Biden culpa a Johnson de la crisis en Irlanda del Norte
La Administración estadounidense acusa a Downing Street de “inflamar la tensión” en la región, horas antes de la primera visita del presidente al Reino Unido
La Administración de Joe Biden acusó al Gobierno de Boris Johnson de poner en peligro el proceso de paz Irlanda del Norte con la tensión continua en torno al Brexit, apenas unos días antes de la primera visita al Reino Unido del presidente estadounidense. Según ha revelado este ...
La Administración de Joe Biden acusó al Gobierno de Boris Johnson de poner en peligro el proceso de paz Irlanda del Norte con la tensión continua en torno al Brexit, apenas unos días antes de la primera visita al Reino Unido del presidente estadounidense. Según ha revelado este jueves el diario The Times, la encargada de negocios de la Embajada de EE UU en Londres, Yael Lempert, transmitió el pasado 3 de junio una nota diplomática verbal al secretario de Estado británico para la UE, David Frost, en la que acusaba a Downing Street de estar “inflamando la tensión” tanto con Irlanda como con la UE con su agresiva retórica y su decisión unilateral de no aplicar el Protocolo de Irlanda del Norte.
Ese protocolo es el documento anexo al Acuerdo de Retirada de la Unión Europea, por el que el Gobierno británico se comprometía a mantener esa región dentro del Mercado Interior comunitario, y aplicar por tanto controles aduaneros a las importaciones y exportaciones con Gran Bretaña. La crisis política desatada en el unionismo norirlandés, que acusa de traición a su tradicional aliado, el Partido Conservador británico, y la violencia callejera que ha estallado en los últimos meses, han llevado al Ejecutivo de Johnson a incumplir unilateralmente con sus compromisos y no realizar los controles de mercancías acordados.
Johnson preparaba estas semanas minuciosamente el recibimiento a Biden, con la intención de reforzar la “relación especial” entre Londres y Washington e impulsar el nuevo papel solitario en política internacional al que aspira el Gobierno Conservador en la era posBrexit. Horas antes de la llegada del presidente estadounidense al aeropuerto de Suffolk, en la noche del miércoles, Downing Street había difundido un comunicado oficial en el que anunciaba que los dos líderes, que se reúnen este mismo jueves en Cornualles, iban a acordar una nueva Carta Atlántica “basada en la histórica declaración realizada por Churchill y Roosevelt para definir el orden mundial posterior a la Segunda Guerra [Mundial]”. Desde grandes propósitos como promover la democracia en el mundo, defender sus valores compartidos o combatir juntos futuras pandemias a objetivos más prácticos como intentar reanudar cuanto antes los vuelos e intercambios turísticos entre los dos países. “Churchill y Roosevelt se enfrentaron al reto de levantar el mundo después de una devastadora guerra. Hoy nos enfrentamos a un reto diferente pero igual de desafiante: cómo reconstruir del mejor modo posible todo el daño provocado por la pandemia del coronavirus”, se dispone a afirmar Johnson, según las citas de su discurso adelantadas por Downing Street.
La pretendida relevancia y grandeza del encuentro entre los dos dignatarios, previo a la reunión que mantendrá el G-7 este fin de semana, se ha visto aguada por la crisis de Irlanda del Norte, que preocupa especialmente a Washington. Y que pone en peligro el perseguido acuerdo comercial entre el Reino Unido y Washington, la principal apuesta de Johnson para recuperar el mercado perdido con la salida de la UE. Los negociadores David Frost, por el Gobierno británico, y Maros Sefcovic, por la UE, concluyeron sin acuerdo una nueva reunión de tres horas y media este miércoles.
La bautizada como “guerra de las salchichas” por los tabloides británicos está agotando la paciencia de Bruselas, que amenaza con acciones legales y con la imposición de nuevas tarifas arancelarias si Londres sigue incumpliendo el protocolo firmado. Productos cárnicos —sobre todo las populares salchichas británicas—, suministros a grandes cadenas de supermercados, plantas y semillas o exportaciones de acero desde Gran Bretaña a Irlanda del Norte. Todos estos sectores, aliviados de momento por una prórroga que el Gobierno de Johnson quiere prolongar, se verán afectados por el nuevo tratado internacional, con un incremento de trámites y burocracia. El político conservador era plenamente consciente de ello cuando firmó el acuerdo, para acelerar su anhelado Brexit, pero ahora exige flexibilidad a la UE y “sentido común”.
La estadounidense Lempert urgió a Frost, en su reunión del 3 de junio, a alcanzar cuanto antes con la UE un “arreglo negociado”, aunque eso supusiera para Londres asumir “compromisos impopulares”. Biden, con orígenes irlandeses, está dispuesto a sacar el espinoso asunto en su visita al Reino Unido. También lo harán los representantes de la UE en Cornualles o dirigentes como el francés Emmanuel Macron y la alemana Angela Merkel, con lo que podrían arrojar una sombra al éxito diplomático que Johnson quería apuntarse con la cumbre.
“Lempert aseguró que Estados Unidos estaba cada vez más preocupado por el bloqueo en la aplicación del protocolo [de Irlanda del Norte]. Esta situación está socavando la confianza entre dos de los principales aliados de la Administración estadounidense. Washington exige firmemente al Reino Unido que negocie una solución acordada”, asegura la minuta del encuentro entre Frost y la diplomática estadounidense al que ha tenido acceso The Times.