Le Pen exhibe Perpiñán como vitrina para 2022
La extrema derecha usa la capital catalano-francesa como laboratorio para romper el cordón sanitario en Francia
Perpiñán, en el sur de Francia, se ha convertido en la vitrina de la extrema derecha para las elecciones presidenciales de 2022. La capital de la llamada Cataluña francesa o Cataluña norte es, desde el pasado verano, la mayor ciudad gobernada por el Reagrupamiento Nacional (RN), el partido liderado por Marine Le Pen, heredero del Frente Nac...
Perpiñán, en el sur de Francia, se ha convertido en la vitrina de la extrema derecha para las elecciones presidenciales de 2022. La capital de la llamada Cataluña francesa o Cataluña norte es, desde el pasado verano, la mayor ciudad gobernada por el Reagrupamiento Nacional (RN), el partido liderado por Marine Le Pen, heredero del Frente Nacional que fundó su padre, Jean-Marie Le Pen.
Lo que puede verse en el escaparate de Perpiñán no son las imágenes que tradicionalmente se asocian al ascenso ultra al poder: autoritarismo, tensión en la calle, exclusión sin disimulo. Tampoco da la impresión de que el trumpismo se haya adueñado del Ayuntamiento. Ni los insultos ni el odio en las redes sociales, ni el populismo desenfrenado del expresidente de Estados Unidos Donald Trump, parecen estar a la orden del día en esta ciudad fronteriza de 122.000 habitantes, alejada de los centros del poder político y económico francés, y con una de las tasas de desempleo y de pobreza más elevadas del país.
El nuevo alcalde, Louis Aliot, que durante años fue pareja de Marine Le Pen, exhibe su gestión municipal como ejemplo de la capacidad del RN para gobernar sin estridencias y para deshacer los miedos que suscita una formación asociada aún a los exabruptos xenófobos y antisemitas de Le Pen padre. Aliot (Toulouse, 51 años) señala que su victoria en las municipales del 28 de junio pasado es una prueba de cómo un partido considerado por la mayoría como un apestado puede romper el cordón sanitario que le relegaba en casi todas las elecciones, y atraer a votantes y colaboradores de la derecha tradicional.
“El contexto aquí podría reproducirse a escala nacional”, pronostica Aliot desde el Ayuntamiento. “La situación económica y social está muy degradada, hay problemas graves de seguridad, y había una melancolía ambiental que hacía que la gente no veía claro el futuro”, continúa.
El alcalde describe su fórmula como “una estrategia de apertura y de unión de personas que no pertenecían todas al Reagrupamiento Nacional”. Y añade: “Hoy ya no hay una movilización de la gente contra el RN. Hay una normalización”.
Los sondeos dan por seguro que Marine Le Pen se clasificará a la segunda vuelta de las próximas presidenciales, como en las de 2017. Pero entonces el otro clasificado, el actual presidente, Emmanuel Macron, obtuvo un 66% de votos, y Le Pen un 34%. La distancia se reduce. Algunos sondeos apuntan a que el presidente volvería a ganar a su rival, pero solo por 52% a 48%.
Perpiñán, para el RN, muestra el camino. No es casualidad que en esta ciudad vaya a celebrarse en julio el congreso que lanzará la candidatura de Le Pen a 2022. “Lo que vemos en Perpiñán es que la extrema derecha sigue siendo la extrema derecha, pero también hay una voluntad de notabilización”, analiza Romain Grau, diputado por Perpiñán de La República en Marcha (LREM), el partido del presidente de la República, Emmanuel Macron, y candidato derrotado en las municipales.
El término “notabilización” aplicado al alcalde aparece en muchas de las conversaciones en Perpiñán. Refleja la idea de que Aliot aspira a vestirse de los ropajes del notable, el hombre que en la pequeña ciudad de provincias goza de consenso y respeto. La “notabilización” vendría a culminar un proceso para “desdemonizar” al partido ultra.
“Hay una voluntad, por parte de Aliot”, resume Grau, “de fundirse con el establishment provincial, lo que significa que no hace mucho, no dice mucho y quiere hacer olvidar su etiqueta del Frente Nacional”.
Balance exiguo
El balance de los nueve primeros meses en el poder es exiguo, en parte debido a la covid-19, pero también a la intención de evitar rupturas abruptas. Aliot cultiva el mensaje de la ley y el orden —una seña de identidad de la extrema derecha, pero también de la derecha tradicional y hasta del Gobierno centrista de Emmanuel Macron— con la apertura de nuevas comisarías de policía municipal o el cierre de supermercados nocturnos donde supuestamente se desarrollan tráficos ilícitos.
Al mismo tiempo, multiplica las acciones mediáticas que le dan visibilidad en todo el país. La más llamativa fue la apertura en febrero pasado de cuatro museos municipales, en desafío con el cierre decretado por la pandemia en Francia. Un tribunal suspendió la decisión, pero la operación permitió al alcalde presentarse —hecho poco habitual para un político de su partido— como un defensor de un sector, el de la cultura, que suele identificarse con la izquierda y que siente como uno de los grandes damnificados por los meses de confinamientos y cierres.
“Aunque lo haga de forma enmascarada, su enfoque está extremadamente centrado en la seguridad en una ciudad esclerótica que se encierra en sí misma”, afirma Agnès Langevine, candidata ecologista en las elecciones municipales y vicepresidenta de la región de Occitania. “La extrema derecha, como en otros lugares, adopta otros rostros, otros temas, pero lo que la impulsa sigue siendo lo mismo”, añade.
El historiador perpiñanés Nicolas Lebourg, especialista en la extrema derecha europea, define ideológicamente a Aliot como “el representante del ala moderada del Reagrupamiento Nacional, que es un partido de extrema derecha”. Según Lebourg, la línea con la que ganó y gobierna en Perpiñán es, comparada con la línea tradicional de Marine Le Pen, más liberal en lo económico, menos identitaria y étnica, y más conciliadora con Europa. También muestra un talante más optimista que la habitual retórica apocalíptica de la líder del partido.
“Perpiñán es un laboratorio, pero es un laboratorio que hace cambiar la línea del partido”, resume Lebourg. La propia Le Pen, en su esfuerzo por moderar su imagen con vistas a las presidenciales, ha acabado adoptando la línea más templada de su exnovio. El RN confía en que el éxito en Perpiñán se reproduzca en Francia.
“Se siente en la calle que la gente está harta y quiere cambios”, dice Aliot en la entrevista. “A partir del momento en que consideren que RN se comporta bien en las ciudades que gestiona, podría haber una mayoría que dijese que votaría por Marine Le Pen. Ahora nos corresponde a nosotros trabajar. Y tranquilizar, tranquilizar, tranquilizar. Y demostrar que seremos eficaces una vez que estemos al mando”, concluye.