Ucrania teme que la guerra acabe en una división del país como en la península de Corea
Políticos y expertos creen que si ninguno de los dos bandos desequilibra la balanza en el frente, el desgaste y la presión internacional pueden forzar un cese de las hostilidades con una ruptura territorial
Un fantasma de la Guerra Fría ha aparecido en el debate político sobre el futuro de Ucrania: es el temor a que el país se rompa en dos, como sucedió con la península de Corea. El estancamiento en el frente, sin que ninguno de los bandos pueda desequilibrar la balanza, ha provocado que cada vez más voces políticas y académicas observen la posibilidad de que, igual que pasó entre Corea del Norte y Corea del Sur, se produzca un cese de las hostilidades que desemboque...
Un fantasma de la Guerra Fría ha aparecido en el debate político sobre el futuro de Ucrania: es el temor a que el país se rompa en dos, como sucedió con la península de Corea. El estancamiento en el frente, sin que ninguno de los bandos pueda desequilibrar la balanza, ha provocado que cada vez más voces políticas y académicas observen la posibilidad de que, igual que pasó entre Corea del Norte y Corea del Sur, se produzca un cese de las hostilidades que desemboque en dos realidades opuestas: la de la Ucrania libre e integrada en el bloque occidental, y la de una Ucrania anexionada de facto por Rusia.
El final de la II Guerra Mundial llevó a la división de la península de Corea, hasta entonces ocupada por el imperio japonés. La parte al norte del famoso paralelo 38 estaría tutelada por la Unión Soviética; y la sur, por Estados Unidos. Tras intentos fallidos de reunificación, en 1948 fueron proclamados dos nuevos Estados, la Corea comunista y la Corea aliada de Estados Unidos. Corea del Norte inició una guerra de invasión del sur en 1950 que provocó la intervención militar de Estados Unidos, bajo el amparo de Naciones Unidas. A favor del norte participó militarmente China, mientras la Unión Soviética le daba apoyo en recursos. En 1953, se firmó el armisticio por el que ambos países cesaban temporalmente las hostilidades, sin que hubiera un acuerdo de paz. Y así sigue hasta hoy.
El escenario coreano siempre ha estado sobre la mesa en la crisis ucrania. Numerosos análisis académicos apuntaban ya en 2022 en este sentido. Pero ha sido este año cuando progresivamente ha ido cobrando forma el temor a la partición de Ucrania. En enero pasado, Oleksii Danilov, secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Ucrania, advirtió: “Se nos está ofreciendo la opción coreana. ‘Aquí hay unos ucranios, aquí otros ucranios y aquí no hay ucranios’. Estoy convencido de que unas de las opciones que nos ofrecerán es este paralelo 38″. Oleksii Arestovich, conocido comentarista público ucranio y exasesor del presidente, Volodímir Zelenski, incidió en febrero en el tema: el país puede terminar “en un escenario de dos Coreas”. “Lo peor de todo”, añadió Arestovich, “es que Occidente piensa de esta manera, y somos totalmente dependientes de ellos”.
Las palabras de Danilov y Arestovich fueron pronunciadas antes de que comenzara la contraofensiva ucrania —que empezó en junio—, y en la que tanto la sociedad ucrania como sus aliados en la OTAN tenían puestas unas expectativas de éxito que se han probado exageradas. Rusia continúa ocupando un 18% del territorio ucranio. Es el mismo porcentaje desde noviembre, desde la última ofensiva ucrania victoriosa, cuando fue liberada la mitad de la provincia de Jersón.
El expresidente de Estados Unidos George W. Bush sacó a colación la opción coreana en una conferencia del 8 de septiembre en la reunión anual del grupo Estrategia Europea de Yalta (YES), unas jornadas políticas que se celebraron en Kiev. Bush introdujo en su discurso la posibilidad de que la guerra, como en Corea, divida el país y no finalice formalmente nunca. Preguntado por si Ucrania debía ceder parte de su territorio para alcanzar la paz, Bush respondió que esta era una decisión que deben tomar los ucranios, y que Estados Unidos y el resto de los aliados los apoyarán si así lo deciden o si quieren continuar combatiendo.
Pactos entre bambalinas
Tanto Zelenski como los altos mandos de las Fuerzas Armadas Ucranias piden más tiempo, piden apoyo para una guerra que dure años, pero no todos los socios internacionales de Kiev están por la labor, según ha reconocido el propio mandatario. En su intervención del 19 de septiembre en la Asamblea General de la ONU, el presidente ucranio dijo estar “al corriente de los intentos de alcanzar turbios pactos [de paz] entre bambalinas”. Más claro fue en una entrevista, también de este septiembre, con The Economist. Zelenski admitió que había detectado un cambio en algunos de los líderes internacionales con los que se reúne periódicamente: “Tengo esta intuición, leyendo, escuchando y mirándolos a los ojos cuando me dicen ‘estaremos siempre con vosotros’. Y veo que él o ella ya no está aquí, no está con nosotros”.
El miércoles se produjo un ejemplo claro de la fragilidad de estas alianzas. Polonia ha sido uno de los apoyos más incondicionales de Ucrania en la guerra y pese a ello, un conflicto bilateral sobre importaciones agrícolas ha provocado un terremoto en el que el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, aseguró el miércoles que no estaban previstos nuevos envíos de armas a Ucrania, más allá de los ya acordados. El presidente polaco, Andrzej Duda, incluso comparó a su país vecino con una persona desesperada que arrastra a la muerte a quien quiere socorrerla: “Es como si estuviéramos tratando con una persona que se ahoga. Cualquiera que haya intentado ayudar a alguien que se ahoga sabe que es extremadamente peligroso porque te puede arrastrar a las profundidades”.
Cuatro opciones de futuro
En las jornadas anuales del grupo YES se presentó un informe sombrío sobre el futuro de Ucrania en 2040. El documento, que ha sido elaborado por políticos ucranios y que fue resumido por el diputado Oleksii Zhmerenetskii, ofrece cuatro posibilidades de futuro, y solo una es positiva. La primera establece que la dominación rusa puede desembocar en una guerra mundial si el país invasor decide atacar a otros Estados del mar Negro. La segunda opción indica que, tras verse Ucrania forzada a pactar un alto el fuego cediendo territorio, el enfado popular lleve a grupos ultranacionalistas al poder y conviertan el país en una autocracia. La tercera opción señala que Ucrania se desintegra en múltiples regiones autónomas. La cuarta opción, la positiva, es la que contempla que Ucrania gana la guerra y expulsa a los rusos de su territorio.
El escenario coreano formaría parte de la segunda opción, la que vaticina un serio peligro de involución democrática en Ucrania. De hecho, un asesor del Ministerio de Exteriores eslovaco explicó este mes a EL PAÍS que una de las principales preocupaciones de su Gobierno es que, llegado el momento de forzar las negociaciones entre los dos bandos, Ucrania tome una senda autoritaria.
“Ganar la paz”
Hay académicos que están defendiendo que la opción coreana puede ser la menos mala para Ucrania. El principal valedor de esta tesis es Stephen Kotkin, uno de los expertos más reconocidos de la historia de la Unión Soviética y de Rusia. Desde su posición como académico en la Universidad de Stanford y en el Instituto Hoover, Kotkin defiende que para Ucrania ha llegado el momento “no de ganar la guerra, sino de ganar una paz duradera”. En una entrevista del 25 de agosto para War on the Rocks, uno de los medios de análisis de la guerra en Ucrania más reputados, Kotkin constató que los acontecimientos en el campo de batalla prueban que el momento de la euforia ha pasado y el ejército ruso “no se desmoronó”.
Para Kotkin, la victoria ucrania es incorporarse a la Unión Europea y a un nuevo modelo de seguridad, sea dentro de la OTAN o en un acuerdo de defensa similar al que tiene Corea del Sur con Estados Unidos. “¿Para esto necesitas todo el territorio?”, se pregunta Kotkin. Él no tiene claro que sea posible, no solo en cuanto a recursos militares, sino también en cuanto a la realidad social de las zonas anexionadas por Rusia con el apoyo de los separatistas de Donbás: “En Crimea [península del mar Negro anexionada ilegalmente por Rusia en 2014] ya hay más de dos millones de rusos. Si se libera Crimea, ¿se expulsará a estos rusos? ¿Habrá una limpieza étnica como la que llevaron a cabo los rusos con los tártaros [pueblo nativo de Crimea]? Porque esta gente es, además, un potencial foco de insurgencia”.
“Corea del Sur no tiene todo el territorio, pero tiene seguridad tras un armisticio”, explicaba Kotkin en una conferencia del Instituto Hoover en julio: “Es una salida imperfecta, porque dejó muchas familias divididas, pero Corea del Sur es una de las sociedades más prósperas del mundo. Ucrania puede seguir este camino”.
La división de Alemania
Kotkin no es el único que piensa así. En un debate organizado el 8 de septiembre por la radio estadounidense NPR, destacados expertos apostaban por lo mismo. Carter Malkasian, exasesor del Estado Mayor estadounidense y director del departamento de análisis de defensa de la Escuela Naval de Postgrados, afirmó que “el modelo de armisticio coreano podría ser la mejor opción, aunque nada garantiza su éxito”. Jong Eun Lee, militar surcoreano retirado y profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de North Greenville, fue también claro en este sentido: “Es controvertido decirlo, pero tras una división tan larga, que ha dejado [en Corea] una diferencia cultural, política, económica, quizá mejor que empezar una guerra, o unificar a los dos países de una forma tan costosa como en Alemania, es más realista una progresiva coexistencia pacífica”.
El caso alemán también ha sido ampliamente utilizado para entender qué depara el futuro a Ucrania, pero hay diferencias notorias, porque las dos Alemanias, como las dos Coreas, eran Estados formados y reconocidos internacionalmente. Además, entre la Alemania occidental y la oriental no hubo un conflicto armado. Al caso alemán sí se recurre desde Kiev para demostrar que pese a la ocupación rusa de parte de su territorio, la Ucrania libre puede ser miembro de la OTAN, como lo era la República Federal Alemana.
Malkasian reiteró un aspecto en el que coinciden todos los analistas militares consultados en los últimos meses por EL PAÍS: “Las negociaciones serán posibles a medida que los combates continúen y ambos bandos se agoten, acumulando grandes pérdidas”. Malkasian subrayó que la única forma de que esto suceda, de que en el futuro se produzcan negociaciones de paz, es precisamente mediante un apoyo militar a largo plazo de los aliados de Ucrania en la OTAN, porque “es la única manera de que Ucrania mantenga su posición y cierta presión sobre Rusia”.
“Sin un gran avance militar ucranio o sin un gran cambio político en Rusia, las dos partes se encontrarán en la misma situación que las fuerzas coreanas en 1953 [cuando se firmó el armisticio]: bloqueadas en una línea de guerra que avanza poco, para un lado o el otro”. Esto escribió el pasado agosto John Feffer, académico del estadounidense Instituto para Estudios Políticos. Feffer cree que con este bloqueo, y tras un enorme desgaste de ambos Ejércitos que les predisponga a negociar, la comunidad internacional propondrá un armisticio. Pero Feffer es poco optimista sobre el fin de las hostilidades. En primer lugar, porque, a diferencia de las dos Coreas, las fronteras de los territorios anexionados por Rusia no son reconocidas por la comunidad internacional. Y la experiencia, según él, demuestra que “Rusia, como hizo en Georgia y Moldavia, utilizará la situación para desestabilizar a Ucrania”. Ucrania, por su lado, “querrá convencer a la población de los territorios ocupados del este de reunificarse para formar parte de la próspera Europa”.
El modelo israelí
Hay otro país que para Zelenski es un modelo a seguir: Israel. En numerosas intervenciones ha declarado el presidente que Ucrania debe militarizarse para una vida en constante amenaza, y debe disponer de un sistema de defensa antiaérea que permita a sus ciudades desarrollarse pese a bombardeos periódicos. Kotkin ha criticado esta idea de transformar a Ucrania “en un Estado fortaleza”, porque “no ayuda a conseguir una paz duradera” y porque difícilmente casaría con la adhesión a la UE.
¿Y podría ser Ucrania miembro de la Unión Europea en un conflicto militar permanente con Rusia? El ministro de Exteriores ucranio, Dmitro Kuleba, dio la respuesta en una entrevista con EL PAÍS en julio de 2022: Chipre, que tiene parte de su territorio ocupado por Turquía, es miembro de la UE. “Europa está llena de conflictos que quedan bajo la capa de negociaciones interminables”, añadió Kuleba. “Estoy seguro de que si hay una voluntad de encontrar una solución política, habrá una manera de que Ucrania sea miembro de la UE.”
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