Los medios rusos temen un aumento de la represión tras el arresto del reportero acusado de espionaje

Ivan Safronov se enfrenta hasta 20 años de prisión por vender supuestamente secretos militares a Praga, con destino final Washington

En foto, el arrestado por espionaje Ivan Safronov, experiodista y asesor de Roscosmos, en un tribunal de Moscú, el martes. En vídeo, el arresto de Safronov, acusado de espiar para la OTAN.Vídeo: EVGENIA NOVOZHENINA (REUTERS) / REUTERS

A Ivan Safronov se lo llevaron esposado y custodiado por seis agentes de inteligencia vestidos de civil. Como un peligroso criminal. Y cientos de periodistas rusos volvieron a contener el aliento al ver el arresto de otro colega. Esta vez un exinformador y ahora asesor de comunicación de la agencia espacial rusa, Roscosmos. Safronov, de 30 años, enfrenta cargos por alta traición. Lo poco que se sabe del caso, que se ha decl...

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A Ivan Safronov se lo llevaron esposado y custodiado por seis agentes de inteligencia vestidos de civil. Como un peligroso criminal. Y cientos de periodistas rusos volvieron a contener el aliento al ver el arresto de otro colega. Esta vez un exinformador y ahora asesor de comunicación de la agencia espacial rusa, Roscosmos. Safronov, de 30 años, enfrenta cargos por alta traición. Lo poco que se sabe del caso, que se ha declarado secreto, es que se le acusa de haber vendido secretos militares rusos a la inteligencia checa, según su abogado. Una información confidencial que tenía como destinatario final Estados Unidos. El caso sobre Safronov, un informador muy conocido y respetado, y los serios cargos que se le imputan han avivado los temores de los medios independientes rusos a que se esté endureciendo la represión por parte de las autoridades a los periodistas incómodos. Alertan de que el Kremlin está jugando todas sus cartas para controlar la información.

Los cargos contra Safronov no se deben a su trabajo en Roscosmos, donde solo se incorporó esta primavera, sino a su etapa como periodista, según su abogado, Ivan Pavlov. Los investigadores afirman que fue reclutado por la inteligencia checa hace ocho años, y que en 2017 les proporcionó información clasificada sobre el comercio de material de defensa de Rusia a Oriente Próximo y otros asuntos militares que Praga pasó a Washington, explica Pavlov, que este miércoles se negó a firmar un documento judicial sobre la confidencialidad de caso.

Safronov, en prisión preventiva hasta septiembre, niega las acusaciones y ha recurrido los cargos. Durante la mayor parte de la última década, cubrió asuntos de Seguridad y Defensa en el diario Kommersant, donde también había trabajado su padre –muerto en extrañas circunstancias en 2007 en otro caso que despertó la atención global— y donde se había hecho un nombre por sus informaciones sobre los negocios de armas de Rusia; varios con eco internacional que pusieron en apuros al Kremlin. En mayo, empezó a trabajar en Roscosmos como asesor de información del jefe de la agencia, Dmitri Rogozin.

Muchos medios independientes —también activistas y opositores— ven el arresto de Safronov como un presagio inquietante en una época de descontento social por la crisis económica y ahora que se ha aprobado la reforma de la Constitución que permite a Putin perpetuarse en el poder y le da todavía más autoridad e influencia. Este jueves, la policía ha arrestado en Moscú y Tomsk a varios miembros destacados de Rusia Abierta, una organización de derechos civiles fundada por el oligarca y opositor Mijaíl Jodorkovski, y han realizado varios registros en sus casas y la sede de la entidad.

También en la de la diputada Yulia Galiámina, coordinadora de la campaña contra las enmiendas fundamentales, y en la de varios responsables del medio independiente MBK media. Los registros se deben oficialmente al caso Yukos —la petrolera de Jodorkovski, que fue expropiada y desmantelada—, que data de 2003, pero según informa Galiámina a EL PAÍS, el motivo real es su oposición pública a la reforma constitucional: “Estaban registrando las casas y las oficinas de Rusia Abierta, pero el que hayan venido a por mí significa que esto tiene que ver con la campaña del no”, dice Galiámina, “el hecho de que me interroguen en el marco del ‘caso Yukos’ es ridículo”.

Varios policías detienen a una mujer que protesta contra el arresto de Ivan Safronov, el martes en Moscú. DIMITAR DILKOFF (AFP)

Mientras, el Gobierno ruso niega que haya una “tendencia” a la represión de los medios y los arrestos de periodistas. Dmitri Peskov, el portavoz del Kremlin, aseguró el miércoles que las manifestaciones de apoyo de los medios con Safronov y los artículos sobre el caso “se basan principalmente en las emociones”. “Valoramos mucho su talento periodístico, pero no conocemos la esencia de estos cargos que se expresaron contra él”, comentó.

Las condenas por espionaje han aumentado en los últimos años en Rusia, pero casi nunca involucran a periodistas, incluidos de lleno en el delito de alta traición del código penal solo en 2012. El último arrestado por “traición” fue el periodista especializado en temas ambientales Grigory Pasko, en 1997; había publicado sobre los vertidos nucleares de la armada rusa. Cumplió dos años y cuatro meses de cárcel. Pasko, que ahora es director del Sindicato de Periodistas de Investigación, cree que lo ocurrido con Safronov es “una clara manifestación del ataque contra periodistas”.

Grupos como Human Rights Watch y Reporteros Sin Fronteras han exigido transparencia en el caso Safronov. Alertan de que la represión contra los medios independientes rusos y contra los informadores se está agudizando en los últimos tiempos. El lunes, un tribunal de Pskov, al oeste de Rusia, condenó a una multa de unos 6.200 euros a la periodista Svetlana Prokópyeva por “justificar el terrorismo” por un comentario sobre un joven que atentó contra un edificio del Gobierno, en un proceso que la organización derechos humanos Memorial calificó como “abiertamente político” con el objetivo de “intimidar a los periodistas rusos”. Prokópyeva, para quien pedían seis años de prisión, fue incluida además en una lista de “terroristas y extremistas”.

“El ‘caso Prokópyeva’ y el arresto de Ivan Safronov llevan la represión a un nivel completamente nuevo. Ambos parecen tener como objetivo enviar un mensaje escalofriante a los informadores y a los medios de toda Rusia sobre sobre los límites establecidos para el periodismo de investigación y para cualquier comentario”, considera Rachel Denber, vicedirectora de Human Rights Watch Rusia.

El país euroasiático está en el puesto 149 de 180 en el índice de libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras. El nivel, dice la organización, que ha criticado la violencia contra los informadores en Chechenia y el uso de las leyes anti-extremismo contra periodistas, empeoró el año pasado.

El Kremlin ha estrechado el cerco en los últimos años sobre los medios independientes. Con presiones y maniobras —como la que eliminó de la escaleta de la televisión por cable al canal independiente Dozhd, que se vio obligado a emitir por Internet—, pero también tratando de que sus aliados se hagan con su control. Sucedió cuando Gazprom se hizo con la cadena independiente NTV, nada más llegar Putin al poder, hace dos décadas, y más recientemente con portal de noticias Lenta o el diario RBC. Las organizaciones de libertad de prensa aseguran que entre 2011 y 2016, el Gobierno forzó cambios de propiedad en más de 12 grandes medios con alcance estatal.

El último caso es de hace solo unos meses, cuando Védomosti, el principal periódico económico del país, cambió de manos y de junta directiva. Tras la venta, el comité de redacción denunció los primeros episodios de lo que consideran una clara censura: se vetó dar datos de los estudios y encuestas del centro independiente Levada, que ha informado por ejemplo del descenso de la popularidad de Putin; se vetó un artículo crítico sobre el jefe de la petrolera estatal Rosneft, Ígor Sechin, aliado del presidente ruso, y se insistió en un giro más positivo sobre las acciones de esa compañía.

Resultado: un numeroso grupo de destacados periodistas del diario —fundado en su momento por el Financial Times y el Wall Street Journal, que vendieron su participación hace cinco años— ha renunciado y el prestigio de Védomosti ha quedado tocado. “Esta intromisión es claramente una fase más en el proceso por el cual los aliados del Kremlin han tomado el control de los medios rusos”, advirtió Reporteros sin Fronteras en un comunicado sobre el diario económico.

También han aumentado los casos judiciales contra periodistas han aumentado. El año pasado, la detención del conocido periodista de investigación Ivan Golunov, del diario independiente online Meduza, fue detenido en Moscú acusado de tráfico de drogas. El caso desertó protestas multitudinarias y la crítica internacional. Con la movilización, Golunov quedó libre y se demostró que el caso había sido fabricado.

Pero ahora, las autoridades tienen más medios para perseguir a los informadores. En 2019, Rusia aprobó una nueva regulación sobre noticias falsas que criminaliza las publicaciones que contienen información “poco confiable”; también las opiniones que muestran “falta de respeto por la sociedad, el Gobierno, los símbolos estatales, la Constitución y las instituciones gubernamentales”. Se ha usado, por ejemplo, contra medios independientes que han publicado datos sobre la crisis sanitaria, como el reputado diario independiente Nóvaya Gazeta, condenado a una multa de 60.000 rublos por cuestionar las estadísticas oficiales de fallecidos por la covid-19.

Protesta por el caso Safronov, el miércoles en Moscú.DIMITAR DILKOFF (AFP)

Las organizaciones de derechos civiles y de libertad de prensa reclaman que el caso Safronov se haga público y se desclasifiquen sus acusaciones y los materiales del proceso. Creen que es la única forma de garantizar un proceso limpio. Una petición que lanzó el prestigioso diario independiente Nóvaya Gazeta en Change.org el martes para que se publiquen las evidencias contra el experiodista y las autoridades aclaren el caso acumula ya más de 40.000 firmas. Los medios más importantes han publicado editoriales o tribunas en solidaridad con el acusado, y las protestas en solidaridad con Safrónov se suceden desde el día de su arresto en forma de piquetes solitarios en Moscú, San Peterburgo, Yekaterimburgo y otras ciudades rusas.

En la capital rusa, pese a que los llamados piquetes solitarios se permiten —son precisamente la fórmula para evitar la prohibición de manifestación—, la policía ha arrestado a una quincena de personas por participar en ellos frente a la sede del Servicio Federal de Seguridad (FSB, la agencia de inteligencia heredera de KGB que ha llevado la investigación contra Safronov).

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