La policía de Brasil mata al “asesino en serie del DF” tras 20 días de cacería
La persecución de Lázaro Barbosa, acusado de al menos 11 homicidios, dio alas al discurso de mano dura del presidente Jair Bolsonaro
La cacería policial que movilizó la atención de los brasileños durante 20 días llegó a su fin este lunes. Lázaro Barbosa, de 32 años, acusado de 11 asesinatos, entre ellos cuatro miembros de una misma familia, cayó por los disparos de los uniformados en la ciudad de Águas Lindas, en Goiás.
La atención prestada a Lázaro, quien se adentró en los bosques y causó terror en el interior del Estado de Goiás, se intensificó después de que fuera señalado por la Policía del Distrito Federal como el autor de la masacre de una familia, en un crimen que recordó la novela ...
La cacería policial que movilizó la atención de los brasileños durante 20 días llegó a su fin este lunes. Lázaro Barbosa, de 32 años, acusado de 11 asesinatos, entre ellos cuatro miembros de una misma familia, cayó por los disparos de los uniformados en la ciudad de Águas Lindas, en Goiás.
La atención prestada a Lázaro, quien se adentró en los bosques y causó terror en el interior del Estado de Goiás, se intensificó después de que fuera señalado por la Policía del Distrito Federal como el autor de la masacre de una familia, en un crimen que recordó la novela A Sangre Fría, del escritor Truman Capote.
En la cronología descrita por la policía y hecha famosa por los informativos, Lázaro se convirtió en el hombre más buscado del país tras ser acusado de matar al ganadero Cláudio Vidal de Oliveira, de 48 años, y a sus dos hijos, Gustavo Marques Vidal, de 21 años, y Carlos Eduardo Marques Vidal, de 15 años, el pasado 10 de junio. Tras abandonar los cuerpos en una habitación, Lázaro presuntamente secuestró y asesinó a la madre de los jóvenes, Cleonice Marques de Andrade, de 43 años. Su cuerpo fue encontrado el 13 de junio cerca de un arroyo.
Según el gobernador del Estado, Ronaldo Caiado, Barbosa, conocido en Brasil como el “asesino en serie del DF”, murió a consecuencia de una herida de bala en la ingle. Sin embargo, la secretaría de Salud informó de al menos 38 disparos en el cuerpo del fugitivo.
A riesgo de que el delincuente siguiese cometiendo asesinatos, el secretario de Seguridad Pública, Rodney Miranda, montó un cuartel general para organizar el asedio al criminal. Como dijo Miranda, en repetidas y tumultuosas ruedas de prensa frente a la escuela utilizada como gabinete de crisis, se desplegaron detrás de Lázaro unos 270 policías, helicópteros, drones y perros rastreadores.
La búsqueda no tardó en animar el campo político y provocar celos entre el gobernador del Distrito Federal, Ibaneis Rocha, y el gobernador de Goiás, Caiado. Ibaneis afirmó que las fuerzas de seguridad estaban siendo tomadas “por tontas”. Caiado, por su parte, reaccionó: “No te atrevas a faltar el respeto a los policías de Goiás”.
Caiado gobierna uno de los estados más visitados ―17 veces― por el presidente Jair Bolsonaro, dos de ellas mientras la policía buscaba al fugitivo. La historia del asesino en serie alimentó además el discurso armamentista que impulsa el bolsonarismo. El día 17, Bolsonaro, orgulloso, dijo: “Hay un maníaco en la región del DF y Goiás cometiendo barbaridades, matando gente, violando... Este elemento intentó entrar en una finca y fue repelido porque el hombre tenía un calibre doce en su interior”. Y agregó: “Los bandidos están armados, no tienes paz ni siquiera dentro de tu casa. No puedo dormir, a pesar de la enorme seguridad aquí en el Palacio del Gobierno, sin tener un arma a mi lado”.
La historia de Lázaro agitó aún más las agendas bolsonaristas cuando se comprobó que el fugitivo había sido beneficiado con una salida transitoria durante la Semana Santa en 2016, de la cual nunca volvió. Desde entonces, la fama del asesino creció.
Bolsonaro celebró en Twitter la muerte de Barbosa: “CPF cancelado”, escribió, replicando una jerga policial utilizada cuando muere un acusado y su documento (CPF) ya no sirve. El tuit del presidente brasileño fue compartido más de 32.000 veces. “Uno menos para amedrentar las buenas familias”, despidió Bolsonaro.
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