Los soldados ucranios demuestran que saben atacar y cambian el rumbo de la guerra
La menor experiencia y peores condiciones y tecnología de los soldados rusos explican el avance de las tropas de Zelenski en las regiones de Járkov, Jersón y Donbás
La guerra en Ucrania ha sacado a relucir las deficiencias del poderío ruso, pero también ha mostrado cómo se transforma en un tiempo récord un ejército infradotado en uno capaz de enfrentarse a un coloso militar. “El apoyo de la OTAN es importante, sí, pero ninguno de sus países miembros ha hecho frente en el campo de batalla a una potencia como Rusia”, afirma el capitán del ejército ucranio y experto en comunicaciones Victor Tregubov. Sus Fuerzas Armadas...
La guerra en Ucrania ha sacado a relucir las deficiencias del poderío ruso, pero también ha mostrado cómo se transforma en un tiempo récord un ejército infradotado en uno capaz de enfrentarse a un coloso militar. “El apoyo de la OTAN es importante, sí, pero ninguno de sus países miembros ha hecho frente en el campo de batalla a una potencia como Rusia”, afirma el capitán del ejército ucranio y experto en comunicaciones Victor Tregubov. Sus Fuerzas Armadas han expulsado al invasor de la provincia de Járkov y lo están haciendo retroceder en Donbás (este) y en el sur, en Jersón. Las tropas ucranias habían demostrado hasta este verano ser hábiles en la defensa: ahora han probado que también pueden pasar a la ofensiva.
La base del éxito ucranio, según indican militares y expertos consultados por EL PAÍS, es la mejor preparación y cohesión de sus soldados. Las recientes protestas en Rusia de hombres obligados a incorporarse a filas ofrecen una pista de una de las razones más básicas del cambio de tornas en la guerra: la motivación de un militar defendiendo su patria es superior a la de quien es enviado a invadir otro país, y en un entorno hostil. “Para los soldados ucranios está claro lo que está en juego, proteger su hogar y evitar que su país desaparezca”, recuerda Mijailo Samus, director del centro de estudios de defensa New Geopolitics, “pero para estos reclutas rusos es muy difícil entender que tienen que morir en Ucrania”.
Moscú erró desde el principio al creer que esta vez se enfrentaba a las Fuerzas Armadas de Ucrania de 2014, recuerda Samus. Por entonces, el año en el que Rusia se anexionó Crimea ilegalmente y dio apoyo a los levantamientos separatistas en la región oriental de Donbás, el ejército ucranio contaba con unos pocos miles de efectivos y estaba infrafinanciado. Víctor Yanukóvich, el presidente prorruso entre 2010 y 2014 derrocado en la revuelta del Maidán, redujo el peso militar del país aplicando la doctrina de que Ucrania debía ser un país neutral entre Occidente y Rusia. La guerra en la zona de Donbás vio nacer a las Fuerzas Armadas ucranias, sobre todo a partir de batallones de voluntarios.
Aquel ejército de 2014 y el actual son realidades incomparables, apunta el capitán ucranio Tregubov: “Los soldados rusos parece que hayan ido para atrás. Si ves las imágenes de la anexión de Crimea, ellos parecían un ejército moderno y nosotros, una tropa andrajosa. Ahora es al revés, sus equipos son de otra época”. Tregubov pone un ejemplo esencial: cuando sirvió en 2015 en Donbás, le dieron unas antiguas botas militares soviéticas que le torturaban; hoy su calzado militar es el mejor que puede encontrarse en Europa. “Nuestra ropa y equipo propio cumple hoy los estándares de la OTAN”, afirma Vlad, un soldado de 24 años de la 24 Brigada Motorizada que habló desde el frente con EL PAÍS bajo la condición de mantener su identidad anónima.
“Cada unidad de nuestro regimiento tiene visores térmicos, lanzamisiles antitanque NLAW o lanzagranadas, esto antes no era así”, explica Vlad. “El nivel tecnológico que han alcanzado las tropas ucranias es muy importante; incluso al nivel más pequeño, todas las unidades trabajan con ordenadores y otros aparatos informáticos de calidad gracias a campañas de donación, y adaptan tecnología civil a sus operaciones militares de forma creativa”, resume Olha Husieva, investigadora del Instituto de Política de Seguridad de la Universidad de Kiel (Alemania).
Este diario pudo comprobar el pasado julio en el frente de guerra entre Dnipró y Jersón la importancia de la aportación civil en la causa de la guerra. Cada posición de los diferentes batallones blindados y de infantería en la zona compartían una aplicación desarrollada por ingenieros informáticos ucranios que actualiza la localización e identificación de cada unidad enemiga, describe su entorno y qué armas pueden alcanzarlas.
Oxígeno financiero
Si el nivel tecnológico de la tropa ucrania supera con creces al ruso, el oxígeno financiero del Ministerio de Defensa es igual de importante. Cerca de la mitad del presupuesto estatal ucranio se destina a la guerra, y esto es posible por el sustento financiero de los aliados internacionales, en primera instancia, de Europa y de Estados Unidos. La UE y sus países miembros suman 28.000 millones de euros comprometidos para transferir a Kiev, según un recuento del Instituto para la Economía Mundial de Kiel (IFW, por sus siglas en alemán). Estados Unidos se ha comprometido por el momento con 15.200 millones de euros y el Reino Unido, con 2.500 millones, según el IFW. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha subrayado que la prioridad es garantizar el aprovisionamiento de equipos al ejército y el salario de los militares.
Los sueldos se han disparado para el personal militar. De los alrededor de 1.100 euros mensuales que cobraban antes, han pasado a ganar ahora el equivalente a 3.400 si se encuentran en zonas de combate o 2.000 si no están en operaciones de fuego. Además, los militares en el frente cuentan con pluses por unidades rusas destruidas. Por ejemplo, la recompensa por anular un tanque enemigo son 1.400 euros.
Aunque los salarios en el lado ruso pueden no diferir mucho, Husieva afirma que su instituto calcula que los ingresos medios en el ejército invasor no superan los 700 euros. “Lo más determinante es que tenemos información de que en las tropas rusas se están produciendo retrasos en los pagos, y eso aumenta el descontento, algo que no sucede en la parte ucrania”.
El factor OTAN
Para Mijailo Samus, el factor más decisivo fue el relevo de los generales del Estado Mayor que ideó Zelenski al llegar al poder en 2020, dando paso a oficiales que han enterrado del todo el anticuado legado militar soviético: “Todos los generales al mando y comandantes de regimientos tienen formación de la OTAN”. Desde Valerii Zaluzhni, jefe del Estado Mayor, a un joven coronel de 29 años como Serhii Shatalov —al frente de unos de los batallones tácticos de infantería más importantes en el frente de Jersón―, los altos y medios rangos que deciden la guerra han estudiado los métodos de guerra de la OTAN. Y no solo estos: en varios Estados miembros de la OTAN hay en estos momentos cientos de futuros soldados entrenándose para saltar al frente en responsabilidades estratégicas. EL PAÍS ha podido hablar con dos nuevos reclutas con estudios superiores que llevan dos meses en Inglaterra formándose, uno como piloto de drones y el otro para asumir el liderazgo de un pelotón de artillería.
Su destino probable será la región de Donetsk, según indican, donde serán tutelados por unidades más veteranas. La clave, según coinciden los expertos y ha subrayado el propio Zaluzhni, es que, a diferencia de la rígida jerarquía militar rusa, heredera de la soviética, el ejército ucranio da margen de decisión y autonomía a los mandos intermedios sobre el terreno. “Las decisiones son más ágiles”, indica Husieva, “y se ataca siguiendo la estrategia de golpear por sorpresa y huir, nunca enfrentarse directamente al enemigo, en pelotones de cinco a 10 soldados”. Así es como se rompió por múltiples puntos la defensa rusa en Járkov y en Donbás.
John Spencer, investigador militar y oficial retirado del ejército de Estados Unidos, una de las voces más activas en los medios de comunicación analizando la guerra, destacaba la semana pasada en su cuenta de Twitter las acciones de “golpear y huir” ucranias en las que veía la formación de la OTAN, sobre todo en el modo de dispersarse de los soldados, de actuar rápido y quirúrgicamente.
Pero igual o más importante es la experiencia sobre el terreno, y las Fuerzas Armadas de Ucrania llevan siete años combatiendo en Donbás contra los separatistas prorrusos. Samus resalta que hay 50.000 veteranos de Donbás en activo, que son la columna vertebral, los que dan la alternativa a los nuevos, de una masa de combatientes, en activo o reservistas, que bajo las órdenes del Ministerio de Defensa y del de Interior suma más de 700.000 personas. “Los rusos no tienen esta experiencia acumulada; y los que la tenían no han vuelto”, dice Samus. “En estos meses de guerra nos hemos acostumbrado a combatir bajo su artillería”, añade el capitán Tregubov. “Los nuevos reclutas rusos no han experimentado nada de esto. Creo que cuando lleguen al frente, van a pasar mucho miedo”, concluye.
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