Países Bajos abrirá al público el archivo con los datos personales de los investigados por colaborar con los nazis
Los hijos de colaboracionistas temen que la publicación en internet de información sensible, prevista para 2025, reabra heridas. Unas 300.000 personas estuvieron bajo sospecha o fueron juzgadas después de la II Guerra Mundial
Los datos personales de unos 300.000 holandeses que fueron investigados o juzgados después de la II Guerra Mundial por su colaboración con los nazis estarán disponibles en internet para todos los ciudadanos que quieran consultarlos. El proyecto se denomina Oorlog voor de Rechter (La guerra ante los tribunales) y se hará accesible al público a partir de 2025. El proceso de digitalización ha sido anunciado este jueves por el ...
Los datos personales de unos 300.000 holandeses que fueron investigados o juzgados después de la II Guerra Mundial por su colaboración con los nazis estarán disponibles en internet para todos los ciudadanos que quieran consultarlos. El proyecto se denomina Oorlog voor de Rechter (La guerra ante los tribunales) y se hará accesible al público a partir de 2025. El proceso de digitalización ha sido anunciado este jueves por el Archivo Nacional de Países Bajos, y los expedientes abarcan desde casos de delación y traición al luchar junto con el ejército alemán en el frente oriental, a la afiliación al Movimiento Nacional Socialista de Países Bajos (NSB), partido fascista y el único legal durante la ocupación. Hasta ahora, los ficheros se han podido consultar con limitaciones para proteger a los implicados vivos, pero el periodo de protección de datos personales expira dentro de dos años, cuando se calcula que ya habrán fallecido los posibles afectados. Los descendientes de los colaboracionistas, en especial sus hijos, temen que la publicación de información sensible sobre sus familias reabra las heridas de la marginación que denuncian haber padecido, por culpa del pasado de sus padres.
El archivo digitalizado, con un acceso más amplio a los datos, incluirá expedientes sobre casos de sospechas infundadas y absoluciones. Su apertura aportará una visión más completa a la realidad social durante la contienda. Además, los parientes de las víctimas podrán averiguar información que tal vez desconozcan. De los 107.000 judíos deportados desde Países Bajos a los campos de concentración, solo regresaron 5.000.
La documentación sobre los procesos al colaboracionismo holandés forma parte del Archivo Central de la Jurisdicción Especial (CABR, en sus siglas neerlandesas). Durante la II Guerra Mundial, Países Bajos tenía 8,5 millones de habitantes, según las estadísticas. Tanto los que acabaron siendo juzgados a partir de 1945 ―cerca de un 20% de los 300.000 investigados― como los que nunca llegaron ante los jueces, figuran en ese archivo. Casi 1.900 personas fueron condenadas a penas de 10 o más años de cárcel. Los documentos sobre todas estas vidas, con fotos, diarios, declaraciones de testigos o solicitudes de indultos, ocupan hoy casi cuatro kilómetros del archivo. En total, se dictaron 154 penas de muerte y hubo 39 ejecuciones. Aunque las investigaciones se prolongaron hasta 1951, la mayoría de los detenidos por hechos leves salieron libres a partir de finales de 1945.
“Hay interés por nuestra parte en saber qué pasó. Las 150.000 personas internadas [durante las investigaciones] sufrieron abusos, falta de comida y trabajos forzados”, afirma en una conversación telefónica Jeroen Saris, presidente de la fundación de voluntarios que agrupa desde 1981 a los descendientes de los colaboracionistas (Stichting Werkgroup Herkenning, en neerlandés). “Muchos ni siquiera eran culpables, o bien la falta cometida no revestía tanta gravedad. Fueron castigados duramente, y ahora se podrán investigar mejor los hechos. La apertura del archivo es una obligación legal pasados 75 años, y es en interés de todos conocer el verdadero relato de la guerra”, continúa.
El proyecto de digitalización cuenta con un comité ético y para Saris “es preciso buscar un equilibrio en la salvaguarda de la privacidad, con algunos datos que tal vez deban ser protegidos; hay tiempo hasta 2025 para ver cómo hacerlo”. La fundación que representa calcula que unos 100.000 holandeses se afiliaron al partido NSB y cerca de 25.000 lucharon en las filas alemanas. Sus hijos, en particular, buscan un reconocimiento oficial por la marginación padecida en la propia sociedad holandesa por el colaboracionismo de sus progenitores. Pero en estos momentos, no hay consenso político para debatir este capítulo del pasado.
El Gobierno pasó la guerra en el exilio, en el Reino Unido, y la reina Guillermina ordenó que los tribunales especiales investigaran y juzgasen, en su caso, todos los casos dudosos. Lo que siguió tras la liberación de Países Bajos fue “una operación a gran escala, con arrestos en todo el país, y un criterio muy estricto para lo que se consideraba colaboración”, dice al teléfono Anne-Marieke Samson, portavoz del Archivo Nacional. Cuando se evidenció que mucha gente había tenido algo que ver con el opresor alemán, se buscaron los casos más graves: “Por ejemplo, haber tenido un carné del NSB no bastaba para ser llevado a juicio. Era necesario que el titular hubiese hecho algo reprobable o flagrante”.
Los ficheros no solo contienen los nombres de los sospechosos y de sus víctimas, sino también de familiares o vecinos de los detenidos. “El archivo no es un papel en blanco y negro sobre la sentencia de los jueces. Ofrece muchos matices y comprensión de lo ocurrido en la guerra. A partir de las declaraciones de los testigos, veremos si los miembros del partido NSB estaban aislados en sus propios círculos o bien integrados en la sociedad”, señala el historiador Kees Ribbens, especializado en la cultura de la memoria de la II Guerra Mundial.
En opinión de Ribbens, la percepción holandesa de la contienda ha variado con el tiempo. “En 1946, se pensaba que fuimos un país de héroes y que muchos ciudadanos formaron parte de la resistencia. Ahora comprendemos que solo una parte de la población se sumó a los resistentes, y que hubo otros que colaboraron con los ocupantes germanos. Al abrir el archivo al público, veremos qué pasó con la gente corriente, con las víctimas. Veremos cómo fue la guerra, y los investigadores podrán abordar el pasado de forma más estructurada”. Si bien otros países, como Bélgica o Francia, guardan documentos de esta índole, el historiador cree que es la primera vez que se realiza una digitalización de los mismos a la escala que lo va a hacer Países Bajos.
Para consultar los datos del archivo será preciso introducir una palabra clave en el sistema: el apellido de la persona buscada, una calle, una batalla, un suceso local. “Utilizaremos también la inteligencia artificial para combinar datos, porque en cada expediente hay información sobre otras personas. De modo que no solo puede interesar a los descendientes de los sospechosos: puede aportar nueva información a los de las víctimas. Es posible que estas historias tampoco se hayan contado del todo entre la comunidad judía holandesa, y podrán saber qué ocurrió con los suyos”, indica la portavoz del Archivo Nacional. Desde la institución aclaran que las restricciones actuales de privacidad quedarán sin efecto en 2025: “Se considera que ya no habrá protagonistas con vida, pero no se publicará el dosier de los que sí vivieran”.
Junto con el Archivo Nacional colaboran en el proyecto el Instituto sobre la Guerra, el Holocausto y el Genocidio (NIOD), la organización Netwerk Oorlogsbronnen, para la documentación de la guerra, y el Instituto Huygens de Historia de Países Bajos. La digitalización concluirá en 2027, y Samson calcula que para entonces se habrán hecho 32 millones de escaneos de notas. La financiación corre a cargo de los ministerios de Educación y Cultura, Sanidad, y Justicia.
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