Zampetti, el hombre que leía dimisiones

Italia ha tenido 66 Ejecutivos en siete décadas, pero mantiene la estabilidad gracias a hombres de estado extremadamente preparados que realizan sus funciones en la sombra

El secretario general de la Presidencia de la República, Ugo Zampetti, este martes, en Roma.- (AFP)

Ugo Zampetti es un hombre menudo con el pelo completamente blanco que aparece aproximadamente cada año y medio leyendo un papel en televisión. Zampetti es secretario general de la Presidencia de la República, un funcionario intachable que ya se encargó de funciones parecidas durante 15 años en la cámara de Diputados. Hoy es la sombra del jefe del Estado, Sergio Mattarella. Y en ese folio, que recita con voz monótona, suele estar escrito el relato de la dimisión del primer ministro de turno y el inicio de la fase de ...

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Ugo Zampetti es un hombre menudo con el pelo completamente blanco que aparece aproximadamente cada año y medio leyendo un papel en televisión. Zampetti es secretario general de la Presidencia de la República, un funcionario intachable que ya se encargó de funciones parecidas durante 15 años en la cámara de Diputados. Hoy es la sombra del jefe del Estado, Sergio Mattarella. Y en ese folio, que recita con voz monótona, suele estar escrito el relato de la dimisión del primer ministro de turno y el inicio de la fase de consultas del presidente de la República para formar un nuevo Gobierno. Desde que Zampetti ocupa ese puesto, lo ha hecho ya cuatro veces y va camino de ver nacer al quinto Ejecutivo.

Italia se ha acostumbrado a vivir sobre un volcán institucional que abrasa cada 14 meses un Gobierno. Una inestabilidad que haría imposible mantener un hilo conductor en la construcción política. Pero un cuerpo de funcionarios, hombres de estado desconocidos y jefes de gabinete que pasan de un Ejecutivo a otro custodiando los secretos e instruyendo a una clase política cada vez menos preparada —Zampetti lo hizo con Luigi Di Maio, cuyo único trabajo había sido ser vigilante de un estadio— mantienen en pie al país. Pese a todas las turbulencias y a los 66 gobiernos y la treintena de primeros ministros desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Zampetti, como su predecesor Gaetano Gifuni, que ejerció durante el mandato de Giorgio Napolitano, es un ejemplo perfecto. En el extraordinario libro Io sono il potere (Feltrinelli, 2020), de Giuseppe Salvaggiulo, la historia real de un jefe de un gabinete anónimo que vivió unos seis o siete gobiernos y custodio el fuego de la política italiana, se le describe así. “Es uno de los hombres más potentes de Italia, a pesar de que cuando camina por la calle pasa desapercibido como si fuese un profesor jubilado”.

La lista, sin embargo, es muy larga. Gianni Letta es otro de los grandes fontaneros y el hombre a quien Berlusconi ha confiado siempre la relación con los salones de poder romanos y con el Quirinal (estos días volverá a entrar en acción). En esa lista también se encuentra hoy Roberto Chieppa, uno de los escuderos más fieles a Conte, que ha trazado el camino del primer ministro cuando todavía se movía a tientas por el poder. Secretario general de Palacio Chigi, ejerció también consejero de Estado, la cantera de este tipo de hombres y mujeres. Justo ahí conviene mirar para encontrar los muros que sostienen el país. El actual presidente del Consejo de Estado, Filippo Patroni Griffi, por ejemplo, es una de las personas a quien todos los nuevos políticos piden consejo para crear su gabinete. Los gobiernos en Italia pasan. Pero ellos, como Zampetti, seguirán ahí.

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