conservadora en el Congreso bloqueó el pasado septiembre futuras partidas para Ucrania. En octubre, los republicanos priorizaron la ayuda para Israel en su invasión de Gaza y frenaron de nuevo la solicitud de Biden de financiar a Ucrania de forma rápida y con el mayor presupuesto hasta la fecha —60.000 millones de dólares—. Entre los republicanos hay fervientes aliados de Kiev, pero son mayoría los críticos que consideran que el apoyo incondicional es insostenible.

“Los contribuyentes americanos se están cansando de tener que financiar una guerra eterna, en tablas y en la que no hay visos de victoria”, afirmaron ocho congresistas republicanos en una carta dirigida a Biden el 31 de octubre. La misiva establecía 12 condiciones que la Casa Blanca debe cumplir, demandando sobre todo claridad en las previsiones de cómo puede terminar la guerra: “Hasta que su Administración no cumpla satisfactoriamente con estas condiciones, la financiación de Ucrania no será considerada en el Congreso”.

La situación no es nueva, pero la incapacidad ucrania de avanzar en el frente y el cansancio generalizado con la guerra ―tanto en Ucrania como en el resto del mundo, según ha admitido Zelenski― están elevando la presión para que el conflicto llegue a su fin. El ministro de Exteriores ucranio, Dmitro Kuleba, reconoció el 30 de octubre en una entrevista televisiva su preocupación por el bloqueo en el Congreso estadounidense y “por la considerable resistencia política” que existe para sostener a Ucrania, aunque se mostró seguro de que los republicanos terminarán por dar apoyo. Kuleba ya admitía un año antes en el medio digital Axios “la preocupación” que había en su país por la promesa republicana de cortar el grifo realizada en las elecciones legislativas de noviembre de 2022. “Creo que lo podremos solucionar”, dijo entonces el titular de Exteriores: “La gente hace declaraciones políticas antes de unas elecciones y tras las elecciones sigue otras políticas”.

Sin embargo, los republicanos cumplieron con su palabra de “no dar un cheque en blanco” a Ucrania, como afirmó el congresista Kevin McCarthy. Además, a medida que se acercan las elecciones presidenciales, convocadas en noviembre de 2024, el tono contra Kiev subirá más. Las voces más populistas entre los candidatos a las primarias republicanas no se cortan. Vivek Ramaswamy lo dejó claro en una entrevista el 30 de octubre con el periodista Piers Morgan: si es elegido presidente, conseguirá un acuerdo para acabar con la guerra en la que garantizará a Rusia el control de los territorios que ha conquistado, además de que bloquearía el acceso de Ucrania en la OTAN.

Trump es el máximo exponente del populismo y extremismo republicano, y con la cuestión ucrania no ha sido menos. En una entrevista del pasado julio con la cadena Fox, el expresidente afirmó: “Como sabéis, yo me llevo bien con Putin, y le diría que esto hay que solucionarlo, y a Zelenski le diría que hay que solucionarlo, y conseguiría un acuerdo en 24 horas. Las cifras de muertos que nos dan no son la verdad, están muriendo cientos de miles de personas”. “Te preguntan si estás con Rusia o con Ucrania”, dijo Trump, “pero yo estoy con que no mueran más personas”.

Zelenski respondió a Trump este domingo en una entrevista en la televisión NBC: “Invito a Donald Trump a venir aquí, será bienvenido, y si viene, necesitaré 24 minutos, no más, para explicarle que no puede gestionar esta guerra, no puede conseguir la paz, si no se trata de ceder nuestro territorio a Putin, si no está dispuesto a ceder nuestra independencia. Si es así, entonces no hay manera de gestionar la guerra”. El presidente ucranio se mantiene firme en que solo se podrá negociar la paz si Rusia abandona todos los territorios ocupados.

Las posibilidades de que Trump sea reelegido en 2024 como presidente dependen en primera instancia de si supera las varias causas judiciales en las que está involucrado. Zelenski admitió en la NBC que dudaba si un Gobierno de Trump pudiera ser aliado de Ucrania: “De verdad, no lo sé”. Algo que parece evidente es un cambio sustancial en la retórica de la cúpula política en Kiev, que hasta ahora, en público, había mostrado su convicción de que los dos partidos estadounidenses estarían siempre del lado de Ucrania para expulsar a Rusia de su territorio. Zelenski se encomendó, como ha hecho en otras ocasiones, a la opinión pública: “No todo depende de los presidentes, de las instituciones, lo más importante es la opinión de la gente, de las personas”. Sin embargo, la opinión pública también está empeorando: según una encuesta del centro de análisis demoscópicos Gallup del 2 de noviembre, un 41% de los estadounidenses creen que su Gobierno “hace demasiado” por Ucrania; en junio, este grupo representaba al 29% de los encuestados y en enero, un 28%.

El politólogo Viktor Kaspruk ha resumido este lunes el temor ucranio: “Que la defensa contra Moscú continúe con éxito depende de que Biden tire adelante en el Congreso con las ayudas para Ucrania”. “Y lo que suceda a partir de allí dependerá de si Ucrania consigue más éxitos en el frente y también de los resultados de las elecciones estadounidenses”, prosiguió este analista en la cadena de televisión digital ucrania Espresso, “pero por desgracia, ambos factores volverán a ser opuestos”. Kaspruk se refería así al hecho de que, para evitar perder popularidad, la ayuda militar a Ucrania continuará siendo menor a la necesaria para ganar la guerra.

De forma similar se expresó la semana pasada en The Economist el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias, Valeri Zaluzhni: el frente está estancado, y “muy posiblemente” continuará así durante por lo menos un año, porque sus tropas no cuentan con más y mejor armamento de los aliados de la OTAN. Zaluzhni confirmaba que el apoyo militar exterior ha sido lento e insuficiente, para evitar una confrontación de la OTAN con Rusia. La estrategia republicana añade todavía más dificultades para que se produzcan avances para Ucrania en la guerra.

Israel, la prioridad

“Rusia quiere sacar el foco del mundo sobre Ucrania”, añadió Zelenski en NBC, reiterando su denuncia de que el Kremlin está detrás de los ataques de Hamás contra Israel. Este discurso es compartido por el presidente y por todos sus hombres de confianza. Kirilo Budanov, jefe de los servicios de inteligencia del ministerio de Defensa ucranio, asumía en una entrevista en el diario Pravda del pasado octubre que si la guerra de Israel dura más de algunas semanas, “habrá problemas, seguro, porque Ucrania no será el único país con necesidades de munición y de armamento”. Mark. F. Cancian, coronel estadounidense y experto del Centro para Estudios Internacionales y Estratégicos, subrayaba en un documento del 12 de octubre que “Israel tendrá prioridad porque su relación con Estados Unidos es más cercana y larga que con Ucrania”. Esta es la posición que los republicanos esgrimen.

A medida que la situación en Washington se vuelve más complicada, más ojos están puestos en la Unión Europea. Úrsula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, visitó el sábado Kiev para reiterar el apoyo de la UE a Ucrania con, entre otras medidas, un nuevo plan de asistencia de 50.000 millones de euros. Además, Von der Leyen descartó suscribir posibles negociaciones para conseguir un alto el fuego sin que cumplan con las exigencias de Kiev.

El general francés Jerôme Pellistrandi, analista habitual de la guerra, explicó la semana pasada en una entrevista telefónica con este diario que ahora más que nunca es necesario que Europa asuma el liderazgo que ha tenido hasta ahora Estados Unidos: “En los próximos meses, los asuntos internos serán más importantes, y a medida que se acerca la campaña [de las presidenciales], será más difícil para Biden convencer a la opinión pública que hay que dar más dinero a Ucrania. Europa tiene una responsabilidad, y la amenaza es contra Europa, por lo que debemos tener un mayor liderazgo en los próximos meses”.

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