Blindada la estatua de Churchill frente al Parlamento británico ante el temor a nuevos ataques antirracistas

Boris Johnson afirma que es “absurdo y vergonzoso” el ataque a la escultura del ex primer ministro

La estatua cubierta de Sir Winston Churchill frente al Parlamento británico en Londres, este viernes. En vídeo, el Gobierno británico toma estas medidas para proteger las estatuas de protestas antirracistas.Vídeo: KIRSTY O'CONNOR (AP) | Agencias
Londres -

El Reino Unido debate arduamente sobre la conveniencia de ocultar el pasado. No es una metáfora. Es literal. La cobertura con enormes placas de la estatua de Winston Churchill, para protegerla frente al posible vandalismo vivido ya durante las manifestaciones del Black Lives Matter, ha encendido la ira de los conservadores. Acusan al ...

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El Reino Unido debate arduamente sobre la conveniencia de ocultar el pasado. No es una metáfora. Es literal. La cobertura con enormes placas de la estatua de Winston Churchill, para protegerla frente al posible vandalismo vivido ya durante las manifestaciones del Black Lives Matter, ha encendido la ira de los conservadores. Acusan al alcalde laborista de Londres, Sadiq Khan, de rendirse ante los violentos. El propio Boris Johnson ha irrumpido con fuerza en un debate que ha logrado eclipsar la grave crisis que ha provocado la pandemia.

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Una de las primeras víctimas de la “guerra de las estatuas” desatada el pasado domingo fue el monumento al primer ministro que contribuyó decisivamente a derrotar el nazismo y el fascismo en la Segunda Guerra Mundial. Sobre el pedestal de Churchill, frente al Parlamento británico, se leyó la pintada “era un racista”. El alcalde Khan ha desaconsejado a los ciudadanos que acudan a las manifestaciones convocadas hoy en la ciudad, en las que se prevén enfrentamientos violentos, y, porque “más vale prevenir”, ha decidido proteger las estatuas más vulnerables. La idea ha desatado una ola de ira entre los políticos conservadores, comenzando por el propio Johnson, que se arrancó a escribir ayer una cadena de tuits en contra de la decisión y aportar así su postura en un debate que ha encendido al país. “Es absurdo y vergonzoso que este monumento nacional se halle sometido al riesgo de sufrir los ataques de manifestantes violentos. Es cierto que en ocasiones [Churchill] expresó opiniones que fueron y son inaceptables hoy en día, pero fue un héroe y se merece completamente el monumento”, afirmaba el primer ministro que más se ha esforzado en imitar el tono, los andares y la épica de un icono británico. Hasta llegó a escribir una biografía, El Factor Churchill, que ha sido durante años un éxito de ventas. “No podemos editar o censurar nuestro pasado. No podemos pretender que nuestra historia sea diferente. Las estatuas de nuestras ciudades y pueblos fueron erigidas por generaciones previas (…) Echarlas abajo sería mentir sobre nuestra historia, y empobrecer la educación de las generaciones venideras”.

Sin llegar tan lejos como su ministra del Interior, Priti Patel, quien ha exigido a la policía que comience a aplicar mano dura contra los manifestantes violentos, Johnson calificó de “intolerables y abominables” los actos indiscriminados de violencia y también pidió a los ciudadanos que se alejaran de las protestas.

A medida que se difundía la foto de un Churchill encajonado, como si su desaparición se tratara de un acto de ilusionismo, surgían desde las filas conservadoras las críticas contra el alcalde de Londres y contra la jefa de la Policía Metropolitana. "Las famosas palabras 'nunca nos rendiremos' [del histórico discurso de Churchill ante la Cámara de los Comunes] han quedado desautorizadas con el modo en que el alcalde ha intentado apaciguar a la muchedumbre. Es una humillación, y Khan debe dimitir, igual que la comisaria general Cressida Dick", dijo el diputado Andre Bridgen. "Rendición ante la muchedumbre", ha llamado a lo ocurrido el ultranacionalista Nigel Farage, con su virtud para reaparecer en los momentos más incendiarios.

“He decidido que lo mejor era tomar precauciones antes de que se produjeran nuevos actos vandálicos y desperfectos criminales en nuestras estatuas”, se defendía Khan. “Y a lo largo del día cubriremos otras muchas”. El alcalde anunció el pasado domingo la creación de una Comisión para la Diversidad en el Espacio Público, con la intención de replantear la presencia de docenas de estatuas repartidas por la ciudad vinculadas con el pasado colonial y esclavista del Reino Unido. Lo hizo público horas después que un grupo de manifestantes derribara en Bristol el monumento de Edward Colston, en el centro de la ciudad, y lo arrojara a las aguas del puerto. Se trataba de un comerciante del siglo XVII que estuvo al frente de la Royal African Company, responsable del tráfico humano de más de 80.000 adultos y niños y de que otros 20.000 más acabaran devorados por los tiburones en su largo trayecto por el mar. La presencia del monumento había provocado una agria división política durante años, y pocos representantes públicos —desde el alcalde, Marvin Rees, de origen afrocaribeño al líder laborista, Keir Starmer— lamentaron la desaparición de su estatua.

La voz más combativa contra lo sucedido fue la de la ministra del Interior, Priti Patel, hija de inmigrantes indios procedentes de Uganda, que ha sido durante los últimos años la política conservadora más dura en materia de inmigración. Patel ha ordenado a la policía que lleve hasta el final la investigación sobre lo sucedido con la estatua de Colston y planea ampliar los poderes de los agentes para hacer frente a los manifestantes violentos. Acudiría para ello a legislación aprobada y utilizada ya en 2011 por la que los detenidos serían arrestados y pasarían a disposición judicial en menos de 24 horas.

Un grupo de diputados laboristas pertenecientes a minorías étnicas ha acusado a la ministra de esgrimir su origen indio para hacer "luz de gas" a los problemas de racismo estructural que, según ellos, padece el Reino Unido. Patel ha desafiado a los críticos y les ha dicho que "no aceptará lecciones sobre racismo por parte de la oposición laborista ni dejará que silencien su voz".

El Gobierno británico, según ha informado el diario The Times, ha comenzado un proceso de consultas para ampliar a dos años de prisión la pena contra aquellos que ataquen a las fuerzas de seguridad. La policía británica ha mostrado su preocupación ante un verano con abundante desorden público.

A la inquietud por el modo en que se han ido agravando las tensiones, se añade el riesgo de un aumento de los contagios del coronavirus. El Reino Unido sigue sin doblegar del todo la pandemia, y la cifra de fallecidos oficiales supera los 40.000. En algunas regiones de Inglaterra, el índice de transmisión, la ya conocida R, supera el límite de 1 e indica que el riesgo sigue siendo muy alto. La organización Black Lives Matter UK ha pedido a sus seguidores que no acudan este fin de semana a las manifestaciones, ante la anunciada presencia de grupos violentos. Sin embargo, organizaciones como Antifascistas en apoyo de Black Lives Matter o la ultraderecha de Tommy Robinson siguen adelante con su idea de salir a las calles, y las estatuas diseminadas por Londres se han convertido para todos ellos en un objetivo a defender o a abatir.



Trabajadores rescatando del río la estatua de Edward Colston en Bristol, este jueves.BRISTOL CITY COUNCIL (Reuters)

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