Las acusaciones de racismo empañan el relevo en la cúpula del Reagrupamiento Nacional

Marine Le Pen entrega la presidencia del partido de extrema derecha al joven Bardella para centrarse en la conquista del poder

Jordan Bardella, junto a Marine Le Pen, en el congreso del Reagrupamiento Nacional en el que ha sido elegido presidente del partido este sábado.ALAIN JOCARD (AFP)

Todo estaba preparado al detalle. Todo milimetrado para escenificar el relevo en la cúpula del Reagrupamiento Nacional (RN) en el momento más dulce para el histórico partido de la extrema derecha en Francia. Su 18º congreso debía representar este sábado un paso más en el largo camino hacia la normalización, desde los márgenes ideológicos de la sociedad a la respetabilidad. No había margen para el error.

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Todo estaba preparado al detalle. Todo milimetrado para escenificar el relevo en la cúpula del Reagrupamiento Nacional (RN) en el momento más dulce para el histórico partido de la extrema derecha en Francia. Su 18º congreso debía representar este sábado un paso más en el largo camino hacia la normalización, desde los márgenes ideológicos de la sociedad a la respetabilidad. No había margen para el error.

Pero el guion se rompió 48 horas antes de que se anunciase el nombre del nuevo presidente del RN, el joven Jordan Bardella, elegido por los militantes con un 85% de los votos frente al 15% del alcalde de Perpiñán, Louis Aliot. El diputado Grégoire de Fournas —uno de los 89 que, desde las legislativas de junio, constituyen el primer partido de oposición a Emmanuel Macron— gritó el jueves durante la sesión de control al Gobierno algo así como: “¡Vuelve a África!”, “¡Que vuelva a África!” o “¡Que vuelvan a África!”. La pronunciación es similar en francés en los tres casos.

Y, de repente, los titulares y los comentarios en los pasillos de la Mutualité, la sala parisina donde se celebró el congreso, ya no se centraban en lo novedoso de ver a un hombre de 27 años dirigiendo el primer partido de oposición, ni en que, a partir de ahora, Marine Le Pen se dedicará en exclusiva a la Asamblea Nacional y a la conquista del poder. El desconocido De Fournas, acusado de racismo por la izquierda y por los macronistas, copaba las conversaciones.

Bardella, en su discurso tras la elección, denunció “una verdadera caza al hombre” contra el diputado. Philippe Olivier, consejero especial de Marine Le Pen, minimizaba, en los pasillos de la Mutualité: “Es una peripecia parlamentaria”. “Nos hubiésemos enfadado con Grégoire de Fournas si hubiésemos considerado que hubo un mínimo de racismo en sus palabras, pero no lo hubo”, afirmó.

No está claro si, con su exabrupto, De Fournas se refería a Carlos Martens-Bilongo, el diputado de origen africano que en aquel momento intervenía en el hemiciclo, o si hablaba de los migrantes rescatados en el Mediterráneo sobre los que estaba hablando Martens-Bilongo.

Las palabras de De Fournas le han valido la máxima sanción disciplinaria en la Asamblea: dos semanas de expulsión y dos meses con la mitad del sueldo. Y han reavivado la identidad original del RN que su líder, Marine Le Pen, intenta borrar desde que hace una década sucedió a su padre, Jean-Marie Le Pen.

Marine echó a Jean-Marie. Renegó de los exabruptos racistas, xenófobos y antisemitas del padre y suavizó sus ángulos más antipáticos. Rebautizó el partido: de Frente Nacional a Reagrupamiento Nacional. Abrazó la figura del general De Gaulle, padre fundador de la Francia contemporánea y enemigo jurado de los fundadores del FN, una coalición de antiguos colaboracionistas con la Alemania nazi y nostálgicos de la Argelia francesa.

Más recientemente, renunció a la impopular promesa de abandonar la Unión Europea y el euro. Tras el éxito de las legislativas, obligó a los diputados a llevar corbata. Era un símbolo: no quiere que se los identifique con el jaleo, sino con el orden. Ya no es antisistema. En su discurso de este sábado, Le Pen citó a De Gaulle, a la filósofa y mística de izquierdas Simone Weil, y el eslogan del Frente Popular ―la unión de las izquierdas francesa que ganó las elecciones en 1936 y logró conquistas sociales como la generalización de las vacaciones pagadas y la semana laboral de 40 horas―, “el pan, la paz, la libertad”.

Le Pen se ve más cada día más cerca de su objetivo: la mayoría en unas legislativas, si estas se anticipasen, que la llevarían a la jefatura del Gobierno. O la victoria en las presidenciales de 2027. “Debemos estar preparados para ejercer el poder en todo momento”, avisó.

Marine Le Pen abraza a Jordan Bardella, este sábado en París.Lewis Joly (AP)

‘Yerno ideal’, línea dura

Bardella (Drancy, 27 años), el sucesor de Marine Le Pen al frente del RN, es el niño prodigio de la política francesa: consagrado al partido desde la adolescencia y sin títulos universitario, presenta una capacidad oratoria que le permite lucirse en televisión, y a la vez una imagen del yerno ideal que, con tono amable y conciliador, promueve las ideas de siempre de su campo político sobre cuestiones como la inmigración.

Si el RN tiene dos almas ―una más social y otra identitaria―, a Bardella se lo identifica con esta última. Steeve Briois, peso pesado del partido y alcalde del municipio de Hénin-Beaumont, denunció, tras ser excluido el sábado de la nueva ejecutiva, “un inicio de purga contra quienes defienden la línea social”.

Favorito de Le Pen, Bardella se impuso en una elección por internet entre los militantes a Aliot (Toulouse, 53 años). De origen italiano y criado en la banlieue, el extrarradio multicultural de París, asume la idea, promovida por políticos y teóricos racistas, de la gran sustitución de la población autóctona por inmigrantes. “Señala una realidad”, dijo en abril a EL PAÍS. “Donde crecí hay franceses que ya no reconocen el país donde crecieron, incluidos franceses de origen inmigrante”.

Por primera vez en medio siglo de existencia del RN, ocupa la presidencia una persona sin el apellido Le Pen. Ya no resultará tan fácil calificarlo de pyme familiar en la que lo público y lo privado se confunden. Y, sin embargo, persiste un aire endogámico. A Bardella se le atribuye una relación con Nolwenn, una sobrina de Marine Le Pen. Su rival, Aliot, fue pareja de Le Pen. Y Olivier, su consejero especial y esposo de su hermana, es la vez el padre de la novia de Bardella: su suegro (extremo que, en la Mutualité, el consejero ni confirma ni desmiente).

Para Olivier, el relevo en la cúpula “es una prueba de madurez”. Pero añade: “Marine seguirá siendo la autoridad moral de la familia política”.

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