Todos los gobiernos pasan ahora por Renzi
La estrategia del líder de Italia Viva está dando frutos y el primer ministro dimisionario no encuentra todavía otras vías alternativas a negociar con el florentino
La frase, pronunciada a la 1.46 de la madrugada del 13 de enero de 2012, le convirtió en un héroe popular.
—Vuelva a bordo, ¡ahora!
El capitán Gregorio de Falco protagonizó en 2012 la bronca monumental a Francesco Schettino, el cobarde comandante del crucero Costa Concordia que abandonó el barco antes de que lo hicieran los últimos pasajeros atrapados. De Falco, jefe de la capitanía de Livorno, fue un fichaje del Movimiento 5 Estrellas en 2018. Pero no se sintió a gusto y se ...
La frase, pronunciada a la 1.46 de la madrugada del 13 de enero de 2012, le convirtió en un héroe popular.
—Vuelva a bordo, ¡ahora!
El capitán Gregorio de Falco protagonizó en 2012 la bronca monumental a Francesco Schettino, el cobarde comandante del crucero Costa Concordia que abandonó el barco antes de que lo hicieran los últimos pasajeros atrapados. De Falco, jefe de la capitanía de Livorno, fue un fichaje del Movimiento 5 Estrellas en 2018. Pero no se sintió a gusto y se fue al grupo mixto. Hoy acaba de enrolarse en el equipo de teóricos constructores que deberían apoyar a Giuseppe Conte en las próximas horas para cerrar la crisis política italiana. Once senadores que esperan atraer a algún parlamentario más -el últimos se sumó el miércoles por la noche- y que este jueves se reunirán con el presidente de la República como cualquier otro partido. Pero este miércoles, día en que el presidente Sergio Mattarella inició la ronda de consultas, los números de Conte no estaban nada claros ni siquiera con este nuevo artefacto político. El nombre de Matteo Renzi aparece en todos sus esquemas de supervivencia. Y sin él, de momento no hay Ejecutivo posible.
Este miércoles se constituyó oficialmente el nuevo grupo parlamentario en el Senado. Se llama Europeistas-Maie-Centrodemocrático. Los apodan eufemísticamente “constructores”, pero técnicamente son tránsfugas. Tienen miembros reclutados en Forza Italia, del Partido Democrático (PD) y el grupo mixto. Y De Falco está entre ellos. También una vieja escudera de Silvio Berlusconi (Forza Italia) o miembros del grupo Italianos en el Extranjero. Todavía faltarían otros seis miembros si Conte quisiese utilizarlo para sustituir a la Italia Viva de Renzi. Se habla de algunos posibles ingresos más de Forza Italia, pero seguirían sin cuadrar los números. En el Palacio Chigi lo saben perfectamente y, paralelamente a la operación, empiezan a ablandar considerablemente sus reproches a Renzi, pese a que Conte dijo que no volvería con él. El plan del líder de Italia Viva, que este miércoles criticó duramente en un vídeo la estrategia “opaca” de crear grupos en el Parlamento para sustituirle, se está cumpliendo. De momento.
Sin veto para Conte
La supervivencia de Conte depende ahora mismo de Renzi, de que no haya vetos de Italia Viva sobre su persona cuando termine la ronda de consultas del presidente Mattarella. Y en principio no los habrá, señalan fuentes del entorno del florentino. De esa forma, el primer ministro dimisionario podría recibir un encargo para intentar formar un Ejecutivo. Pero perdería su pulso con Renzi, porque deberá bajar la cabeza y aceptar las siempre arrogantes lecciones de estrategia del florentino. Al menos, opinan personas cercanas al primer ministro, no perdería el puesto. Se podría dar un empate técnico, coinciden las dos partes. “Haremos todo lo que se pueda para dar estabilidad al país”, decía este miércoles Daniela Sbrollini, una de las senadoras de Italia Viva. “La falta de una visión y programación debería pasar por una reorganización. Queremos un gobierno más fuerte. ¿Una remodelación? Llámelo como quiera, pero nos interesa un pacto de legislatura”, insistía abriendo la posibilidad de otro Ejecutivo Conte.
Renzi irá al ataque. Pero ahora deja abierta la puerta a la reelección de Conte. Al menos hasta que este jueves le pregunte su opinión en privado el presidente de la República durante la ronda de consultas. Luego, intentará poner sobre la mesa otros nombres para sacar de la partida al primer ministro dimisionario. “Sabe que lo más probable es que tenga que tragar con su reelección. Pero intentará hasta el final encontrar a otro candidato”, señala una persona de su círculo.
Mientras tanto, el capitán De Falco, que este jueves formará parte de la delegación que verá a Mattarella, opina al teléfono que ambos deberían entenderse. “Tienen que darse cuenta de que el interés principal no está en uno ni en el otro, está en los italianos. Entre dos exponentes políticos de relevancia no debe existir la categoría de enemigo. Tienen que trabajar al servicio del país”. Su grupo, explica, no dará el apoyo gratuitamente al nuevo Gobierno. El objetivo principal, señala, es que se cree una unidad especial y mucho más centralizada para combatir la pandemia. Pero su apoyo, opina, ha de ser integrador e insiste en la necesidad de que Italia Viva participe en el futuro Gobierno que “debería dirigir Conte”. “No veo ningún problema para que esté Italia Viva y no veo ningún obstáculo político real”. Llegados a este punto, donde el Ejecutivo más plausible sería exactamente el mismo que acaba de caer, todavía valdría aquel grito de De Falco. “¡Vuelvan a bordo, ahora!”.
Di Maio, un arma arrojadiza entre partidos
Di Maio siempre ha aspirado a ocupar el puesto de Giuseppe Conte en el Palacio Chigi. Y los rivales de Conte lo saben. Por eso el ministro de Exteriores resulta siempre muy útil en estos casos. Tal y como ya hizo Salvini cuando estaba a punto de ser desalojado del Gobierno, se le ofrece recurrentemente la posibilidad de ser primer ministro, la mayoría de veces como una simple manera de desestabilizar a Conte y al propio M5S, dividido en mil facciones. Este miércoles Italia Viva volvió a invocar su nombre por boca de la ministra saliente, Teresa Bellanova. Y él respondió lo evidente: “Dan mi nombre para ponerme en contra de Conte. Pero el M5S solo dará su nombre a Mattarella”. El runrún de la propuesta ya está en su cabeza. Y para Matteo Renzi ya es más que suficiente.