Bolsonaro se resiste a aceptar la derrota en Brasil mientras algunos aliados reconocen la victoria de Lula
El presidente de ultraderecha está este lunes en su despacho en Brasilia, mientras el principal barón bolsonarista reconoció en la noche del domingo que “el resultado de las urnas es soberano”
Brasil aún espera este lunes que el presidente, Jair Bolsonaro, acepte la derrota. O, al menos, diga algo respecto de los resultados de la segunda vuelta del domingo, que dieron la victoria a Luiz Inácio Lula da Silva por 1,8 puntos porcentuales de ventaja, equivalentes a 2,1 millones de votos. Bolsonaro se recluyó por la noche en el Palacio de la Alvorada, la residencia de los presidentes en Brasilia, se fue a dormir pronto y no habló siquiera ...
Brasil aún espera este lunes que el presidente, Jair Bolsonaro, acepte la derrota. O, al menos, diga algo respecto de los resultados de la segunda vuelta del domingo, que dieron la victoria a Luiz Inácio Lula da Silva por 1,8 puntos porcentuales de ventaja, equivalentes a 2,1 millones de votos. Bolsonaro se recluyó por la noche en el Palacio de la Alvorada, la residencia de los presidentes en Brasilia, se fue a dormir pronto y no habló siquiera con sus ministros. Esta mañana se ha trasladado a su despacho, en el palacio de Planalto. Hubo que esperar casi 20 horas de la confirmación por parte del Tribunal Superior Electoral (TSE) de los resultados definitivos para que un miembro del clan Bolsonaro dijese algo al respecto.
Flávio Bolsonaro, primogénito del presidente y coordinador de su campaña, agradeció en redes sociales “a todos los que rescataron el patriotismo, que rezaron, salieron a las calles, dieron su sudor por el país que trabaja y le dieron a Bolsonaro la mayor votación de su vida!”. Para cerrar eligió una proclama muy acorde al perfil del derrotado: “¡Dios, al mando!”. Aliados del presidente adelantaron que esperaban un pronunciamiento en la tarde del lunes. Qué hará Bolsonaro es por ahora un misterio, aunque su margen para impugnar los resultados se estrecha. Figuras políticas de peso de su entorno ya adelantaron que “el resultado de las urnas es soberano” y que están listos para ser oposición.
Bolsonaro fue durante la campaña muy crítico con el Tribunal Superior Electoral (TSE), al que acusó de montar oscuras maniobras para perjudicarlo. “El sistema está en mi contra”, denunció durante el último debate contra Lula, el viernes 28 de octubre. El domingo, sin embargo, el presidente del TSE, Alexandre Moraes, dijo que Bolsonaro lo había atendido “con extrema cortesía” cuando le informó por teléfono del resultado de la elección. Tras esa llamada, Bolsonaro se encerró en la Alvorada y simplemente se fue a dormir. Fuera, unas decenas de seguidores rezaban con sus celulares iluminando el cielo, enfundados en camisetas con la bandera de Brasil y las manos en alto.
De poco sirvió que Lula le exigiese el reconocimiento de la derrota cuando habló ante decenas de miles de seguidores en la avenida Paulista, epicentro de las celebraciones de la izquierda. El presidente electo le exigió también “una transición ordenada”. “Todavía no me llamó y no sé si lo hará”, lamentó Lula. Cómo transcurrirán los dos meses que restan hasta el 1 de enero, cuando Lula jurará en su nuevo cargo, es otra de las grandes incógnitas de la política brasileña.
La ley electoral establece que la transición comienza 48 horas después de certificado el resultado. Es irrelevante que el derrotado lo acepte públicamente, pero es imprescindible que designe a la comisión encargada de la transición, algo que aún no ha sucedido. Pasado el plazo, el ganador de la elección puede iniciar un reclamo judicial. “No queremos judicializar esto”, advirtió Gleisi Hoffmann, presidenta nacional del Partido de los Trabajadores en una rueda de prensa. “Todavía no hemos tenido contacto [con los representantes del Gobierno], pero por ley hay 48 horas de plazo para la primera reunión. Vamos a hacer contacto con ellos y con los partidos que apoyaron a Bolsonaro. Tenemos la responsabilidad y queremos que la cosa sea lo más tranquila y razonable, por el bien de Brasil”, agregó Hoffmann.
Por ahora, Bolsonaro se ha negado incluso a hablar con sus aliados, muchos de los cuales ya han reconocido la derrota. Como Tarcísio de Freitas, gobernador electo de São Paulo, militar y hombre muy cercano al presidente. De Freitas dijo que “el resultado en las urnas es soberano”, y se ofreció, como timonel del Estado más grande y rico de Brasil, a dialogar con Lula cuando haga falta. “A partir del momento en que haya una convocatoria para una conversación, nosotros estaremos allí”, adelantó el exministro de Infraestructura de Bolsonaro.
Arthur Lira, el poderoso presidente de la Cámara de Diputados, dijo el domingo por la noche que “la voluntad de la mayoría manifestada en las urnas nunca podrá ser contestada”. “Seguiremos hacia adelante en la construcción de un país soberano, justo y con menos desigualdades”, señaló Lira, de un partido aliado al presidente. El diputado electo e influencer Nikolas Ferreira, impulsor de algunas de las noticias falsas que han inundado esta campaña para afectar la candidatura de Lula, también dijo que sabrán “ser oposición”.
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