Alemania acusa a un antiguo guardia de un campo de concentración de ser cómplice de 3.518 asesinatos
La fiscalía considera que el hombre, de 100 años, conocía las ejecuciones que ocurrieron en Sachsenhausen y cooperó con el régimen nazi
La justicia alemana sigue intentando llevar a los cómplices del Holocausto a los tribunales antes de que mueran. La Fiscalía de Neuruppin, en el Estado de Brandeburgo, ha acusado a un hombre de 100 años, antiguo guardia del campo de concentración nazi de Sachsenhausen, de ser cómplice de 3.518 asesinatos. Los fiscales consideran que su buen estado de salud le permite ser sometido a juicio por su papel como cooperador en las muertes de los prisioneros ocurridas entre 1942 y 1945, mientras trabajó vigilándolos.
El hombre,...
La justicia alemana sigue intentando llevar a los cómplices del Holocausto a los tribunales antes de que mueran. La Fiscalía de Neuruppin, en el Estado de Brandeburgo, ha acusado a un hombre de 100 años, antiguo guardia del campo de concentración nazi de Sachsenhausen, de ser cómplice de 3.518 asesinatos. Los fiscales consideran que su buen estado de salud le permite ser sometido a juicio por su papel como cooperador en las muertes de los prisioneros ocurridas entre 1942 y 1945, mientras trabajó vigilándolos.
El hombre, del que no ha trascendido nombre ni iniciales debido a las estrictas leyes de protección de datos personales en Alemania, vive actualmente en Neuruppin, cerca de Berlín. De ahí que sea esta fiscalía la encargada de investigar su participación y llevar su caso a juicio. Su dosier, junto con otro caso del mismo campo que también se está estudiando, fue derivado en 2019 desde la oficina especial de Ludwigsburg, encargada de investigar crímenes de guerra de la era nazi.
Cyrill Klement, fiscal jefe de Neuruppin, explica a EL PAÍS que han tomado la decisión de llevar a juicio al antiguo guardia después de obtener pruebas de que conocía lo que sucedía en el campo, aunque no participara directamente en los asesinatos. Para ello han contado con la ayuda de un historiador que ya había trabajado en casos similares. Los fiscales también han pedido una evaluación del estado de salud del hombre para comprobar si está en condiciones físicas y mentales de aguantar un proceso judicial. El médico que le examinó ha determinado que sí, pero, si finalmente si el juzgado decide sentarle en el banquillo, se limitará la duración de las sesiones diarias.
La semana pasada se conoció otra acusación contra una mujer de 95 años que trabajó como secretaria en el campo de concentración nazi de Stutthof, cerca de Gdansk (Polonia). Su caso es aún más excepcional, por tratarse de una mujer —muy pocas han sido juzgadas por crímenes de guerra— y porque era menor. Fue contratada con 17 años para ser la secretaria del jefe del campo. El año pasado un hombre de 93 años fue condenado por un tribunal de menores de Hamburgo por su complicidad en el asesinato de 5.230 personas cuando era un guardia de 17 años en el mismo campo, Stutthof. En el caso de la mujer, Irmgard F., también será un tribunal de menores el que decida si va a juicio o no. La fiscalía de Itzehoe (al norte de Hamburgo) le atribuye responsabilidad como cómplice de más de 10.000 asesinatos.
Durante muchos años la justicia alemana no permitió el procesamiento de guardias sin rango o de otro tipo de trabajadores de los campos de concentración al no poder demostrar individualmente su culpa con pruebas concretas. Sin embargo, en 2011 esa interpretación cambió tras la condena de John Demjanjuk, que fue guardia en el campo nazi de Sobibor, en la Polonia ocupada, y después emigró a Estados Unidos. Fue extraditado y condenado a cinco años de cárcel como cómplice de 28.000 asesinatos por formar parte de la maquinaria nazi. Asistió a su juicio, que sentó jurisprudencia, en camilla y murió pocos meses después del veredicto en una residencia.