Eldric Sella, el primer latinoamericano en el equipo olímpico de refugiados
El venezolano emigró en 2018 a Trinidad y Tobago, donde obtuvo el estatus de refugiado y pudo continuar su camino en el boxeo
Cuando Eldric Sella, un joven boxeador caraqueño con aspiraciones olímpicas, tomó la decisión de irse definitivamente de Venezuela en 2018 junto con su novia, el país llevaba cuatro años de descalabro económico. Había sido testigo de la extenuante escasez de alimentos y medicinas, de un año de hiperinflación que todavía sigue, y de los más de 200 muertos en las intensas jornadas de protestas antigubernamentales de los años 2014 y 2017. Sella, de 24 años, se fue a Trinidad y Tobago cuando ya era evidente el desborde de venezolanos...
Cuando Eldric Sella, un joven boxeador caraqueño con aspiraciones olímpicas, tomó la decisión de irse definitivamente de Venezuela en 2018 junto con su novia, el país llevaba cuatro años de descalabro económico. Había sido testigo de la extenuante escasez de alimentos y medicinas, de un año de hiperinflación que todavía sigue, y de los más de 200 muertos en las intensas jornadas de protestas antigubernamentales de los años 2014 y 2017. Sella, de 24 años, se fue a Trinidad y Tobago cuando ya era evidente el desborde de venezolanos por la región huyendo de la crisis económica y social del régimen de Nicolás Maduro. Hoy se han ido más de 5,6 millones de Venezuela.
Después de Siria, que cumple una década en guerra, la crisis en el país sudamericano es la que más desplazamientos produce en el mundo. Las dimensiones de ese flujo tienen ahora un nuevo símbolo: la inclusión, por primera vez, de un latinoamericano en el equipo de refugiados que este verano compite por segunda vez en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Entre los 29 deportistas hay atletas de Siria, Afganistán, Camerún, Irán, Irak, Sudán, Sudán del Sur, República de Congo, República Democrática de Congo, Eritrea y, ahora, de Venezuela.
Sella solicitó refugio en Trinidad y Tobago en 2019 y obtuvo el estatus un año después en un país que ha sido hostil con los migrantes venezolanos —hay ya más de 40.000, según la Organización de Estados Americanos— y que ha volteado la mirada ante los naufragios que han ocurrido entre Güiria, al oriente de Venezuela, y las costas de Trinidad y Tobago, que han dejado decenas de muertos y desaparecidos. El boxeador, sin embargo, pudo encontrar un camino en su nuevo país de residencia. En diciembre pasado obtuvo una beca para atletas refugiados del Comité Olímpico Internacional (COI). Esto lo puso en el carril de Tokio en la categoría de 75 kilogramos donde representará, junto a los otros 28 atletas, a 80 millones de desplazados que hay en el mundo. “Tendré la oportunidad de participar en los Juegos Olímpicos y representar no sólo a mí, sino a millones de personas de todo el mundo que, como yo, se vieron obligadas a dejar atrás su hogar y sus sueños”, ha dicho en las entrevistas que ha difundido el COI, que ahora maneja su agenda con los medios.
La delegación oficial de Venezuela, que hasta el momento ha conseguido la clasificación de 38 atletas, llevará a cuatro boxeadores, pero ninguno en la misma categoría de Sella, por lo que no le tocará enfrentarse con sus connacionales. Aunque todavía hay cupos por decidirse, la delegación venezolana podría ser el grupo más reducido si se compara con los 86 deportistas que fueron a Río 2016 o los 108 que compitieron en 2008 en Beijing. La caída del número de atletas que logran ir a las olimpiadas también puede ser un indicador de la debacle que ha vivido el país petrolero en menos de una década.
Sella cuenta en su blog personal que se crió en la barriada del 23 de Enero, en el oeste de Caracas, un fervoroso bastión del chavismo y sus grupos de choque. A los 9 años ya estaba subido al ring. En su cuenta de Instagram aparece en fotos en la escuela de boxeo Alfonso Blanco del sector La Cañada donde dio sus primeros golpes. Allí lo formó Andrés Montañés, con una estirpe de boxeadores entre los que cuenta no solo a Sella y al que da nombre a la escuela, sino también a sus tres hijos. Montañés también es un migrante, dice por teléfono desde Río de Janeiro, donde llegó hace más de un año.
La noticia de la clasificación de Sella en el equipo de refugiados es un orgullo más para el experimentado entrenador de 68 años. “Para mí, todos mis alumnos son como mis hijos. Eldric es un joven que captó todo lo que traté de enseñarle en la técnica del boxeo amateur”, dice. A los 15 años Sella se convirtió en campeón junior nacional y a los 18 entró en selección nacional donde estuvo muy poco tiempo, porque no había recursos para los atletas. Montañés dice que aunque lo motivó a entrar en el boxeo profesional, Sella quería estar en una olimpiada. Ese 2018 que Sella se fue a Trinidad y Tobago, la selección venezolana de boxeo —la disciplina que le dio la primera medalla de oro a Venezuela en 1968— perdió por forfeit en los Juegos Centroamericanos y del Caribe por falta de apoyo del gobierno.
Más desplazamientos
El boxeador de 24 años entrena ahora en el New Wave Health Club, un gimnasio en Couva, una pequeña ciudad a unos 35 kilómetros Puerto España. Cuando se quedó definitivamente en ese país tuvo que trabajar como obrero y en otros oficios para sobrevivir y en sus ratos libres continuaba el entrenamiento, dice en algunos de sus post en redes sociales. Su padre, Edward Sella, también se fue de Venezuela. Ahora es su sparring y su entrenador principal, que en 2019 lo llevó a ganar una medalla de plata en un campeonato de la Asociación de Boxeo de Trinidad y Tobago.
“Estamos encantados de ver la pasión, la determinación y el arduo trabajo de Eldric recompensados tan maravillosamente”, dijo Miriam Aertker, jefa de la oficina del Acnur en Trinidad y Tobago, cuando se anunció la participación de Sella en el equipo de refugiados. “Su perseverancia y optimismo ante todos sus obstáculos son inspiradores y creemos que será un símbolo de esperanza para todos los que se encuentran en situación de desplazamiento forzado, especialmente los más de cinco millones de venezolanos que han abandonado su país”, agregó.
La crisis migratoria de Venezuela ha impactado a casi todos los países de la región. Colombia tiene la mayor presión, con casi dos millones de migrantes, pero la agudización de la crisis en el país sigue expulsando a los venezolanos que se van a pie hasta Chile o cruzan el Río Grande para entrar a Estados Unidos. Esta semana, Canadá auspició la segunda conferencia de donantes en solidaridad con los refugiados y migrantes venezolanos, una iniciativa que también ha empujado el líder opositor Juan Guaidó. El encuentro fue fuertemente fustigado por Jorge Arreaza, el canciller de Maduro, quien aseguró en un comunicado que se trata de una “propaganda anti-venezolana” y puso en duda el destino de los fondos que reciben mayormente los países con más migrantes venezolanos. El funcionario acusó directamente a España, Canadá, la Unión Europea y a las agencias de la ONU, de actuar “bajo el estricto guión de Washington” para exhibir “una cínica lectura de la situación de las personas migrantes de origen venezolano”.
Dos ideas constantemente repetidas en la conferencia de donantes fueron que la crisis migratoria venezolana es de las que menos atención y fondos recibe, y que la solución definitiva para Venezuela pasa por un acuerdo político que permita realizar elecciones libres. De la cita salió el compromiso de donar 1.500 millones de dólares para los desplazados e iniciativas como la de Ecuador de regularizar a más de 400.000 venezolanos. La jornada reunió a muchos más países que hace un año pero recaudó mucho menos dinero, mientras los desplazamientos han aumentado y las condiciones de vida han empeorado con la pandemia. Sella estará en Tokio para recordarlo.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región