La guardia pretoriana de Meloni se prepara para gobernar una Italia que se asoma a la recesión

La victoria de Hermanos de Italia llega en el peor momento para un partido sin una amplia clase dirigente ni apenas experiencia en las instituciones. La líder de Hermanos de Italia se fiará del grupo que la ha ayudado hasta ahora

Giorgia Meloni sonríe desde el interior de un coche tras salir de la sede de su partido en Roma, este martes.Foto: Cecilia Fabiano (AP) | Vídeo: EPV

Giorgia Meloni dio las gracias a su familia. Citó a su hija y a su pareja. Estaba emocionada. Y no era para menos. Llevaba media vida esperando este momento. Sabía que llegaría, explicó a las tres de la mañana del lunes, después de una extenuante jornada electoral. Tarde o temprano, los italianos confiarían en ellos, insistía. El problema es que esa confianza, o lo que sea que la propulsó a multiplicar su resultado de 2018 por seis y a convertirse en la f...

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Giorgia Meloni dio las gracias a su familia. Citó a su hija y a su pareja. Estaba emocionada. Y no era para menos. Llevaba media vida esperando este momento. Sabía que llegaría, explicó a las tres de la mañana del lunes, después de una extenuante jornada electoral. Tarde o temprano, los italianos confiarían en ellos, insistía. El problema es que esa confianza, o lo que sea que la propulsó a multiplicar su resultado de 2018 por seis y a convertirse en la fuerza más votada con un 26% de apoyos, llega en el peor momento. Italia afronta una otoño diabólico. El país, con una inflación desbocada y uno de los precios de la energía más altos de Europa, se asoma a una desaceleración de la economía plagada de riesgos que en los escenarios más adversos puede acabar convertida en una recesión. Esa posibilidad agita todos los fantasmas de aquel Gobierno de Silvio Berlusconi en 2011, que dejó al país al borde de la quiebra. Meloni lo recuerda bien, era su ministra de Juventud. Y el domingo, en su primer discurso tras la apabullante victoria, dio muestras de afrontar con mucha prudencia el encargo que recibirá del jefe del Estado, Sergio Mattarella.

La líder de Hermanos de Italia mantiene un perfil bajo. El lunes evitó comparecer. Pero las palabras pronunciadas de madrugada fueron un síntoma claro de la preocupación que recorre su partido. “Cuando haya pasado esta noche, tendremos que recordar que no estamos en un punto de llegada, sino un punto de partida. Las condiciones en las que Italia y la Unión Europea se encuentran son particularmente complejas, necesitamos la contribución de todos y un clima sereno, así como el respeto mutuo”, lanzó. “Esta es la hora de la responsabilidad, si queremos hacer historia. Italia nos ha elegido y no la traicionaremos. Si hemos sido llamados a gobernar, lo haremos para todos los italianos con el objetivo de unir a este pueblo, de realzar lo que lo une y no lo que lo divide”. Meloni ha llegado a esta conclusión, nada acorde con el tono agresivo que todavía la persigue, gracias al consejo de una guardia pretoriana que la acompañará en su aventura de gobierno.

La andadura de Hermanos de Italia empezó, como todos los fenómenos políticos de la Italia de las últimas décadas, alumbrada por el colapso del sistema de poder de Silvio Berlusconi. Tres miembros de la gran coalición que había formado Il Cavaliere y que bautizó como el Pueblo de la Libertad no quisieron continuar en el Gobierno técnico que se formó tras la implosión del Ejecutivo del dueño de Mediaset en 2011. Eran muy distintos. Por un lado, una joven romana que había sido ministra de Juventud. Por otro, las dos personas que representarían las corrientes ideológicas del partido que se disponían a fundar. Guido Crosetto venía de la Democracia Cristiana y encarnaba el ala más moderada, centrada y vinculada al poder económico. Ignazio La Russa, exministro de Defensa de Berlusconi, en cambio, procedía del posfascista Movimiento Social Italiano. Su segundo nombre es Benito y podría decirse que sus inclinaciones eran menos reposadas. Ambos serán ahora piezas clave del universo político de Meloni.

Los fundadores y la guardia pretoriana. Crosetto no tiene ningún cargo ejecutivo en el partido y es actualmente lobista de la industria armamentística. Él es uno de los ideólogos de la estrategia a largo plazo y de las bases para sentar la paz con el establishment económico, receloso del histrionismo populista de Meloni. Es autor de una famosa frase que resume su visión: “No se gobierna contra el BCE”. El lunes, en plena resaca electoral, Crosetto insistió en que esperan una transición entre gobiernos responsable y muy pacífica. Un traspaso de poderes en el que fluya la información, la concordia y sirva de precedente para los siguientes cambios de guardia. Esperan que el primer ministro saliente, Mario Draghi, les ayude a afrontar el invierno que se avecina.

Ignazio La Russa, siciliano curtido en Milán, se expresó también en esa línea por la tarde. Pero su tradición es muy distinta. “Hemos intentado dar dignidad y resistencia a la derecha italiana, que se arriesgaba a desaparecer. Nada más”, explicó al ser interrogado sobre la evolución del partido. La Russa tiene una relación muy directa con Meloni, es el consejero que no falta en cualquier mesa de negociación importante, conoce a la perfección a Berlusconi y será importante para engrasar la relación con los otros partidos de la coalición.

La estrategia europea. Raffaele Fitto, exgobernador de la región de Apulia, es su enlace con Europa. Ha sido democristiano y miembro de Forza Italia (nada extraño en un partido sin clase dirigente como Hermanos de Italia). Hoy es el encargado del partido europeo. Fue quien inicio un diálogo con el PPE para salir del rincón extremista en el que estaba marginado Hermanos de Italia. Él empezó el camino de integración en las instituciones y baja a tierra algunos balones demasiado ideológicos. Propició el voto a la actual presidenta del Parlamento, Roberta Metsola, y logró un vicepresidente (el letón Roberts Zile) para el grupo de los conservadores que dirige Meloni.

Fitto, que apostó por Hermanos de Italia cuando el partido era todavía residual, presentó con éxito la batalla contra Salvini para impedir que lograse unir los dos grupos de la extrema derecha en Europa un único conglomerado en el que pudiese entrar Viktor Orbán. Sostuvo que Meloni no habría sido nunca aceptada en Europa ni en Italia en un grupo compartido con Alternativa para Alemania (AFD) o el Partido por la Libertad del holandés Geerd Wilders. Y tenía razón. Es probable que termine siendo ministro.

El diputado Giovanni Donzelli, el lunes en Roma.ETTORE FERRARI (EFE)

La gestión del partido y el programa. Meloni se apoya mucho en la familia. En lo personal y en lo profesional. Su compañero y padre de su hija, Andrea Giambruno, es un periodista televisivo. “Es de izquierdas, no pensamos igual en muchas cosas. Discutimos sobre temas como la legalización de las drogas blandas, asuntos éticos, el mundo LGTBI”. Su hermana Arianna es otro apoyo y una referencia política. Pero, sobre todo, su cuñado: Francesco Lollobrigida. Él es el encargado de gestionar los asuntos internos del partido. Podría ser confirmado al frente del grupo parlamentario, que ha multiplicado su presencia en las dos Cámaras y es hoy un pequeño ejército. Giovanni Donzelli, amigo inseparable de Meloni, continuará como el principal responsable del control de la formación.

La redacción del programa político, especialmente el contenido conjunto con la coalición, ha sido un episodio clave. El pasado agosto, Meloni mandó a uno de sus más fieles colaboradores, Giovanbattista Fazzolari, a negociar con sus socios. Fue el encargado de fijar los límites que no podían traspasarse, especialmente en asuntos europeos y atlánticos. Meloni lo definió en su biografía así: “Una de las personas más inteligentes que haya tenido la fortuna de conocer”. Discreto, formado internacionalmente y uno de los principales promotores de marcar la línea roja con la Liga en asuntos de política exterior. Amigo de Meloni y compañero de andanzas desde el Frente de la Juventud, ya ocupó un cargo en el ministerio que dirigió la líder de Hermanos de Italia durante el Gobierno de Berlusconi. Se espera que tenga mucho peso en el nuevo Ejecutivo.

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