La Fiscalía acusa de homicidio involuntario a los padres del tirador de Míchigan

James y Jennifer Crumbley, que guardaban el arma sin candado, desoyeron las señales de alarma del colegio. La policía ha detenido a la pareja, tras una breve fuga

Un memorial recuerda a las víctimas del tiroteo del instituto de Oxford (Michigan).SCOTT OLSON (AFP)

La Fiscalía de Oakland (Míchigan) ha encausado este viernes a los padres del chico de 15 años que el martes abrió fuego contra sus compañeros de instituto y mató a cuatro adolescentes. James y Jennifer Crumbley se enfrentan a cuatro cargos de homicidio involuntario, según ha confirmado a la prensa Karen McDonald. “Tener un arma implica guardarla en un lugar seguro y no permitir a otros, especialmente a los menores, que acce...

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La Fiscalía de Oakland (Míchigan) ha encausado este viernes a los padres del chico de 15 años que el martes abrió fuego contra sus compañeros de instituto y mató a cuatro adolescentes. James y Jennifer Crumbley se enfrentan a cuatro cargos de homicidio involuntario, según ha confirmado a la prensa Karen McDonald. “Tener un arma implica guardarla en un lugar seguro y no permitir a otros, especialmente a los menores, que accedan a ella. Fue él quien apretó el gatillo, pero hubo más gente implicada en ese trágico suceso, y es mi obligación hacerles responsables”, ha dicho la fiscal, en referencia a los progenitores. La decisión, que cuenta con pocos precedentes e introduce el concepto de la responsabilidad en el sacrosanto derecho estadounidense a poseer armas, marca un hito en la historia de los tiroteos protagonizados por adolescentes.

Horas después de conocerse estos cargos, el sheriff del condado de Oakland, Michael Bouchard, informó de la emisión de una orden de busca y captura contra los Crumbley después de que su abogado les comunicara que la pareja había dejado de responder a sus mensajes. Según el letrado, abandonaron Oxford en la noche del tiroteo “por motivos de seguridad”. Las autoridades desplegaron un dispositivo para encontrarlos. Su coche apareció finalmente en un barrio residencial de Detroit, capital de Míchigan, y fueron detenidos en la madrugada de este sábado.

McDonald había ofrecido el viernes por la mañana un detallado relato de los hechos que llevaron a Ethan Crumbley a colar en una mochila en su instituto de Oxford, a 60 kilómetros de Detroit, el arma semiautomática de nueve milímetros Sig Sauer con la que llevó a cabo la matanza. Todo empezó el 26 de noviembre, día siguiente a Acción de Gracias, cuando padre e hijo fueron a comprar la pistola juntos. Ethan Crumbley colgó después en sus redes sociales una foto con el siguiente texto: “Acabo de hacerme con esta belleza”. El comentario estaba acompañado por unos emojis de corazones. La madre también compartió esa imagen, que definió como “un regalo de Navidad” para el hijo.

La fiscal de Oakland County, Karen McDonald, se dirige a la prensa en la mañana de este viernes en Pontiac, Michigan. Max Ortiz (AP)

El día previo al ataque, un profesor sorprendió a Crumbley buscando en su móvil información sobre cómo conseguir munición. El instituto se puso en contacto con los padres para mostrarles su preocupación por la actitud de Ethan, que ahora se enfrenta a la pena máxima, cadena perpetua, porque la fiscalía lo acusa de terrorismo, lo cual equipara su responsabilidad en los hechos a la de un adulto. Recibieron una llamada de teléfono, que dejó rastro en el contestador, y un correo electrónico. No contestaron a ninguno de los dos mensajes, pero los investigadores han encontrado pruebas de que la madre escribió a su hijo el siguiente texto: “LOL [carcajadas]. No estoy enfadada contigo, pero que la próxima vez no te cojan”.

Los padres acudieron dos veces al instituto. La segunda, el día de autos, cuando un profesor sorprendió al atacante dibujando un arma en un cuaderno, con un texto que decía: “Los pensamientos no paran. Ayudadme. Mi vida es inútil, el mundo está muerto”. La fiscal McDonald considera que los padres actuaron con negligencia por no obligar entonces al adolescente a enseñarles lo que contenía su mochila. También, por negarse a llevárselo consigo a casa y por permitirle que volviera a clase.

Horas después, se metió en el baño, sacó el arma, y empezó a disparar indiscriminadamente a quien se iba encontrando. Mató a Tate Myre, de 16 años, Hana St. Juliana, de 14, Madisyn Baldwin, de 17, y Justin Shilling, de 17, que sucumbió a las heridas mortales el miércoles. Dejó además siete heridos, seis alumnos y un profesor. “Disparaba a corta distancia y generalmente a la cabeza o el pecho”, explicó a la CNN el sheriff Bouchard.

Cuando saltaron las primeras noticias de que había un tirador activo en el instituto de su hijo, la madre le escribió un mensaje: “Ethan, no lo hagas”. James Crumbley corrió después a su casa, donde comprobó que el arma no estaba en su sitio, un lugar que no tenía candado, según los investigadores. Llamó después a la policía para advertir de que sospechaba que su hijo podía ser el atacante. Cuando esta se presentó en el instituto y redujo al tirador, al muchacho aún le quedaban 15 cartuchos.

En los seis primeros meses del año se registraron en Estados Unidos más de 270 tiroteos masivos, según datos de la agencia independiente Gun Violence Archive. Desde 2020 el país vive un incremento de la violencia armada. En los últimos tiempos los tiroteos masivos en los centros educativos del país se han multiplicado exponencialmente. Este es el más grave que se ha producido en los últimos 18 meses, en los que la pandemia redujo la presencia de los alumnos en los colegios e institutos.

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