Objetivo Nova Kajovka, la ciudad que puede cambiar el sentido de la guerra en Ucrania
Militares ucranios en el frente aseguran que tomar esta ciudad, en Jersón, expulsaría a las tropas rusas de la orilla occidental del río Dniéper, abriría un nuevo frente sobre Zaporiyia y los dejaría a las puertas de Crimea
El pelotón de artillería liderado por el soldado de primera Dmitro Shevchenko se calienta alrededor del fuego. Beben coca-cola y fuman en el patio de una granja de la aldea de Petropavlivka mientras el pollo y las patatas de su almuerzo se cuecen sobre las brasas. Cerca, una sinfonía de cañones acompaña la comida sin dejar de golpear las posiciones enemigas rusas, situadas a 15 kilómetros, en el frente de Jersón. Los cinco hombres bajo las órdenes de Shevchenko no han dejado de combatir desde los primeros días de la invas...
El pelotón de artillería liderado por el soldado de primera Dmitro Shevchenko se calienta alrededor del fuego. Beben coca-cola y fuman en el patio de una granja de la aldea de Petropavlivka mientras el pollo y las patatas de su almuerzo se cuecen sobre las brasas. Cerca, una sinfonía de cañones acompaña la comida sin dejar de golpear las posiciones enemigas rusas, situadas a 15 kilómetros, en el frente de Jersón. Los cinco hombres bajo las órdenes de Shevchenko no han dejado de combatir desde los primeros días de la invasión rusa en Ucrania, en febrero. En los últimos siete meses han formado parte de las fuerzas que han hecho retroceder al enemigo 60 kilómetros. Su objetivo es seguir adelante para ganar la que es, según ellos, la batalla inminente más importante de la guerra: tomar la ciudad de Nova Kajovka.
Nova Kajovka es un municipio de 45.000 habitantes a orillas del río Dniéper, en la provincia de Jersón. Se ubica a 40 kilómetros al norte de la capital de la provincia. Los hombres de Shevchenko están a otros 40 kilómetros de su destino. En Nova Kajovka se localiza una de las mayores presas y centrales hidroeléctricas de Ucrania, con uno de los dos únicos puentes que se mantienen en pie en la región para cruzar el Dniéper. “Tomar la ciudad de Jersón es importante, pero lo es sobre todo desde el punto de vista político, propagandístico”, explica Sergi Shevchenko, soldado de la 39ª División de Artillería destinado a operar un cañón autopropulsado de fabricación soviética.
El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, afirmó en junio que la prioridad era recuperar Jersón, una herida en el orgullo ucranio. El ministerio de Defensa aventuró la semana pasada que su pronóstico es liberarla para finales del presente año. “Pero Nova Kajovka es más importante estratégicamente que Jersón”, prosigue Shevchenko, veterano militar de 55 años, “porque si echamos a los rusos de allí, se quedarán sin su principal punto de suministro para sus tropas en la orilla occidental del Dniéper”.
En los primeros compases de la invasión, la acometida rusa desde Crimea fue una operación relámpago que parecía imparable. Se acercaron a Krivi Rih, la segunda ciudad de la provincia de Dnipró, en el centro del país. Tomaron el control de un extenso territorio en el margen derecho del Dniéper, la barrera natural que separa el este del oeste de Ucrania. Expulsar a las tropas rusas del oeste del país es una cuestión de supervivencia y de prestigio, sobre todo en el caso de Jersón, la única capital de provincia conquistada por Moscú desde el inicio de la invasión. El alto mando ruso ya está preparando a la ciudad para el combate urbano ante la cercanía de la contraofensiva ucrania por el sur. Pero desde Nova Kajovka continúan llegando suministros rusos a Jersón, por lo que reconquistarla sería definitivo para aislar la capital.
La trascendencia de Nova Kajovka va más allá de la toma de Jersón, como resume Serhi Krasilnikov, comandante de la 1ª Unidad de la 60ª Brigada de Infantería, una de las que sirven de avanzadilla en la ofensiva: “Además de sitiar Jersón, es importante llegar hasta Nova Kajovka porque desde allí tenemos a tiro nuestro próximo objetivo, Energodar”. Esta localidad, en la orilla izquierda del Dniéper, en la provincia de Zaporiyia, es el municipio donde se localiza la mayor central nuclear de Europa, suministradora del 20% de la electricidad ucrania, ahora en manos rusas.
En un análisis publicado en julio, el experto militar ucranio Dmitro Snegiriov detallaba por qué Nova Kajovka era más relevante estratégicamente que Jersón o Melitopol, ciudad de la provincia de Zaporiyia, en la costa del mar de Azov: “Si podemos ganar Nova Kajovka, esto permitirá a las Fuerzas Armadas de Ucrania llevar a cabo una ofensiva, no solo en la orilla derecha de la región de Jersón, sino también llegar hasta los límites con Crimea. Al mismo tiempo, se neutralizaría la amenaza del enemigo contra los polos industriales de la región de Dnipró”. Las minas de carbón más importantes de Krivi Rih han sido anuladas por los bombardeos rusos, además de otras empresas de procesamiento de recursos minerales en la zona, que han quedado destruidas durante los combates, según ha podido comprobar este diario.
La península de Crimea fue anexionada en 2014 por Rusia. Durante la actual guerra, Crimea ha sido fundamental para el suministro de material militar al ejército ruso en Jersón y Zaporiyia. Llegar a Nova Kajovka permitiría alcanzar con misiles ucranios estas líneas de suministro, pero además daría a Kiev la capacidad cerrar el grifo del principal canal que transfiere agua a Crimea desde el Dniéper.
Shevchenko afirma que el peor enemigo que tienen las tropas después de los rusos son los ratones. Por todas partes hay cadáveres de estos animales, que han caído en trampas que ponen los soldados en Petropavlivka, base temporal de la 60ª Brigada y de la 98ª Brigada de Infantería Táctica. Los ratones muertos no desentonan con el paisaje desolador que han dejado los combates. Petropavlivka fue reconquistado el pasado 6 de octubre en el avance ucranio hacia el río Dniéper. En unos 20 kilómetros a la redonda solo hay villorrios arrasados, líneas eléctricas caídas, campos que no pudieron ser labrados, moteados por cráteres de obuses y roderas de tanques, viejos nidos de ametralladoras carbonizados y los despojos de blindados rusos destruidos.
Los pelotones están distribuidos en casas de campesinos en varias aldeas de la zona, algunos incluso durmiendo en cobertizos, como era el caso del equipo de Shevchenko. Los soldados se desplazan de la retaguardia al frente en turismos, todoterrenos o furgonetas, siempre en convoyes de como mucho cuatro vehículos, para evitar ser un blanco apetecible para los drones de reconocimiento rusos. Krasilnikov señala que lo que más necesitan ahora sus soldados son nuevos coches. Muchos de los vehículos que utilizan son donados desde la Unión Europea y el Reino Unido, algunos continúan llevando sus matrículas de origen. Krasilnikov tiene las manos sucias de grasa porque tanto él como otros militares dedican sus horas libres a reparar vehículos. Los caminos están en un pésimo estado, y más aún tras el paso de blindados. Los coches circulan a gran velocidad, para reducir el riesgo de ser blanco del fuego enemigo, por lo que las averías son recurrentes.
Ofensiva ralentizada
El Ejército ucranio se enfrenta también a un obstáculo que ha ralentizado la ofensiva: el barro. Las carreteras del frente son un fangal en el que los vehículos y los tanques avanzan más despacio. “No hemos parado, pero las lluvias de otoño nos están impidiendo avanzar al ritmo de los meses de verano”, dice Krasilnikov, aunque añade, optimista: “Eso sí, antes de que termine el año me estaré bañando en el mar Negro”.
No todos los militares se muestran tan confiados. Yuri Chorkes es comandante de la 2ª Unidad del 98º Batallón Táctico de Infantería, también estacionado esta semana en Petropavlivka. “No podemos menospreciar a los rusos, sus sistemas de defensa aérea han mejorado, incluso interceptan muchos de nuestros cohetes Himars, y están construyendo posiciones de defensa con hormigón y hierro”.
Dmitro Shevchenko, el soldado de primera al frente de un pelotón de artillería, asegura que están casi a cero de munición, lo que también desacelera la ofensiva. Sus palabras contrastan con el repiqueteo permanente de los cañones estadounidenses M777 y también de sus multilanzaderas Grad, de fabricación soviética. “En estos momentos, nuestro principal suministrador de munición son los rusos, todo lo que abandonan en su retirada”, asegura Shevchenko. Para demostrarlo, de un cobertizo saca un lanzacohetes portátil antitanque obtenido en una trinchera rusa.
Al soldado y veterano del Ejército soviético Serhi Shevchenko, que se presentó voluntario en esta guerra, le preocupa el exceso de confianza entre sus filas: “Es un error creer que los rusos son idiotas”. Por delante tienen la batalla de Nova Kajovka, que requerirá cruzar el río Dniéper. Hasta el momento, los intentos de desembarco con lanchas rápidas en otros puntos del río han sido anulados. “Va a ser muy, muy duro, pero de alguna forma u otra lo conseguiremos, otros ejércitos lo han conseguido en la historia”, asegura Krasilnikov.
Dmitro Shevchenko aporta una pista de lo que están buscando los servicios de inteligencia de su ministerio de Defensa: en la ofensiva en el este sobre Izium del pasado septiembre, en la provincia de Járkov, la desbandada de las defensas rusas se produjo después de que las fuerzas ucranias eliminaran el cuartel donde se ubicaba el alto mando en la zona. El Ejército ruso, a diferencia del ucranio, formado según estructuras de la OTAN, es más jerárquico y las órdenes dependen siempre de la última palabra del rango más alto. Dejar sin autonomía a los mandos intermedios provocó que los soldados rusos no supieran cómo actuar, según Shevchenko. Para conseguir el golpe de efecto en Nova Kajovka, como para Jersón, las fuerzas de Kiev cuentan con una ventaja: los informantes infiltrados en los territorios ocupados por el invasor.
Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.