El Bloco de Esquerda afronta su renovación un año después de la debacle electoral en Portugal
Catarina Martins, una de las artífices de la ‘geringonça’ con António Costa en 2015, renuncia al liderazgo después de 11 años
Un año después de sufrir un dramático retroceso en las urnas, al pasar de 19 a 5 diputados en el Parlamento portugués, el Bloco de Esquerda (BE) afronta su renovación. De ser la esperanza de cierto progresismo de izquierdas urbanita hace menos de una década ha pasado al rincón de pensar, relegado al papel de fuerza minoritaria que ya no puede condicionar las políticas de un Gobierno socialista con mayoría absoluta.
La salida de ...
Un año después de sufrir un dramático retroceso en las urnas, al pasar de 19 a 5 diputados en el Parlamento portugués, el Bloco de Esquerda (BE) afronta su renovación. De ser la esperanza de cierto progresismo de izquierdas urbanita hace menos de una década ha pasado al rincón de pensar, relegado al papel de fuerza minoritaria que ya no puede condicionar las políticas de un Gobierno socialista con mayoría absoluta.
La salida de Catarina Martins, que ha estado 11 años al frente de la formación como coordinadora, es el punto de inflexión de la nueva etapa que se decidirá en la próxima convención nacional en mayo. Ese encuentro marcará el camino del Bloco para los próximos tiempos y también el inicio de un nuevo liderazgo que, según la prensa lusa, podría asumir la diputada Mariana Mortágua, una economista que se ha revelado como una parlamentaria aguerrida en asuntos como la turbulenta gestión de la aerolínea TAP o en comisiones de investigación sobre los agujeros sin fin de la banca portuguesa.
Martins anunció este martes su decisión de no presentarse a la reelección. Considera que “el fin de un ciclo político” justifica el recambio en el liderazgo del Bloco que, en su opinión, deberá enfrentarse al “viraje hacia la derecha impuesto por António Costa”. En su intervención no atribuyó las causas de su salida al revés electoral vivido en enero de 2022, cuando los socialistas lograron una inesperada mayoría absoluta y la formación de ultraderecha Chega arrebató al Bloco el lugar como tercera fuerza política que ocupaba desde 2015.
La mayoría de los analistas interpretaron que tanto el Bloco como el Partido Comunista Portugués fueron penalizados por no haber apoyado los Presupuestos del Estado de 2022, lo que llevó a la disolución del Parlamento y al adelanto electoral. Tras una sangría de 252.000 votos, el Bloco se convirtió en la sexta fuerza parlamentaria y fue superado por la coalición formada por comunistas y Los Verdes (CDU), que perdieron la mitad de sus escaños y se quedaron en seis. La salida de Martins y, antes, del comunista Jerónimo de Sousa de los liderazgos de sus respectivas organizaciones convierte a António Costa en el único superviviente de la geringonça que seguirá al frente de su partido a partir de mayo.
Pero si Catarina Martins tiene responsabilidad en el mayor varapalo del BE, también la tiene durante sus grandes victorias. En 2015, con el país todavía tiritando por los años de tutela de la troika (el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo), obtuvieron 19 diputados y un lugar como tercera fuerza parlamentaria. El triunfo catapultó a Catarina Martins, lingüista, actriz y activista de largo recorrido, como una de las estrellas de la nueva izquierda europea, aplaudida cuando llegó a un acuerdo con el Partido Socialista para apoyar una moción de censura que desalojó al conservador Pedro Passos Coelho del Gobierno 11 días después de las elecciones.
Con el respaldo del Bloco y del Partido Comunista Portugués en la moción de censura, el socialista António Costa se convirtió en primer ministro en una pirueta política que asombró en Europa. Había nacido la geringonça. Los dos socios minoritarios no quisieron entrar en el Gobierno, pero dieron estabilidad parlamentaria durante toda la legislatura a Costa. A cambio, lograron revertir algunas de las medidas lesivas de la troika en materia de pensiones, salarios, sanidad y educación. “La geringonça fue un tiempo extraordinario en el que el país mejoró”, defendió este martes Martins.
Los tres antiguos socios no recibieron el mismo trato cuando llegaron a las urnas en 2019. Solo sacaron ventaja los socialistas (subieron en escaños), mientras que los comunistas perdieron votos y el Bloco se mantuvo igual. Esta segunda legislatura nació con otro espíritu. Costa no quiso firmar acuerdos políticos que le comprometiesen y negoció, uno por uno, los proyectos en los que necesitaba apoyo parlamentario. El primer ministro nunca ocultó que se relacionaba peor con Catarina Martins que con el líder comunista Jerónimo de Sousa. Pero la negativa de ambos a apoyar sus terceros presupuestos precipitó las elecciones legislativas de enero de 2022. “La mayoría absoluta ha confirmado que el Partido Socialista nunca se conformó con este camino y ahora está revirtiendo algunas conquistas de la geringonça”, lamentó Martins.
Uno de los últimos actos públicos de Martins antes de anunciar su renuncia fue la asistencia a la histórica manifestación de profesores celebrada el pasado sábado en Lisboa. Las políticas públicas en educación y sanidad han sido siempre los principales caballos de batalla del Bloco, fundado en 1999 por marxistas, troskistas y socialistas que participaban en pequeños partidos de izquierda. A esta base inicial se irían añadiendo independientes y colectivos sociales que defendían causas como el ecologismo, el feminismo o el movimiento LGTBI, lo que conectó al partido con votantes urbanos que no se sentían atraídos por el discurso del Partido Comunista, muy centrado en la vieja lucha de clases y desconectado de nuevas reivindicaciones sociales.
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