El curso en el que Merkel afronta su recta final

Alemania ocupa este semestre la presidencia de la Unión con la vista puesta en la pandemia, Bielorrusia y su sucesión

La canciller alemana, Angela Merkel, a su llegada a la cancillería en Berlín para comparecer el miércoles tras el consejo europeo.POOL (Reuters)

El curso político en Alemania ha arrancado después del verano plagado de incertidumbres y bajo la amenaza de desafíos internos y externos de enorme calado. El aumento de casos de coronavirus en un país que había logrado hasta ahora contener la pandemia y las turbulencias exteriores, sobre todo la irrupción de una crisis con potencial explosivo en Bielorrusia, han marcado los primeros días de un curso político en Berlín que se perfila trascendental.

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El curso político en Alemania ha arrancado después del verano plagado de incertidumbres y bajo la amenaza de desafíos internos y externos de enorme calado. El aumento de casos de coronavirus en un país que había logrado hasta ahora contener la pandemia y las turbulencias exteriores, sobre todo la irrupción de una crisis con potencial explosivo en Bielorrusia, han marcado los primeros días de un curso político en Berlín que se perfila trascendental.

Alemania, la potencia europea de facto, ostenta este semestre la presidencia de turno de la Unión, en un momento decisivo para un continente abocado a una gran recesión pospandémica. La presidencia europea coincide además con la recta final del cuarto y último mandato de la canciller, Angela Merkel, que ya ha anunciado que el año que viene se retira.

La canciller tiene por delante un semestre clave para perfilar su legado europeo, pero también para encarrilar una sucesión en Alemania que se adivina compleja. En parte, por la dificultad intrínseca de reemplazar a un animal político como Merkel, tras 15 casi años en el poder encadenando triunfos electorales. Pero, sobre todo, porque no hay un candidato claro en las filas del centroderecha alemán. La ministra de Defensa y candidata de la canciller, Annegret Kramp-Karrenbauer, pinchó el pasado febrero y el plan B no es a estas alturas evidente.

La Unión Demócrata Cristiana (CDU) tiene previsto elegir a un candidato a la presidencia de su partido y potencial candidato a canciller a finales de año en un congreso en Stuttgart. La CSU, el partido-hermano bávaro con Markus Söder como candidato oficioso a la cabeza, participará también de la decisión final que alumbre al candidato a la cancillería, que podría adoptarse la próxima primavera.

Este martes, la canciller viajó a Renania del Norte-Westfalia para arropar a Armin Laschet, el candidato centrista, que representa la continuidad de su legado. La imagen de Laschet se ha deteriorado en los últimos meses por su gestión de la pandemia en el land que preside, el más poblado del país y el más afectado por la covid-19.

Mientras, el partido rival y actual socio minoritario en la coalición de Gobierno, la socialdemocracia, ha movido ficha y ya ha presentado a su candidato a liderar Alemania en la era pos-Merkel. Será el ministro de Finanzas, el popular Olaf Scholz.

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Merkel cabalga a lomos de una fuerte popularidad en las encuestas, debido a la gestión exitosa del coronavirus en los primeros meses de la pandemia, lo que asienta una ventaja de su partido del doble de apoyos respecto al rival más inmediato. Alemania logró reducir el número de víctimas mortales y que su sistema sanitario no se viera en ningún momento desbordado. El aumento de casos preocupa ahora a las autoridades, que obligan a los viajeros que procedan de zonas de riesgo, como España, a hacerse el test al entrar en el país. El martes Merkel pidió a los ciudadanos que cumplan las reglas, que en Alemania obligan a llevar la mascarilla en lugares cerrados y a mantener la distancia de seguridad. Las cifras publicadas por el instituto Robert Koch indican que en las últimas 24 horas se han registrado 1.510 casos, la cifra más alta de los últimos tres meses. “Se han duplicado los casos en las últimas tres semanas. Esta evolución no puede seguir así, hay que frenarlo”, dijo Merkel durante su visita a Düsseldorf, cuando descartó de momento nuevas relajaciones de las restricciones vigentes.

Eso, de fronteras para dentro. Fuera, las previsiones de la presidencia y la agenda de la canciller se ven sometidas a constantes cambios en un contexto internacional muy volátil. Además de Bielorrusia y las potenciales consecuencias de la crisis en las relaciones entre Rusia y la UE, destacan las tensiones entre Grecia y Turquía, con las elecciones estadounidenses como omnipresente telón de fondo.

Merkel mantiene desde hace días intensos contactos diplomáticos para mediar en la crisis bielorrusa. Merkel habló el martes con Putin y ayer participó en el Consejo Europeo. El Gobierno de Berlín ha dejado claro que apoyará a quienes defiendan las libertades en el país, que Europa está del lado de los manifestantes. Además, la canciller ha insistido desde hace días en que la UE no reconoce el resultado de las elecciones bielorrusas.

Eje franco-alemán

En el contexto comunitario, se prevé que el eje franco-alemán continúe contando con un especial protagonismo. Merkel viaja hoy a Francia, donde el presidente francés, Emmanuel Macron, la recibirá en la residencia oficial de verano en el fuerte de Brégançon. Allí, planean trabajar sobre el aterrizaje del multimillonario fondo de reconstrucción europeo que pretende aliviar la situación económica de los países más afectados por la pandemia, incluida España. El fondo, con 750.000 millones de dotación, nació a finales de julio gracias al impulso de París y Berlín, conscientes del desafío existencial que la crisis del coronavirus supone también para el proyecto europeo.

La canciller se encontrará también esta semana en la cancillería con representantes del movimiento juvenil ecologista Fridays for Future, incluido su rostro más conocido, Greta Thunberg. Convertir la necesidad de reconstruir las economías europeas tras la pandemia en oportunidad para hacerlas más sostenibles es uno de los objetivos que se ha marcado Berlín para este semestre.

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