El Parlamento británico denuncia la falta de respuesta del Gobierno frente a la injerencia rusa en el referéndum del Brexit

La Comisión parlamentaria de Inteligencia y Seguridad publica un informe en el que asegura que Moscú considera como objetivo principal a los servicios secretos británicos

El primer ministro británico, Boris Johnson, el 21 de julio en Londres.DPA vía Europa Press (Europa Press)

Los servicios de inteligencia del Reino Unido no se tomaron demasiado en serio la posible injerencia del Gobierno ruso en procesos democráticos tan trascendentales en la historia reciente como los referéndums sobre la independencia de Escocia o sobre el Brexit. Es la demoledora conclusión del informe publicado este martes por la Comisión de Inteligencia y Seguridad del Parlamento británico, integrada por diputado...

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Los servicios de inteligencia del Reino Unido no se tomaron demasiado en serio la posible injerencia del Gobierno ruso en procesos democráticos tan trascendentales en la historia reciente como los referéndums sobre la independencia de Escocia o sobre el Brexit. Es la demoledora conclusión del informe publicado este martes por la Comisión de Inteligencia y Seguridad del Parlamento británico, integrada por diputados de todos los partidos. Tres años ha tardado en salir a la luz un texto de 55 páginas que pone en cuestión la integridad de la aventura política que llevó a Boris Johnson hasta Downing Street, hasta el punto de que el Gobierno conservador impidió su publicación antes de las elecciones generales del pasado diciembre.

“Resultaba importante determinar si un Estado hostil había emprendido acciones deliberadas con el propósito de influir en un proceso democrático del Reino Unido, al margen de que hubiera tenido o no éxito”, razonan los autores del informe. Durante años, los medios de comunicación habían expuesto la proliferación de historias negativas sobre la Unión Europea y defensoras del Brexit en plataformas de titularidad rusa como RT (Russian Television) o Sputnik, así como el abundante uso de bots y trolls (programas informáticos con cuentas, normalmente sin un usuario real detrás de ellas, que inundan las redes sociales con mensajes). En ellas demostraban el empeño ruso de influir en el resultado electoral. “En respuesta a nuestra petición de material escrito, en los comienzos de la investigación, el MI5 (Servicio británico de seguridad interior) nos entregó seis líneas de texto”, han denunciado los miembros de la comisión.

El tono del documento pretende mantener en todo momento seriedad institucional, y se aleja de las especulaciones, pero reprocha duramente a los servicios de inteligencia británicos por su inacción. “La brevedad de su respuesta era indicativa de la precaución extrema mantenida por las agencias de seguridad, recelosas de jugar cualquier papel en el proceso democrático del Reino Unido. Especialmente, en uno tan polémico como el referéndum de salida de la UE. Insistimos en que esta actitud carece de lógica; se trata de proteger los mecanismos y procedimientos [electorales] frente a la interferencia de un Estado hostil, una tarea que corresponde a dichas agencias”, dictamina el informe.

El reproche es doble. No solo ante la falta de prevención o investigación de una amenaza que parecía consistente, sino por la ausencia de cualquier análisis o investigación posterior al referéndum. A diferencia de Estados Unidos, que produjo un informe sobre la posible injerencia rusa en las Elecciones Presidenciales de 2016 dos meses después de su celebración, Downing Street no mostró ningún empeño en realizar una investigación similar. “Aunque la conclusión de un análisis como el propuesto hubiera sido que la injerencia fue mínima, habría sido una sana reafirmación ante la ciudadanía de que el proceso democrático del Reino Unido había permanecido relativamente seguro”, concluye la comisión.

El Gobierno de Johnson anticipaba el temporal y tenía su propio informe de respuesta (20 páginas) frente a las conclusiones de la comisión. En todo momento ha dejado clara su negativa a impulsar una investigación retrospectiva del referéndum del Brexit. “No hemos visto pruebas que demuestren el posible éxito de una injerencia en el referéndum de la UE (...) Si surge nueva información, el Gobierno siempre tomará en consideración el uso más apropiado de cualquier dato de inteligencia que recabe o reciba, incluida la posibilidad de hacerlo público. Con esta premisa sostenida en el tiempo, consideramos que no es necesario un análisis retrospectivo del referéndum de la Unión Europea”, ha respondido el Ejecutivo de Johnson.

Lo que series de televisión como McMafia (BBC) o numerosas investigaciones periodísticas ya habían señalado ha sido finalmente puesto negro sobre blanco en el informe de la comisión. Londres se ha convertido en “Londongrado”, dice el texto, por la cantidad de agentes y oligarcas rusos que han aprovechado las beneficiosas condiciones de inversión financiera e inmobiliaria que ofrece la metrópoli, y han permeado las instituciones políticas y económicas británicas. “La influencia rusa es la nueva normalidad y hay numerosos rusos vinculados muy estrechamente a [Vladímir] Putin que se hallan muy bien integrados en la escena social y empresarial del Reino Unido, y han sido aceptados por su riqueza. Este nivel de integración ―especialmente en ‘Londongrado’― supone que cualquier medida adoptada en estos momentos por el Gobierno ya no puede ser preventiva sino de mera limitación de daños”, dice la comisión.

“Este escenario de puertas abiertas produjo un mecanismo ideal para que una serie de finanzas ilegales fueran recicladas a través de la lavandería que era Londres. Y no se trata únicamente de los oligarcas rusos. La llegad de dinero provocó la aparición de una industria creciente de facilitadores: abogados, contables, agentes de propiedad inmobiliaria... Todos ellos, deliberadamente o no, han creado un colchón de agentes occidentales que trabajan para el Estado Ruso”, ha denunciado el diputado laborista Kevan Jones, miembro de la comisión, en la comparecencia que ha servido de presentación al demoledor informe.

El Parlamento británico. En vídeo, los legisladores británicos Stewart Hosie y Kevan Jones denuncian las injerencias rusas en las elecciones británicas de 2019.Vídeo: Reuters

Los casos de supuesta injerencia se han ido sucediendo durante los últimos años en el Reino Unido. El jueves pasado, Londres apuntó que “actores rusos” podrían haber interferido durante la campaña de las legislativas del pasado diciembre ―que ganó el primer ministro, Boris Johnson―, después de que salieran a la luz, en Internet, unos documentos relativos a las negociaciones entre Londres y Washington sobre un futuro acuerdo comercial postBrexit. Recientemente, Londres también ha acusado a los servicios de inteligencia rusos de estar detrás de una serie de ataques informáticos destinados a robar los datos de una investigación sobre una posible vacuna contra el nuevo coronavirus. Según el organismo gubernamental británico encargado de ciberseguridad, un grupo de hackers rusos atacó organizaciones británicas, canadienses y estadounidenses para robar sus investigaciones sobre una vacuna contra la covid-19. El Kremlin, sin embargo, rechazó esa afirmación y dijo que se trataba de “acusaciones sin fundamento”. Las relaciones entre Londres y Moscú se enfriaron desde el envenenamiento, en territorio británico, del exagente ruso Sergei Skripal, en la ciudad de Salisbury (suroeste), en marzo de 2018. Rusia negó toda implicación, pero el caso desembocó en una oleada de expulsiones cruzadas de diplomáticos entre Londres y otros países aliados y Moscú.

Mike Pompeo visita el Reino Unido

El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, ha puesto un pie en el Reino Unido justo cuando el Gobierno de Boris Johnson ha demostrado su clara voluntad de alineamiento con Donald Trump respecto a China. El veto al gigante tecnológico Huawei, la suspensión del tratado de extradición con Hong Kong o la anunciada amenaza de sanciones contra altos funcionarios de Pekín por la represión ejercida contra la minoría uigur, de religión musulmana, han convencido a Washington de que Londres camina en la misma dirección. “Hoy he tenido una reunión constructiva con Johnson”, explicaba Pompeo en su cuenta oficial de Twitter. “La prolongada y firme relación bilateral de nuestros dos países ha sentado las bases para tener una discusión sincera que ha abarcado desde las telecomunicaciones 5G a nuestras negociaciones por un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y el Reino Unido”.

China ocupaba el lugar central de la agenda de Pompeo, quien ha enviado a Downing Street un claro mensaje al celebrar, antes de su encuentro con Johnson, una reunión con la Sociedad Henry Jackson. Se trata de un centro de pensamiento neoconservador al que pertenecen todos los diputados tories que llevan meses presionando al Gobierno para que endurezca su política con el gigante asiático, hasta el punto de haber lanzado ya una seria advertencia en forma de votación de rechazo a una ley. Toda una señal de que la holgada mayoría de Johnson no está asegurada en este asunto.

Pompeo ha comparecido junto al ministro de Exteriores, Dominic Raab, con quien también mantuvo un encuentro, y ese ha sido el momento para intentar quitar hierro a las acusaciones de que Downing Street practica un seguidismo evidente respecto a la Administración estadounidense: “El primer ministro ha tomado las decisiones que considera mejores para defender los intereses del pueblo británico”, ha dicho. “Creo que el Reino Unido ha tomado una buena decisión, pero no porque Estados Unidos haya indicado que era la que debía tomarse”.

El Gobierno de Johnson confía en que la visita sirva para dar un impulso a las negociaciones bilaterales actualmente en curso sobre un nuevo tratado comercial. Apenas quedan cinco meses para que concluya el periodo de transición del Brexit, y Downing Street ha puesto gran parte de sus esperanzas futuras en un incremento de las relaciones comerciales con Estados Unidos. Sin apenas concreción, Pompeo trasladó a los medios un mensaje optimista sobre la pronta conclusión de esas negociaciones.

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