Un dirigente talibán anuncia que Afganistán volverá a practicar ejecuciones y amputaciones

“Cortar manos es muy necesario para la seguridad”, defiende Nooruddin Turabi, ministro de Prisiones, mientras que un responsable en Kandahar defiende que se haga en público

Luis de Vega Agencias
Kandahar (Enviado Especial) -
El líder taliban Nooruddin Turabi posa en una entrevista, este miércoles en Kabul.Felipe Dana (AP)

Las ejecuciones y las amputaciones de miembros vuelven a aparecer en la agenda del segundo periodo de la dictadura talibán, que está dando sus primeros pasos en Kabul. Hay una salvedad: que posiblemente esos castigos no vayan a convertirse en un macabro show como a veces ocurría en su primer mandato con el objeto de dar ejemplo e imponer su autoridad a sangre y fuego. Así lo ha reconocido el flamante ministro ...

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Las ejecuciones y las amputaciones de miembros vuelven a aparecer en la agenda del segundo periodo de la dictadura talibán, que está dando sus primeros pasos en Kabul. Hay una salvedad: que posiblemente esos castigos no vayan a convertirse en un macabro show como a veces ocurría en su primer mandato con el objeto de dar ejemplo e imponer su autoridad a sangre y fuego. Así lo ha reconocido el flamante ministro de Prisiones, el mulá Nooruddin Turabi, en una entrevista concedida en Kabul a una reportera de la agencia estadounidense Associated Press. Ejecuciones y cortes de manos, sí; con público, ya no lo tiene tan claro. “Cortar las manos es muy necesario por seguridad”, dijo Turabi, que está considerado uno de los representantes del ala más dura, radical y recalcitrante de los talibanes. Fue, además, miembro del Ejecutivo que detentó ya el poder al Afganistán entre 1996 y 2001 que está sirviendo como vara de medir estas primeras semanas.

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“Cuando se cuelga a alguien delante de todo el mundo es para dar una lección y se obtienen muy buenos resultados”
Noor Ahmed Sayed, delegado talibán de Información y Cultura en Kandahar

Hay sin embargo quien defiende que ese tipo de sentencias basadas en los preceptos de la religión musulmana se sigan llevando a cabo en público. Así lo ha reconocido a EL PAÍS el delegado de Información y Cultura en la provincia de Kandahar, Noor Ahmed Sayed, que cree en su utilidad como terapia social. “Cuando se cuelga a alguien delante de todo el mundo es para dar una lección y se obtienen muy buenos resultados porque todo el mundo ve lo que le puede ocurrir”. “Colgar a gente y ese tipo de cosas era algo raro. Se trataba de personas que habían matado a muchos y que, además, se había probado. Todo aquello ocurría de acuerdo a la sharía (ley islámica). Si alguien mata a alguien, hay que matarlo. Pero puede salvarle la vida la familia del asesinado”, aclara con un tono de voz plano y de escasos decibelios.

Las ejecuciones, en caso de asesinato, y amputaciones de miembros a ladrones convertidas de vez en cuando en un bárbaro espectáculo ante miles de personas es uno de los más negros recuerdos de aquel quinquenio. En algunos casos llegaron a llevarse a cabo en los estadios de fútbol como prólogo a los encuentros. El nuevo Gobierno talibán todavía tiene que pasar de las palabras a los hechos. Trata, por un lado, de ganar reconocimiento internacional y, por otro, quitarse de encima lastres del pasado. Las palabras del ministro de Prisiones son un recordatorio para aquellos que, cargados de optimismo, piensan que vuelven con mejores intenciones.

“Todos nos criticaron por los castigos en los estadios, pero nunca hemos dicho nada sobre sus leyes y sus castigos”, comentó el ministro sin citar explícitamente ni a Estados Unidos ni a ningún otro país. “Nadie nos dirá cuáles deberían ser nuestras leyes. Seguiremos el islam y haremos nuestras leyes sobre el Corán”, añadió.

Sayed, que calcula que tiene entre 40 y 42 años, vivió siendo muy joven el anterior mandato de los talibanes. De aquella época luce ya como recuerdo una prótesis en su pierna derecha, que perdió en el frente, cuando no había cumplido ni los 20. Fue un “sacrificio” que le sirvió para reforzar sus ideales. En los últimos 20 años cree que Afganistán se ha llenado de “asesinos, bandidos o ladrones”. Por eso, con una leve sonrisa, dice que “tenemos que castigar a aquellos que cometen crímenes. Si no lo hacemos, el nivel de criminalidad irá en aumento”. Para apoyar su justificación hace una referencia a la pena de muerte en Estados Unidos.

No es nada raro que en Afganistán alguien no tenga clara su edad. De hecho, el propio ministro Turabi tiene alrededor de 60 años, según AP. Su anterior cartera en el periodo 1996-2001 fue la de Justicia y jefe del llamado Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio. Ese ministerio ha sido recuperado por el nuevo Ejecutivo, que ha decidido fijar su sede en el lugar que hasta ahora ocupaba el Ministerio de Asuntos de la Mujer, delante de cuya sede ya ha habido actos de protesta.

Turabi que perdió una pierna y un ojo combatiendo a las tropas soviéticas en los años 80 del pasado siglo, aceptó hablar con una periodista, una señal, según él, de que ha habido cambios respecto al pasado. Habla también de avances como permitir la televisión, los teléfonos móviles, las fotos o los vídeos. Además se permitirá a la mujer ejercer como juez.

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