Salvini intenta recuperar terreno con una visita a un pueblo que registró un brote entre jornaleros búlgaros
El líder de la Liga, en caída libre en los sondeos, da un mitin en un barrio de Campania donde han sido confinados los trabajadores extranjeros que dieron positivo por el virus
Matteo Salvini ha vivido los peores cuatro meses de su vida política. La pandemia pilló al líder de la Liga descolocado, con un discurso demasiado rígido y un arsenal electoral basado en el monocultivo de la inmigración. La máquina del miedo dejó de funcionar a finales de febrero porque la vida proporcionaba ya demasiado terror como para creer en la amenaza de la invasión. En estos cuatro meses ha perdido más de diez puntos en las encue...
Matteo Salvini ha vivido los peores cuatro meses de su vida política. La pandemia pilló al líder de la Liga descolocado, con un discurso demasiado rígido y un arsenal electoral basado en el monocultivo de la inmigración. La máquina del miedo dejó de funcionar a finales de febrero porque la vida proporcionaba ya demasiado terror como para creer en la amenaza de la invasión. En estos cuatro meses ha perdido más de diez puntos en las encuestas y el personaje que logró captar la atención de los italianos y arrasar en las elecciones europeas ha dado las primeras muestras de agotamiento. Pero vuelven los comicios regionales en septiembre, también en Campania, y el último brote de covid-19 en Mondragone, un pueblo cerca de Nápoles donde 43 jornaleros búlgaros han dado positivo, le ha devuelto inesperadamente al pasado. Al polvorín y al bidón de gasolina.
El líder de la Liga, escaso de buenas fotografías y de las concentraciones callejeras que tanto ha propulsado a su partido en los últimos tiempos, se plantó el lunes por la tarde en Mondragone, donde el virus obligó a confinar a unas 900 personas y provocó una revuelta. El municipio, al final de la vieja carretera Domitiana que une Nápoles con Caserta, ejemplifica mejor que ningún otro escenario de la región los problemas de sus ciudadanos: paro, conflicto social, mafia. Aquí durante años la conservera de tomates Cirio dio trabajo a cientos de agricultores y operarios que hacían turnos en la fábrica envasadora. Cuando la empresa se trasladó, los cinco edificios que había construido para sus empleados se fueron vaciando y comenzaron a ser ocupados por familias de temporeros del este. Hoy la mayoría son búlgaros y viven enfrentados a los vecinos de la zona, que los acusan de la degradación del barrio y de prácticas criminales. Por eso el líder de la Liga, escoltado por la policía, se presentó al ritmo del himno de Italia. Aunque solo se oyesen cánticos como “Salvini es peor que la covid”.
El jueves pasado la situación se fue de madre y el exministro del Interior olió la sangre. El confinamiento decretado por la región provocó una revuelta. Los inmigrantes búlgaros querían salir para trabajar: lanzaron muebles por la ventana y se saltaron el confinamiento. Los vecinos italianos, hartos de la inseguridad y los problemas de convivencia de la zona, fueron hasta los cinco edificios y lanzaron cócteles molotov contra las furgonetas de los temporeros. El Ejército controla el cumplimiento del confinamiento en medio de un clima tremendamente inflamable. Y el líder de la Liga, más acostumbrado a hacer campaña que a la gestión política, consideró que era una buena oportunidad para intentar recuperar el terreno perdido. Especialmente con su socia de coalición, la líder del ultraderechista Hermanos de Italia, Giorgia Meloni.
El problema del retorno de Salvini a su escenario preferido es que, en este caso, le esperaban decenas de manifestantes para increparle al grito de “hiena”, “pedazo de mierda” que impidieron en gran medida que pudiera pasear por el barrio. Una gran parte del sur de Italia no olvida sus días como líder de una Liga Norte que insultaba a los napolitanos y cantaba coros racistas contra ellos (el propio Salvini incluido). “La próxima vez vendremos sin avisar”, tuvo que admitir. Además, los inmigrantes a los que atacó este lunes debajo de sus casas son ciudadanos de la Unión Europea y su discurso básico, el de la expulsión y el cierre de fronteras, tiene mal encaje.
El líder de la Liga quedó descolocado ante las protestas. Muchos vecinos le recordaron que fue durante más de un año ministro del Interior y nunca se acercó hasta esta zona o propuso el desalojo de los edificios ocupados. La visita, se quejaban los manifestantes, coincide clamorosamente ahora con los incidentes registrados y con la campaña electoral para la región. “Salvini, lárgate. Piensa en los problemas de tu norte”, rezaba una de las pancartas con las que le recibieron.
Las próximas elecciones regionales se agruparán en un solo día (probablemente el 21 de septiembre) y se celebrarán en Liguria, Campania, Toscana, Apulia, Véneto y Valle de Aosta. Esta ronda de comicios es la gran esperanza de la oposición que lidera Salvini para presionar al Gobierno a convocar elecciones generales anticipadas.