Racismo a puerta cerrada: cómo una filtración dinamitó la carrera de tres poderosos políticos latinos en California

El escándalo que toca a ediles de Los Ángeles se convierte en un asunto nacional cargando de tensión racial el frágil equilibrio de una de las ciudades más diversas de EE UU

Los Ángeles -
La concejal del Ayuntamiento de Los Ángeles Nury Martinez, en abril.Damian Dovarganes (AP)

La ira irrumpió en el Ayuntamiento de Los Ángeles el martes. Decenas de personas entraron con gritos y proclamas a la sede del poder local para exigir la dimisión de tres concejales latinos. Estos fueron captados en una conversación a puerta cerrada, filtrada a los medios el pasado fin de semana, en la que hacen comentarios racistas y donde se burlan del hijo negro de otro edil gay. La charla se ha convertido en un esc...

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La ira irrumpió en el Ayuntamiento de Los Ángeles el martes. Decenas de personas entraron con gritos y proclamas a la sede del poder local para exigir la dimisión de tres concejales latinos. Estos fueron captados en una conversación a puerta cerrada, filtrada a los medios el pasado fin de semana, en la que hacen comentarios racistas y donde se burlan del hijo negro de otro edil gay. La charla se ha convertido en un escándalo que trascendió las fronteras del Consistorio para agitar la política nacional. La cruda ambición de poder que muestran ha cargado de tensión el frágil equilibrio racial en el que vive una de las ciudades más diversas de Estados Unidos. Los fantasmas de los choques entre distintas minorías han salido a flote tras la publicación de la conversación ocurrida hace un año, pero que puede alterar las últimas semanas de campaña rumbo a los comicios del 8 de noviembre.

Después de más de 20 minutos de furia, el presidente del Concejo tomó el micrófono el martes. “Merecen ser escuchados”, dijo antes de que sus palabras fueran ahogadas por la muchedumbre. “¡Renuncien ahora!”, seguían gritando con enojo los manifestantes. Otros lanzaban en español: “¡Fuera, fuera!”. Fueron necesarios muchos minutos y un receso para que se enfriaran los ánimos. La gente se tranquilizó solo para atender a Mike Bonin, un concejal que escuchó a tres de sus colegas llamar en español “changuito” al niño negro de dos años que adoptó junto a su esposo. “Se supone que las autoridades elegidas debemos someternos al más alto nivel, pero esta gente nos apuñaló por la espalda, lastimando el espíritu de Los Ángeles. Fue un golpe al corazón y alma de esta ciudad”, afirmó el edil entre lágrimas de rabia.

Bonin, quien es llamado en la conversación “pequeña perra” por la concejala Nury Martinez, se enteró el sábado anterior del contenido de la charla. Un periodista de Los Angeles Times lo llamó para recoger sus impresiones. El reportero le contó que Martinez, quien era la presidenta del Concejo, junto a los ediles Kevin de León y Gil Cedillo, todos de raíces latinas, se burlaban de él afirmando que usaba a su menor como un bolso de Louis Vuitton y que estaba siendo criado “como un niño blanco”. “Este niño necesita unos golpes. Déjenme llevarlo a la vuelta de la esquina y se lo traigo de vuelta”, se le escucha decir a Martinez, quien renunció al Consistorio el martes, minutos antes de que comenzara la sesión, donde tendría que mirar a la cara a Bonin, su compañero en el Cabildo desde hace nueve años.

Martinez y sus colegas debatían en tono conspiratorio cómo aumentar su influencia en una ciudad con 4,8 millones de latinos. La conversación fue grabada en octubre de 2021, cuando el Ayuntamiento trabajaba en el rediseño de los 15 distritos electorales. Los ediles, quienes estaban acompañados por un líder laboral del condado, Ron Herrera, hablaban de cómo contrarrestar el poder de los afroamericanos, que son menos del 9% de la población en una ciudad de 10 millones de personas y quienes han visto mermar sus barrios a manos de la gentrificación.

El concejal Mike Bonin lloraba mientras hablaba sobre los comentarios racistas dirigidos a su hijo, el martes.Foto: SARAH REINGEWIRTZ (AP) | Vídeo: REUTERS

“Que se joda ese tipo... está con los negros”, dice en un momento Martinez sobre George Gascon, el fiscal de distrito de la ciudad, de raíces cubanas. Durante algo más de una hora, los políticos critican a los judíos, a los armenios y a quien detente un poder que choque con el de ellos. La mayoría de las puyas son lanzadas por Martinez, pero sus tres interlocutores no la censuran ni rebajan sus críticas.

“La latinidad es muy peligrosa”, señala Odilia Romero, una indígena zapoteca y activista por los derechos de los pueblos originarios que migraron a Los Ángeles. Su organización, Cielo, convocó a una manifestación para el sábado para repudiar a los tres políticos, quienes también lanzaron comentarios denigrantes contra los emigrantes del Estado mexicano de Oaxaca y Centroamérica. “Veo a mucha gente oscura, muy baja”, afirmó Martinez, de 49 años, estadounidense hija de inmigrantes que salieron desde Zacatecas, México. “No sé de dónde viene esta gente, de qué aldea vinieron, cómo llegaron aquí... Tan feos, son horribles”, añadió la concejala cuando hablaba de la mezcla que puebla Koreatown, una zona que querían arrebatar de manos de una concejala que nació en la India.

Martinez dimitió el miércoles con una larga carta y sin hacer referencia a sus polémicas palabras. Concluye su misiva afirmando que espera que su trayectoria sirva para inspirar a las pequeñas niñas latinas a “soñar con más de lo que pueden ver”. Antes de que el escándalo descarrilara su carrera, Martinez hizo historia convirtiéndose en 2020 en la primera latina que presidió el Concejo, un encargo que tuvo que abandonar en cuanto Los Angeles Times publicó el explosivo audio.

“Los latinos se acercan al 50% de la población. Son los que tienen el poder y deciden por nosotros. Son los que van a ascender a los puestos políticos y lo hacen con una mente colonizadora, de desprecio y rechazo por los pueblos indígenas”, añade Romero. Y finaliza: “Aman nuestra comida, nuestro mezcal, pero no nos aman a nosotros”.

El episodio ha elevado las tensiones en una ciudad donde conviven distintos grupos raciales. California no solo es una zona sísmica a nivel subterráneo. También lo es socialmente. En 1992, la absolución de cuatro policías tras la paliza al motorista negro Rodney King, que fue captada en video, desató unos disturbios que dejaron 53 muertos y cientos de heridos. Y 50 años antes, Los Ángeles fue escenario de la revuelta de los Zoot Suit, donde los pachucos (mexico-americanos) se rebelaron en contra del racismo sistémico que vivían peleando a puño limpio con blancos y militares. Son solo dos muestras de lo que puede suceder cuando explota la presión.

Traición a la comunidad

“Para mí, como latino”, dice el columnista Gustavo Arellano, de Los Angeles Times, “lo que más me molesta es que han arruinado por mucho tiempo la reputación de los políticos latinos”. “¿Quién les va a tener confianza después de esto? Nadie. Nadie nos va a creer. Van a decir que solo trabajan para nosotros mismos”, añade el periodista, quien califica todo el episodio como una “traición a la comunidad latina”. “Dedicaron sus carreras a la comunidad y ahora nos han puesto en una posición donde parece que tramamos una conspiración racista”, sentencia.

El sociólogo Manuel Pastor, quien ha analizado en algunos de sus libros la cohabitación de negros y latinos en el sur y este de Los Ángeles, subraya en State of Resistance la rápida transformación étnica vivida en California entre 1980 y 2000. La población blanca pasó de ser el 67% al 47%. Dos décadas más tarde, algunos sectores conservadores ligados al trumpismo alimentan la teoría de que la finalidad es someter a los caucásicos mediante una reconquista del territorio por parte de las minorías. Los líderes latinos deben tender puentes entre estas divisiones, no alentarlas, consideran Pastor y Pedro Noguera, académico de la Universidad del Sur de California, en una tribuna publicada esta semana.

Algunos de los barrios latinos han dado la espalda a los protagonistas del audio filtrado. Boyle Heights, una emblemática zona cuya composición diversa fue considerada alguna vez una amenaza a la paz de Los Ángeles, llevó a cabo el viernes una protesta contra Kevin de León, quien representa al barrio en el Ayuntamiento. “¡Renuncia ahora! Ya no tienes más la confianza de la comunidad, ni del este de la ciudad [otra región de vasta representación latina] por lo que dijiste y por lo que toleraste que se dijera”, afirmó una vecina a la televisión local.

Una mujer sostiene un cartel donde pide la renuncia de los concejales.Ringo H.W. Chiu (AP)

La concejala Martinez cedió ante el numeroso coro que exigía su renuncia. Entre estas voces estuvo la del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien pidió la dimisión de los implicados mediante su portavoz. Cedillo no ha renunciado, pero dejará el Consistorio a finales de 2022 después de haber perdido la elección primaria.

De León también se ha aferrado al cargo. Su larga trayectoria ha sido tocada por el escándalo. En 2017, se convirtió en uno de los principales rostros del movimiento anti Donald Trump, a quien no dio ningún beneficio de la duda condenando su retórica antimexicana. Como presidente del Senado local, el político demócrata trabajó para hacer de California el Estado santuario que fue durante toda esa Administración. Su posición se reforzó tanto que luchó por desbancar en Washington a la senadora Dianne Feinstein, una institución demócrata. Pero fracasó en el intento. EL PAÍS solicitó una entrevista con De León, pero no tuvo respuesta.

Los analistas coinciden en que los políticos latinos deben preocuparse más por aprobar mociones que beneficien a la población en lugar de por la influencia de otros grupos étnicos. La respuesta podría estar en las propias calles. Estos días podía verse a colectivos de negros y latinos bailando juntos a las puertas del Ayuntamiento, una forma de protesta que toma distancia de la ira. “Ellos no hablan español y nosotros no hablamos inglés”, señala Odilia Romero. “Nuestras luchas son las mismas y ambos vivimos el desprecio del hombre blanco”.

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