El cónsul alemán en Río de Janeiro abandona Brasil por un error tras ser detenido por el brutal asesinato de su marido

La justicia brasileña, que lo dejó libre sin medidas restrictivas, pide que sea incluido en la lista de prófugos de la Interpol

El cónsul alemán, Uwe Herbert Hahn, en custodia de la policía de Río de Janeiro (Brasil), el 7 de agosto de este año.RR. SS.

El hasta ahora cónsul alemán en Río de Janeiro, Uwe Herbet Hahn, acusado de matar a su esposo en Río de Janeiro, abandonó Brasil el domingo pasado hacia su país de origen y ya se encuentra en Alemania. El presunto crimen ocurrió el 5 de agosto, pero tras permanecer detenido durante días, el sospechoso consiguió un habeas corpus y aprovechó la ventana de oportunidad para fugarse a Francfort (Alemania) rápidamente. Este martes, la Justicia de Río de Janeiro ha solicitado a la ...

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El hasta ahora cónsul alemán en Río de Janeiro, Uwe Herbet Hahn, acusado de matar a su esposo en Río de Janeiro, abandonó Brasil el domingo pasado hacia su país de origen y ya se encuentra en Alemania. El presunto crimen ocurrió el 5 de agosto, pero tras permanecer detenido durante días, el sospechoso consiguió un habeas corpus y aprovechó la ventana de oportunidad para fugarse a Francfort (Alemania) rápidamente. Este martes, la Justicia de Río de Janeiro ha solicitado a la Policía Federal que incluya su nombre en la lista de prófugos de la Interpol.

El crimen ocurrió en extrañas circunstancias en el apartamento del barrio de Ipanema que el cónsul alemán, de 60 años, compartía con el belga Walter Henri Maximilien Biot, de 52 años, su pareja durante más de dos décadas. El diplomático alemán fue detenido después de que su versión sobre la muerte de su marido no coincidiera con las evidencias que recopilaron los peritos forenses.

En su versión, el cónsul explicó que su marido sufrió un mal súbito mientras estaba cocinando y que cayó al suelo de repente, golpeándose la cabeza de forma accidental. No obstante, lo que la autopsia reveló era muy diferente: más de 30 lesiones en todo el cuerpo, especialmente una en la cabeza y otras en las nalgas.

También había evidencias de que el cónsul mandó limpiar los restos de sangre que había por la casa, intentando que no quedara ninguna prueba. Además, aparecieron mensajes de la víctima a familiares suyos relatando que la vida con su pareja era “un infierno”. Para la policía no había dudas respecto a la muerte violenta. “El cadáver grita las circunstancias de su muerte”, explicó la comisaria de policía Camila Lourenço, al justificar la primera petición de prisión para el cónsul.

El sospechoso fue preso enseguida de forma preventiva, pero a partir de ahí empezó el galimatías judicial que acabó propiciando la fuga. Tras varios días esperando que la Fiscalía presentase la denuncia formal contra el cónsul, una jueza decidió soltarle alegando “exceso de plazo”, y no determinó ninguna medida restrictiva. Podrían haberle retenido el pasaporte o colocado una tobillera electrónica.

Gracias a la jueza, el 26 de agosto Hahn fue puesto en libertad, y dos días después ya estaba en un avión rumbo a Francfort. El mismo día que aterrizaba en la ciudad alemana, la Fiscalía presentó la esperada denuncia, que la Justicia aceptó inmediatamente, pero ya era tarde. Ahora las dos partes se echan la culpa mutuamente: la jueza que le puso en libertad culpa a la lentitud procesual de la Fiscalía, mientras que ésta asegura que cumplió con los plazos legales.

Ya desde Alemania, el cónsul estaría ahora amenazando a los testigos que prestaron declaración en la investigación. Según reveló el diario O Globo, el diplomático llamó y mandó mensajes vía WhatsApp a un amigo de la víctima para que retirase su versión de que era agresivo y trataba mal a su pareja. Le amenazó con afirmar a las autoridades brasileñas que era narcotraficante. “Yo ahora estoy seguro, tú no. Y ya sabes cómo es la policía, les encantará saber la verdad sobre ti”, dice uno de los mensajes enviados por el cónsul.

En la denuncia, la promotora Bianca Chagas de Macêdo alerta —tardíamente— de que el diplomático tenía condiciones financieras de sobra para fugarse y que también podría coaccionar a los testigos: “Consta en los autos que el denunciado cree gozar de amplios poderes e inmunidad debido a su función de cónsul de Alemania”. El privilegio es especialmente notorio en un país donde miles de personas (sobre todo jóvenes negros con escasa formación) pueden pasar años presos a pesar de no contar con ninguna condena. En Brasil hay en estos momentos 919.000 presos, y según los datos oficiales del Consejo Nacional de Justicia, el 45% está en la cárcel esperando un juicio, una anomalía constantemente criticada por especialistas en seguridad pública y derechos humanos. El cónsul alemán consiguió burlar la estadística.

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