Aumenta la presión sobre Scholz para que lidere el envío de tanques a Ucrania
Alemania se niega por ahora a suministrar a Kiev los carros de combate Leopard que le pide para la contraofensiva contra el invasor ruso
El runrún se está convirtiendo en estruendo. Las críticas a la política de ayuda militar a Ucrania del Gobierno de Olaf Scholz se escuchan prácticamente desde el inicio de la invasión rusa. Pero es ahora, en un momento decisivo para el curso de la contienda, cuando aumenta la presión sobre el cancil...
El runrún se está convirtiendo en estruendo. Las críticas a la política de ayuda militar a Ucrania del Gobierno de Olaf Scholz se escuchan prácticamente desde el inicio de la invasión rusa. Pero es ahora, en un momento decisivo para el curso de la contienda, cuando aumenta la presión sobre el canciller para que Berlín deje de arrastrar los pies y lidere el envío de tanques al campo de batalla. Ya no es solo la oposición, a la que se le presuponen los reproches, ni el Gobierno de Kiev y los socios de Europa del Este. Miembros destacados de los verdes y los liberales, los socios de coalición del socialdemócrata, conminan públicamente a Scholz a dar el paso.
En el centro de la controversia están los Leopard 2, los mejores y más avanzados carros de combate europeos, que son los que Kiev pide explícitamente para apoyar a su ejército en los frentes sur y este. Pero estas armas, claramente ofensivas, son una línea roja para Scholz. Hasta ahora, Alemania ha suministrado, entre otros, 30 tanques antiaéreos Gepard, 10 obuses autopropulsados Panzerhaubitze 2000 y tres lanzacohetes múltiples Mars, según la lista que hace pública el Ministerio de Defensa. En total, armamento, munición y equipamiento militar por valor de 734 millones de euros.
El canciller teme que enviar los Leopard 2 ―que, junto con los vehículos de combate de infantería Marder, podrían suponer un decisivo impulso a las fuerzas de Kiev en el campo de batalla― sea considerado como una escalada en el conflicto. Y tampoco quiere hacerlo solo, como repite cada vez que le preguntan por la cuestión. El debate de los tanques está muy caldeado en Alemania, pero Berlín no es la única capital que se ha negado hasta ahora a mandar carros de combate modernos de fabricación occidental a Ucrania. Estados Unidos no está enviando sus Abrams, ni Francia sus Leclerc, ni el Reino Unido sus Challenge, en lo que parece un acuerdo tácito.
En realidad, los únicos tanques con los que ha contado hasta ahora el ejército ucranio son de fabricación soviética, fundamentalmente los T-72, y Scholz parece decidido a que siga siendo así. Su Gobierno ha ideado un sistema de intercambio bautizado Ringtausch (canje circular) con países del este de Europa, de forma que estos envíen sus tanques soviéticos a Ucrania y después Alemania se los reemplace con equipos más modernos. Este plan ya no es suficiente, coinciden expertos y políticos como Marie-Agnes Strack-Zimmermann, que preside la Comisión de Defensa del Bundestag y pertenece al partido liberal, socio de Gobierno de Scholz.
Los recientes acontecimientos han vuelto el debate en Berlín más urgente y más bronco. La guerra está en un punto de inflexión y Alemania debería actuar ya, considera Rafael Loss, experto en defensa de la oficina berlinesa del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Kiev pide más armas para continuar su exitosa contraofensiva contra Rusia en el este y el sur del país, mientras el presidente ruso, Vladímir Putin, anuncia la movilización de centenares de miles de reservistas y prepara la anexión de varios territorios. Ucrania necesita entrar en una nueva fase de la guerra y recuperar el territorio ocupado por Rusia, defienden Loss y otros académicos alemanes. Para ello, Alemania tendría que liderar un plan europeo para suministrar Leopards a su ejército desde varios países de la Unión.
“Scholz no quiere ser el primero en enviar armas. Para él es una línea roja psicológica. Le preocupan las imágenes de los tanques alemanes, la narrativa que pueda crearse, y el potencial de escalada que tendría ese salto cualitativo”, señala Loss en conversación con EL PAÍS. Por eso, ponerse de acuerdo con otros países europeos podría ser una solución, una forma de distribuir la responsabilidad. “Pero es Alemania la que tiene que dirigir ese plan. Es una gran oportunidad para que Scholz muestre su liderazgo”, añade.
Cambios de opinión
El Gobierno alemán ha esgrimido distintas explicaciones para justificar su negativa. En ocasiones ha dicho que el envío de determinado material dejaría sus existencias muy mermadas y no podría cumplir con las exigencias de la OTAN, para pocos días después cambiar de opinión. Ha ocurrido, por ejemplo, con la reciente autorización por parte de la ministra de Defensa, Christine Lambrecht, del envío de 50 vehículos blindados Dingo y otros dos lanzacohetes Mars.
También se ha aludido veladamente a un supuesto acuerdo tácito de los países de la OTAN para no mandar tanques occidentales a Ucrania. Si existió, los expertos como Loss consideran que un tuit de la Embajada estadounidense en Berlín publicado tras la exitosa contraofensiva ucrania lo ha dejado obsoleto. “Llamamos a todos los aliados y socios a brindar el mayor apoyo posible a Ucrania en su lucha por su soberanía democrática. La decisión sobre el tipo de ayuda recae finalmente en cada país”, dice el mensaje. En Alemania se ha interpretado como una invitación a que Scholz dé un giro a su política sobre los tanques.
Por ahora la presión no ha hecho mella en el canciller. El jueves pasado Scholz consiguió esquivar in extremis una votación en el Parlamento que podría haberle dejado en una posición política muy delicada. Los democristianos de la CDU querían presentar una moción que instara a permitir “inmediatamente” el envío de los modernos carros de combate y blindados de infantería. De producirse, parte de sus socios habrían votado a favor, es decir, con la oposición y contra el canciller. Finalmente, los tres grupos parlamentarios de la coalición derivaron la moción a un comité, pero nada garantiza que la próxima vez liberales y verdes no permitan el peligroso voto en el pleno.
Desde Kiev la presión se dirige a Berlín y no a otras capitales. “Señales decepcionantes de Alemania mientras Ucrania necesita Leopards y Marders ahora para liberar a la población y salvarla del genocidio”, tuiteó la semana pasada el ministro de Exteriores, Dimitri Kuleba. “Ni un solo argumento racional sobre por qué no se pueden suministrar estas armas, solo miedos abstractos y excusas. ¿De qué tiene miedo Berlín que no tenga Kiev?”, continúa, en una campaña a la que se suma casi a diario el exembajador en Alemania, Andrij Melnik.
Berlín no solo se niega a mandar sus propios carros de combate, sino que también está bloqueando los envíos de otros socios. Los Leopard 2 son de fabricación alemana y Berlín se reserva el derecho a aprobar su envío a terceros países. Esto provocó una pequeña crisis diplomática con España antes del verano. Cuando Madrid anunció en junio que ponía a disposición de Ucrania sus Leopard, en Berlín saltaron las alarmas. La propuesta chocaba con la política de Scholz. Ante las preguntas de los periodistas, el portavoz del canciller contestaba diciendo que no habían recibido ninguna petición formal por parte de España. En realidad, nunca llegó. Anton Hofreiter, diputado de Los Verdes, asegura que el Ejecutivo de Scholz le quitó la idea de la cabeza al Gobierno español.
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