El PT de Lula sueña con romper un tabú y conquistar el Gobierno del Estado más rico

Fernando Haddad, derrotado por Bolsonaro en 2018, encabeza las encuestas para gobernador de São Paulo, pero lo sitúan en una complicada segunda vuelta

Lula da Silva, candidato a la Presidencia de Brasil, levanta el puño de Fernando Haddad, aspirante a gobernador, durante una marcha en São Paulo.MIGUEL SCHINCARIOL (AFP)

Luiz Inácio Lula da Silva se hace esperar. Tanto Geraldo Alckmin, su candidato a vicepresidente, como su heredero político, Fernando Haddad, el aspirante a gobernador del Estado de São Paulo, un viejo sueño que se le ha resistido al Partido de los Trabajadores (PT), ya se asoman bajo la lluvia este sábado mientras las asistentes se aglomeran en una esquina de la avenida Paulista para el último acto de campaña antes de las elecciones de este do...

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Luiz Inácio Lula da Silva se hace esperar. Tanto Geraldo Alckmin, su candidato a vicepresidente, como su heredero político, Fernando Haddad, el aspirante a gobernador del Estado de São Paulo, un viejo sueño que se le ha resistido al Partido de los Trabajadores (PT), ya se asoman bajo la lluvia este sábado mientras las asistentes se aglomeran en una esquina de la avenida Paulista para el último acto de campaña antes de las elecciones de este domingo. Las más tensas y polarizadas de los últimos tiempos, lo enfrentan al presidente Jair Bolsonaro. Lula aguarda en un auto hasta que el agua da tregua, para solo después aparecer ante una multitud electrizada con su presencia.

En los altavoces retumba la melodía del pegajoso Lula Lá, un viejo jingle que la izquierda ha reeditado para estos comicios, y se alterna con cánticos como fora Bolsonaro o Brasil, urgente, Lula presidente. Aunque el color del PT es el rojo, la marcha por la famosa rúa Augusta se convierte en un amasijo de banderas y colores que representa la diversidad de las fuerzas políticas y sociales que convergen en su candidatura, de centrales obreras a grupos feministas o el movimiento negro. Todos los llamados son a elegir a Lula en el primeir turno, como se conoce la primera vuelta, para evitar sorpresas con el capitán retirado Bolsonaro, que amaga con no reconocer la derrota que dibujan las encuestas. La útima encuesta, un Datafolha de este mismo sábado, coloca al antiguo sindicalista con el 50% de los votos, frente al 36% para Bolsonaro.

En el camino, la izquierda coaligada también acaricia la posibilidad de un triunfo inédito si Haddad, que busca su propia redención política después de perder la segunda vuelta con Bolsonaro en 2018, resulta elegido gobernador en el Estado más rico y poblado, São Paulo.

A semejanza de las presidenciales, las elecciones estatales en Brasil contemplan un segundo turno si ninguno de los candidatos obtiene la mitad de los votos. Haddad encabeza la medición más reciente de Datafolha con el 41%, seguido por Tarcísio de Freitas, un ingeniero del Ejército que fue ministro de Infraestructura de Bolsonaro, con 31%. En tercer lugar figura con 22% el actual gobernador, Rodrigo García, del tradicional Partido de la Social Democracia Brasileña, el PSDB, quien apenas asumió el cargo el pasado abril, después de la renuncia de João Dória para un frasado intento de lanzarse a la presidencia.

El PT es el partido más sólido de Brasil, pero ha perdido poder territorial desde el impeachment que en 2016 sacó del poder a Dilma Rousseff, la sucesora de Lula en el palacio de Planalto. Descendiente de libaneses, profesor de Ciencias Políticas, exministro de Educación y alcalde de la ciudad de São Paulo entre 2013 y finales de 2016, Haddad heredó las banderas de Lula cuando este tuvo que renunciar a la carrera presidencial por estar en la cárcel por corrupción (la justicia después anuló sus condenas). Intentó como pudo frenar el avance de Bolsonaro, pero no lo consiguió.

“Brasil está aislado del mundo”, se lamentó Haddad este sábado en un encuentro con la prensa, poco antes de marchar hombro a hombro con Lula en el cierre de campaña. Después de cuatro años de retroceso en términos de intolerancia contra las minorías, racismo, políticas ambientales, sanitarias o educativas, enumeró, la situación es crítica. “Lula va a tener mucho trabajo para reconstruir este país”, valoró. ”El rechazo a Bolsonaro es muy grande, incluso en el interior de São Paulo”, explicó sobre el favoritismo que le otorgan las encuestas, tanto a él como a su mentor político. En caso de que ambos ganen, la ventaja sería un alineamiento programático entre los Gobiernos nacional y regional “en el sentido de dinamizar la economía y combatir la miseria”.

Si bien el Estado de São Paulo, el mayor colegio electoral, ha sido tradicionalmente un bastión de la centro derecha, es también la cuna del PT. Una victoria tendría un sabor muy especial. “Es el Estado más rico, dominado desde la redemocratización por el adversario más antiguo y directo: el PSDB”, apunta el político y analista Fernando Gabeira. “El PT tuvo el Gobierno federal durante 13 años y nunca el de São Paulo. Significa romper un tabú y aumentar el nivel de gobernabilidad a través de la presencia de la misma fuerza en São Paulo y Brasilia”, señala.

En estos comicios, el PT cuenta además con un as bajo la manga. Alckmin, la fórmula de Lula, es una figura histórica del centro derecha que fue gobernador durante 14 años por el PSDB. Fue el rival de Lula en su reelección de 2006, pero ahora ha dicho que parte de su trabajo es ayudar a elegir a Haddad, con quien coincidió cuando era alcalde.

La disputa por el Estado se encamina a una complicada segunda vuelta, en la que al PT le conviene que se repita el duelo entre lulismo y bolsonarismo. “Con Rodrigo García, Haddad no tendría espacio hacia el ‘centro’ y vería a toda la derecha llegar donde su rival. Contra Tarcísio, Haddad hereda buena parte de los votos de García”, señala el analista Carlos Melo.

“El gobernador de São Paulo es automáticamente un candidato a la presidencia de la República. Es el segundo presupuesto del país. Eso colocaría la carrera política de Fernando Haddad nuevamente en la dirección del palacio de Planalto”, destaca Melo. Perder en una reñida segunda vuelta, matiza, tampoco equivaldría al fin de su carrera, pues siempre cabe la posibilidad de que Lula lo nombre ministro si gana la Presidencia, que sigue siendo la prioridad. La redención de Lula, en cualquier caso, también pasa por São Paulo.

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