Putin emprende una peligrosa cruzada

El líder ruso se atribuye el papel de abanderado contra Occidente, que considera “el imperio del mal”

Un vehículo militar ruso, en la ciudad de Armyansk (Crimea), este jueves.Foto: Reuters | Vídeo: EPV

La pesadilla se ha hecho realidad. El presidente ruso, Vladímir Putin, presentándose como abanderado de una lucha contra el “imperio del mal” (para él, Estados Unidos y todo Occidente), comenzó en la madrugada de este jueves una operación bélica sin precedentes e invadió Ucrania desde diferentes frentes. Por lo que se va sabiendo en un ambiente infectado por los bulos y la confusión, las tropas y el equipo militar ruso avanzan por el territorio ucranio desde diferentes direcciones: lleg...

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La pesadilla se ha hecho realidad. El presidente ruso, Vladímir Putin, presentándose como abanderado de una lucha contra el “imperio del mal” (para él, Estados Unidos y todo Occidente), comenzó en la madrugada de este jueves una operación bélica sin precedentes e invadió Ucrania desde diferentes frentes. Por lo que se va sabiendo en un ambiente infectado por los bulos y la confusión, las tropas y el equipo militar ruso avanzan por el territorio ucranio desde diferentes direcciones: llegan de la frontera con Bielorrusia, de los territorios rebeldes de Donetsk y Lugansk y han avanzado hasta la provincia de Kiev, donde los defensores ucranios han efectuado las primeras capturas de combatientes rusos convenientemente identificados. Las tropas rusas se mueven también desde Crimea y Jersón, y están ya en las afueras de Járkov. Desde diferentes puntos llegan noticias de combates y muertos, sin que sea posible valorarlas en conjunto.

Al mismo tiempo, los misiles rusos neutralizan y destruyen sistemáticamente la infraestructura militar de Ucrania. Hay imágenes de explosiones en Ukrainka, a 40 kilómetros al sur de Kiev. En el centro de la capital hemos oído explosiones y sirenas. Seguimos oyéndolas. No detectamos pánico, aunque sí enormes colas de coches que abandonan la ciudad y por el mismo camino se mueven columnas de tanques. Los comercios del centro de la ciudad están en su mayoría cerrados y la gente acapara víveres en los que están abiertos. Hay problemas para pagar la compra porque algunas tarjetas de crédito han dejado de funcionar. También hay problemas con las comunicaciones telefónicas.

El llamamiento a la cruzada del mundo ruso contra el “imperio del mal” ha sido presentado por Putin como una “operación especial”. No ha habido declaración de guerra formal, y por el discurso que el presidente ruso ha emitido de madrugada para justificar la invasión se supo que la disquisición histórica que precedió al reconocimiento de las denominadas “repúblicas populares” de Lugansk y Donetsk fue realizada el día 21 y no el día 22, cuando se emitió. El mismo Putin lo dijo así al justificar la ofensiva, que puede ser vista como su venganza contra un Occidente al que acusa de querer acabar con Rusia y al que ha abroncado con vehemencia por diferentes episodios de su política, incluido el bombardeo de Belgrado de 1999, además de la guerra de Irak, Siria y Libia, entre otras cosas.

Al reiterar que la OTAN había asegurado que no se extendería hacia el Este, Putin afirmó: “[Nos] engañaron, y hablando popularmente, simplemente nos dejaron tirados”. Pero, en su diatriba enfurecida, Putin encontró curiosamente la posibilidad de alabar a EE UU como “gran país, vertebrador de un sistema, potencia” cuyos “satélites” la obedecen sumisamente, “la corean”, la “copian” y “con entusiasmo aceptan las reglas del juego que les proponen”. “Por eso, con todo fundamento se puede decir que el así llamado bloque occidental, formado por EE UU a su imagen y semejanza, todo él en su conjunto, es ese ‘imperio del mal”, afirmó Putin.

Para nadie puede haber duda ya de que el presidente ruso ha perdido el sentido de la realidad y de que su siniestro sentido de misión puede llevar a Europa a una nueva hecatombe. Hasta su fiel aliado, el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, busca un modo de distanciarse por lo menos formalmente. En una reunión matutina con los dirigentes de su ejército en Minsk, Lukashenko dijo haber permitido a Putin que mantuviera un pequeño contingente militar en la frontera con Ucrania por si los ucranios atacaban el país, pero resultó que en lugar de un ataque de los ucranios se inició una “operación” rusa. El líder bielorruso dijo haber ordenado a su ministro de Defensa que hablara por la noche con el responsable de Defensa de Ucrania para que este a su vez hablara con su colega de Rusia con el fin de evitar la “operación”. El ministro bielorruso aseguró que había hablado con el ucranio, pero que este no había hecho lo propio con el ruso. Intenta de nuevo estar sentado entre dos sillas; Lukashenko permite que se lance un ataque contra Ucrania desde su territorio y al mismo tiempo se presenta como un mediador entre Moscú y Kiev.

Es evidente que durante un tiempo que los estudiosos tendrán que determinar, Putin estuvo organizando y desarrollando los elementos de una gigantesca puesta en escena que debía culminar con su intervención como salvador frente al “imperio del mal”. Ese escenario en su conjunto no resultó, porque las diferentes piezas confeccionadas por la propaganda del Kremlin no encajaban entre sí, como la evacuación de población civil de Donetsk, que debía aparecer como la reacción a un ataque de Ucrania (que no sucedió). La coordinación de los actores y la relación causa-efecto no funcionaron como seguramente se esperaba, pero los bulos y la propaganda sí han conseguido crear una gran desorientación que se extiende por todo el territorio ruso y, por lo que pudo juzgar esta periodista, también afectaba a la percepción de los ucranios.

Desde un importante centro urbano de Siberia, una enérgica activista de talante liberal afirmaba por WhatsApp que estaba preparando una movilización “contra la guerra y para ayudar a las mujeres de Donbás”. La activista no entendía que las tropas de su país avanzaran por el territorio ucranio y que hubieran dejado atrás Donbás, convertido ya en un pretexto para la actuación de una mente enferma. En cuanto al Consejo de Seguridad de Rusia, que avaló los planes de Putin, la transmisión que se ofreció al público por televisión el 22 de febrero estaba editada y se presentó cortada ante el público varias horas después de que se produjera. Entre los cortes efectuados figura la intervención del fiscal general de Rusia, Igor Krasnov. No sabemos qué dijo el fiscal ni tampoco cuál es el contenido de los fragmentos cortados y por qué se cortaron, pero es evidente que el grupo de dirigentes de la Federación Rusa, de aspecto alicaído y asustado, que intervinieron y apoyaron a Putin pueden ser calificados como “cómplices”.

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