Yihadistas atacan con coches bomba la base militar donde vive el presidente de Malí

Las autoridades aseguran que solo se han producido daños materiales y que dos terroristas fueron abatidos

El coronel Assimi Goïta, líder de la junta militar golpista en Malí, durante una reunión celebrada en agosto de 2020 en Bamako.AP

Este viernes de madrugada se ha producido un ataque con dos coches cargados de explosivos y tiros de mortero contra la base militar de Kati, donde reside el presidente de Malí, el coronel Assimi Goïta, y auténtico centro de poder de la junta castrense que dirige el país. Tanto el jefe de Estado como el ministro de Defensa, Sadio Cámara, se encontraban en el acuartelamiento en el momento del atentado. Las autoridades aseguran que se trata de un...

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Este viernes de madrugada se ha producido un ataque con dos coches cargados de explosivos y tiros de mortero contra la base militar de Kati, donde reside el presidente de Malí, el coronel Assimi Goïta, y auténtico centro de poder de la junta castrense que dirige el país. Tanto el jefe de Estado como el ministro de Defensa, Sadio Cámara, se encontraban en el acuartelamiento en el momento del atentado. Las autoridades aseguran que se trata de un “ataque terrorista” de corte yihadista que solo ha provocado daños materiales y que dos de los agresores han muerto, en un contexto de creciente deterioro de las relaciones entre la junta militar y Occidente y empeoramiento de la situación en materia de seguridad en plena retirada militar francesa del país.

El incidente tuvo lugar este viernes sobre las cinco de la mañana. Residentes en Kati escucharon una fuerte explosión, que se atribuye a los dos coches-bomba reconocidos por el Ejército, seguida de intensos disparos de artillería pesada. La base militar no es solo la más importante del país, sino también la residencia del presidente y el ministro de Defensa y alberga el principal arsenal militar maliense. De Kati surgieron los tres últimos golpes de Estado que ha sufrido Malí, tanto en 2012 como en 2020 y 2021. De inmediato, las autoridades ordenaron el cierre del aeropuerto internacional de Bamako, posteriormente reabierto, y varios helicópteros sobrevolaron la capital, en cuyas entradas y salidas y principales cruces se instalaron controles militares.

Horas más tarde, el servicio de comunicación de las Fuerzas Armadas hizo público un comunicado a través de Twitter en el que aseguraba que se trataba de “un ataque terrorista” que había sido rechazado. “La situación está bajo control y hay una operación de rastreo para capturar a los autores y sus cómplices”, aseguraba la nota. Se da la circunstancia de que este viernes estaba previsto un encuentro entre el enviado especial de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, Goodluck Jonathan, quien se encuentra en Bamako a tal efecto, y el presidente Goïta. El pasado mes de mayo las autoridades anunciaron haber desactivado un intento de golpe de Estado encabezado por el coronel Amadou Keïta, descontento con la deriva prorrusa del régimen militar.

El grave incidente en Kati, que hasta ahora no había sido objeto de ningún atentado, se produce tan solo un día después de una gran ofensiva yihadista con hasta seis ataques simultáneos contra puestos militares, uno de ellos en Kolokani, a un centenar de kilómetros de Bamako, que las autoridades atribuyen a la katiba Macina vinculada a Al Qaeda. El resto de atentados se produjeron en Douentza, Koro, Thy, Bapho y Ségou, con el resultado de dos soldados muertos y 15 heridos, así como siete terroristas también fallecidos.

Al mismo tiempo que se concreta la retirada de tropas francesas que luchan contra el yihadismo en Malí, que está previsto que termine en los próximos días con el traspaso de la base de Gao al Ejército maliense, así como de la fuerza europea Takuba, la presencia rusa a través de instructores militares y de mercenarios de la compañía privada Wagner ha ido ganando fuerza. En las últimas semanas, se ha abierto un nuevo frente en el deterioro de las relaciones entre los países occidentales y la junta militar, después de que esta paralizara las rotaciones de la misión de Naciones Unidas (Minusma) y ordenara la expulsión del portavoz de la misma, Olivier Salgado, tras la detención de 49 militares marfileños que formaban parte de Minusma, acusados por Bamako de un intento de desestabilización.

La Unión Europea también ha paralizado la formación de militares malienses en el marco de la misión EUTM, en la que España tiene una notable participación con hasta medio millar de soldados, y estudia en este momento su futuro. El detonante de esta decisión fue la masacre de Moura, en la que unos 300 civiles fueron asesinados en el centro del país por soldados malienses con el apoyo de mercenarios rusos, pero ha sido precisamente la creciente presencia de las tropas de Putin en el país las que han llevado a esta decisión, anunciada por el Alto Representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, el pasado mes de abril. Esta semana el ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, se trasladó a Senegal y Mauritania en busca de consolidar su relación con aliados más fiables en la región, tanto en la lucha contra el yihadismo como contra la emigración clandestina.

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