Macron sobre la abolición de los toros en Francia: “No es la prioridad del momento”

La Asamblea Nacional vota este jueves una propuesta de la izquierda para prohibir la tauromaquia en Francia

Corrida en la feria de Semana Santa de Arlés, en el sur de Francia, en abril de 2017.BERTRAND LANGLOIS (AFP)

Emmanuel Macron bajó finalmente a la arena. En vísperas del voto este jueves en la Asamblea Nacional de una proposición de ley para abolir totalmente las corridas de toros en Francia, el presidente de la República declaró: “No es la prioridad del momento”.

Las palabras del presidente añaden presión a los diputados macronistas que puedan tener dudas ante la propuesta de ley que ha presentado Aymeric Caron, diputado animalista adscrito a La Fr...

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Emmanuel Macron bajó finalmente a la arena. En vísperas del voto este jueves en la Asamblea Nacional de una proposición de ley para abolir totalmente las corridas de toros en Francia, el presidente de la República declaró: “No es la prioridad del momento”.

Las palabras del presidente añaden presión a los diputados macronistas que puedan tener dudas ante la propuesta de ley que ha presentado Aymeric Caron, diputado animalista adscrito a La Francia Insumisa (LFI), el primer partido del bloque de izquierdas en la Asamblea Nacional. Las corridas de toros son legales ahora en una decena de provincias del sur de Francia, donde se celebran concurridas ferias como las de Nîmes y Arlés.

En los últimos días, se han convocado manifestaciones a favor y en contra. En las redes sociales se cruzan las invectivas. Los taurinos han introducido centenares de enmiendas, algunas cómicas y absurdas, simplemente para diluir el procedimiento. Los partidarios de la ley han logrado a última hora adelantar el voto en el orden del día para evitar que quedase postergado a altas horas de la noche con el riesgo de quedar archivado antes de la votación.

“En las corridas de toros es evidente que hay violencia”, dice la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en un mensaje por vídeo de apoyo a Caron. “Hay crueldad, hay sufrimiento, hay dolor, e incluso hay muerte”.

En 2004 Barcelona se declaró ciudad antitaurina. En 2010, el Parlament de Cataluña abolió las corridas de toros. En 2016, el Tribunal Constitucional español resolvió que, al abolir los toros, el legislativo catalán había invadido competencias estatales, pero no han vuelto a celebrarse corridas en esta comunidad autónoma.

Añadió Colau: “Afortunadamente, las tradiciones y la cultura evolucionan y se actualizan. Hay muchas cosas que también eran tradicionales en nuestra cultura. Por ejemplo, la violencia machista, que por suerte estamos combatiendo y consiguiendo erradicar cada vez más”.

La propuesta de Caron ha dividido a las filas gubernamentales. Aurore Bergé, presidenta del grupo Renaissance, escribió en una tribuna por la abolición en 2021: “La corrida es una práctica bárbara y no es digna del país civilizado en el que hemos sido elegidos”.

También divide a la Nueva Unión Popular Ecológica Social (NUPES), la alianza de socialistas, ecologistas y comunistas bajo el liderazgo de los insumisos de Jean-Luc Mélenchon. El primer secretario del Partido Comunista francés, Fabien Roussel, declaró en la cadena BFM-TV: “Votaré en contra de la prohibición de la corrida. No porque yo defienda la corrida, sino porque pienso que lo que hay detrás de la corrida es la relación entre el hombre y animal, el hombre y la alimentación. Pintores y artistas han tratado esta cuestión. No podemos tratar a alguien de bárbaro por defender la corrida. Con un bárbaro no se habla, y nosotros consideramos que debemos hablar y, más que prohibir, mantener este bello debate sobre esta pasión que existe en el sur de Francia”.

La propuesta de Caron fue rechazada la semana pasada en la Comisión de leyes de la Asamblea Nacional. Pero el voto decisivo es el de este jueves.

Si las corridas de toros han excitado tanto las pasiones políticas, es porque se superponen una multitud de debates. En la base, el bienestar animal y las tradiciones regionales. Pero también la oposición entre norte y sur, entre campo y ciudad.

“El debate es muy simple”, resumía hace unas semanas el diputado Caron en una entrevista con EL PAÍS. “Cada diputado deberá responder a una pregunta: ¿considera usted normal que en 2022, en Francia, se autoricen todavía los espectáculos en los que la gente disfruta con la tortura y la muerte pública de un animal, es decir, de un ser sensible?”

La Francia rural

El martes, en el café de la Asamblea Nacional, el diputado macronista del sur Patrick Vignal acusó a Caron de haber impuesto su propuesta sin el adecuado trabajo de escucha y consenso. También se le reprocha que represente la burbuja burguesa y progresista de las grandes ciudades, insensible a la Francia rural.

“Aymeric Caron”, dice Vignal, “es el arquetipo del tío que desembarca en la provincia, en un pueblo, se instala ahí y al mes le dice al granjero: ‘Oh là là, el gallo canta de madrugada a las cinco’. Un mes después dice: ‘Oh là là, las gallinas huelen mal y ¿ustedes se comen los huevos?’ Y al mes siguiente pone una denuncia en la gendarmería porque huele mal y hay ruido”.

La aparición de Vignal, en un acto contra la ley abolicionista, junto a un diputado del partido del Reagrupamiento Nacional, le ha convertido en el blanco de las críticas por confraternizar con la extrema derecha. Él, que se declara de izquierdas, responde que es la izquierda de Mélenchon la que fomenta el ascenso de la extrema derecha con iniciativas como la de Caron.

“Caron y la NUPES dicen que yo pacto con la extrema derecha: yo le confirmo que ellos están abandonado a la gente que se lanzará a los brazos de los extremos”, dice Vignal.

Durante la conversación, aparece otro diputado macronista, Stéphane Mazars y dice: “Hoy es esto y mañana, ¿qué será?” Y añade: “Detrás de esto hay una ideología política que busca borrar todos los particularismos, todas las tradiciones... A mí la corrida me da igual. Pero mañana será la caza, la barbacoa... ¡Nuestro modo de vida!”

Macron intentó buscar, en sus declaraciones del miércoles, un punto de equilibrio. “Hay que tener en cuenta, a la vez, nuestras especificidades y culturas locales, a las que legítimamente están apegadas algunas regiones y muchos compatriotas, y la condición animal y la sensibilidad que despierta en particular entre las nuevas generaciones”.

Pero avisó: “Gobernar es prever y jerarquizar. Creo que si hoy jerarquizamos bien las cosas, hay que intentar restaurar la paz en Europa, evitar los grandes desequilibrios del mundo, ayudar a resistir ante las consecuencias alimentarias y energéticas de la situación...” Y concluyó: “Lo digo sinceramente: mañana [por el jueves] no habrá prohibición”:

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