El hombre que mueve los hilos en una Georgia que nada entre Bruselas y Moscú

El magnate Bidzina Ivanishvili controla desde hace 10 años un Gobierno que, aunque oficialmente intenta integrarse en la Unión Europea, cada vez se acerca más a Rusia

El entonces primer ministro de Georgia, Bidzina Ivanishvili, en una rueda de prensa en Bruselas en 2012.Thierry Monasse (Corbis via Getty Images)

La imagen resume la compleja situación de Georgia. Una mujer se enfrenta a los disparos de cañones de agua blandiendo una bandera de la Unión Europea. Sucedió el pasado martes frente al Parlamento de Tbilisi, la capital de un país con apenas 3,7 millones de habitantes que adquirió un gran peso estratégico desde su independencia de la URSS en 1991.

Alrededor de ella se unieron otros activistas que empuñaban la bandera de la UE, a pesar de que la fuerza del agua los propulsaba hacia atrás. Protestaban contra un proyecto de ley que acababa de aprobar en primera lectura el Parlamento, la co...

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La imagen resume la compleja situación de Georgia. Una mujer se enfrenta a los disparos de cañones de agua blandiendo una bandera de la Unión Europea. Sucedió el pasado martes frente al Parlamento de Tbilisi, la capital de un país con apenas 3,7 millones de habitantes que adquirió un gran peso estratégico desde su independencia de la URSS en 1991.

Alrededor de ella se unieron otros activistas que empuñaban la bandera de la UE, a pesar de que la fuerza del agua los propulsaba hacia atrás. Protestaban contra un proyecto de ley que acababa de aprobar en primera lectura el Parlamento, la conocida como ley de los agentes extranjeros, y que finalmente fue retirado el pasado viernes por las protestas que desató. La norma, inspirada en una legislación rusa implantada en 2012, contemplaba multas y penas de hasta cinco años de cárcel para todos los medios, ONG y activistas que recibieran de fuera del país al menos el 20% de sus fondos. En Rusia ha permitido desde entonces cerrar medios independientes y encarcelar a varias personas.

Detrás de los cañones de agua estaba la policía; detrás de los antidisturbios se encuentra el partido que gobierna el país desde 2012, Sueño Georgiano, con su primer ministro, Irakli Garibashvili. Y detrás de la policía, del Gobierno y del primer ministro se cierne la gigantesca sombra del magnate Bidzina Ivanishvili, el hombre que ya no necesita salir en las fotos. Pero sí lo hacía en 2012 cuando fundó Sueño Georgiano. Resultó elegido primer ministro ese mismo año y se retiró de la primera fila de la política en noviembre de 2013.

Manifestantes que portan una bandera de la Unión Europea son reprimidos con un cañón de agua por la policía antidisturbios de Georgia, en Tbilisi, el pasado 7 de marzo.Foto: ZURAB TSERTSVADZE (AFP)

Kornely Kakachia, director del centro de análisis Instituto Georgiano de Política, con sede en Tbilisi, colaboró en 2017 en un estudio sobre oligarcas en Moldavia, Ucrania y Georgia. El estudio destacaba que, en Georgia, a diferencia de Ucrania, no había un grupo de magnates para equilibrar el poder, sino un solo hombre, Ivanishvili, con plena influencia en la política, la justicia y los medios. Kakachia indica en un intercambio de mensajes: “Ivanishvili está fuera del control democrático, fuera de los controles y equilibrios institucionales. Pero en última instancia es él quien manda en el país, lo que coloca a Georgia en una posición vulnerable tanto frente a la democracia como frente a la política exterior”.

Ivanishvili nació hace 67 años en Chorvila, un pequeño pueblo a 170 kilómetros de la capital de Georgia. Era el menor de los cinco hijos de un minero y una ama de casa. En una entrevista concedida a la revista Forbes durante la campaña electoral en marzo de 2012, aseguró que a veces en su casa no había dinero para zapatos, que tuvo acceso a la electricidad con ocho años y a su primera radio con 14. Completó estudios de Ingeniería y Economía, en 1984 se marchó a Moscú. Y allí inició su fortuna vendiendo ordenadores y teléfonos. En 1990 fundó un banco y siete años después un conglomerado de empresas metalúrgicas, Metalloinvest.

Cuando se presentó a las elecciones renunció a la nacionalidad rusa. Su fortuna ascendía entonces, según Forbes, a 6.400 millones de dólares (6.000 millones de euros). El millonario aseguró haber vendido todos sus negocios en Rusia. Y trataba de desvincularse ante la opinión pública internacional de un Putin que había llegado a la presidencia rusa en el año 2000. “Cuando Putin llegó al poder empecé a hacer las maletas”, confesó en la citada entrevista.

El magnate se movió en la ambigüedad nada más llegar al poder con una promesa que hoy resulta más quijotesca que nunca: prometía integrar a su país en la Unión Europea y en la OTAN, al mismo tiempo que pretendía restablecer las relaciones con Moscú. En Georgia aún pesa el recuerdo de la guerra de los cinco días, cuando Rusia invadió el país en 2008, y proclamó la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, regiones que abarcaban el 20% de su territorio.

Hacia dónde va Georgia

La gran pregunta ahora es, ¿hacia dónde va Georgia y hacia dónde la pretende llevar Ivanishvili?

Régis Genté, periodista y experto postsoviético afincado en Tbilisi desde hace 21 años, cree que desde hace dos años, y especialmente desde la invasión de Ucrania el 24 de febrero de 2022, el magnate se ha visto obligado a renunciar a su calculada ambigüedad por la presión de Rusia. “Él es el único hombre importante en la política georgiana. Los demás no cuentan. El primer ministro [Irakli Garibashvili] no es nadie. Ivanishvili, sin embargo, es muy poderoso, no solo porque es rico, sino porque sabe cómo funciona la política en la zona postsoviética. Sabe a quién comprar y cómo hacerlo. Pero hizo su fortuna en Rusia y siempre estará bajo el control de Moscú. Además, hay un hecho muy significativo: Ivanishvili nunca ha sido criticado en la prensa rusa. Y para mí es obvio que esta ley sobre agentes extranjeros ha sido impulsada por Rusia”.

Todas las fuentes consultadas coinciden en que el hombre que verdaderamente manda en Georgia es Ivanishvili. Monica Ellena, editora de Eurasia en el Institute for War and Peace Reporting, afincada en Londres tras haber vivido cuatro años en Georgia, sostiene que desde 2012, “un número considerable” de altos cargos del Gobierno y funcionarios del partido “tenían, y siguen teniendo”, fuertes vínculos con Ivanishvili. “Le deben su carrera política”. Ellena asegura que la relación de Georgia con Bruselas y Washington ha caído en picado en el último año y medio. Y achaca la responsabilidad al magnate. “Pero esto no es algo que los georgianos vayan a aceptar nunca”, augura. “La gran mayoría de la población es abiertamente pro-UE, abiertamente antirrusa y abiertamente partidaria de la lucha de Ucrania por su supervivencia tras la invasión rusa”.

Bidzina Ivanishvili, en una rueda de prensa en Tbilisi, en 2013.Shakh Aivazov (AP)

El periodista estadounidense Joshua Kucera, que reside en Tbilisi desde hace dos años, no cree que el magnate sea prorruso. “A la oposición le gusta llamar prorruso al partido gobernante”, sostiene. “Pero el principal interés de Sueño Georgiano es aferrarse al poder. En cuanto a las motivaciones de Ivanishvili, son difíciles de entender. Puede que le mueva un propósito histórico. Como mucha gente muy rica, tal vez quiere “salvar” a su país y cree que es el único capaz de hacerlo”.

Por su parte, el investigador Max Fras, de la London School of Economics (LSE) Consulting, indica por correo electrónico: “El proyecto de ley [sobre agentes extranjeros] es prorruso. Pero, ¿de qué parte está Ivanishvili? Esa es la pregunta del millón de dólares. Él hizo su dinero en Rusia, vivió en Francia y tiene contactos en todos lados. Es, antes que nada, un multimillonario. Y sabe que los georgianos son proeuropeos. Sabe que la UE y la OTAN tienen que ser prioritarias. Y mucha gente en su primer Gabinete era proeuropea. Desde 2012 su partido ha hecho movimientos que tienden hacia Europa, como acuerdos de visados y de asociación. Pero el último movimiento, sin duda, es prorruso”.

Fras añade que desde la invasión de Ucrania, Sueño Georgiano, el partido en el Gobierno, ha hecho varios movimientos que le acercan al Kremlin: “Georgia se ha negado a sumarse al régimen de sanciones occidentales contra Rusia. Y la ley de agentes extranjeros apunta injustamente contra la frágil sociedad civil de Georgia”.

Esa ley permitiría, según Fras, controlar a organizaciones que trabajan con donantes occidentales. “Pero las organizaciones que reciben dinero negro de Rusia no estarían sujetas a la norma, porque los fondos que reciben no se registran en ningún sitio”, concluye.

Por su parte, la socióloga Mira Milosevich, del Real Instituto Elcano, cree que el hecho de solicitar el ingreso en la UE, como hizo Sueño Georgiano, obedece a la intención de acceder a los fondos europeos que obtienen por optar a la candidatura. “La estrategia del Kremlin es tener hombres prorrusos en el Gobierno. Y con la ley de agentes extranjeros pretenden dividir a la población entre patriotas y no patriotas”, señala.

El analista de Países Bajos Jelger Groeneveld, especialista en el Cáucaso, concluye: “Puede que Ivanishvili no sea necesariamente prorruso, pero tiene intereses creados. Él intenta protegerlos dirigiendo el país como su feudo personal. Y esos intereses no se ven favorecidos por las normas que exige la UE en materia de licitaciones públicas, de corrupción, de separación de poderes, etcétera...”.

El proyecto de ley sobre agentes extranjeros fue retirado formalmente por el Gobierno el pasado viernes, ante la presión de la calle y tras el rechazo de la Unión Europea. Pero hay activistas que desconfían de las verdaderas intenciones de Sueño Georgiano. Y creen que, aunque han ganado esta batalla, la lucha continúa entre prorrusos y partidarios de Europa. Y el magnate ya no se pronuncia en público sobre sus intenciones.

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