El presidente de Burundi muere de un paro cardíaco a los 55 años
Pierre Nkurunziza iba a dejar en agosto el cargo que ostenta desde 2005 tras declinar presentarse a las elecciones celebradas en mayo
El presidente de Burundi, Pierre Nkurunziza, de 55 años, falleció este lunes de un paro cardíaco, según ha informado el Gobierno a través de un comunicado. Nkurunziza se preparaba a dejar el cargo el próximo 20 de agosto tras 15 años en el poder y después de declinar presentarse a las elecciones celebradas el 20 de mayo, en las que su delfín, Évariste Ndayishimiye, obtuvo la victoria entre denuncias de fraude por parte de la oposición.
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El presidente de Burundi, Pierre Nkurunziza, de 55 años, falleció este lunes de un paro cardíaco, según ha informado el Gobierno a través de un comunicado. Nkurunziza se preparaba a dejar el cargo el próximo 20 de agosto tras 15 años en el poder y después de declinar presentarse a las elecciones celebradas el 20 de mayo, en las que su delfín, Évariste Ndayishimiye, obtuvo la victoria entre denuncias de fraude por parte de la oposición.
El jefe de estado burundés comenzó a sentirse indispuesto la noche de este sábado tras asistir a un partido de voleibol, según el Gobierno. Al día siguiente acudió al hospital de Karuzi, donde quedó ingresado para la realización de diversas pruebas. Pese a mostrar signos de mejoría, el lunes sufrió un paro cardíaco y los médicos certificaron su muerte tras intentar reanimarle durante horas con asistencia cardiorrespiratoria. Burundi ha decretado siete días de luto oficial.
Se da la circunstancia de que la primera dama, Denise Nkurunziza, se encuentra hospitalizada en Nairobi (Kenia) desde el pasado 28 de mayo después de que fuera trasladada hasta el país vecino en un misterioso vuelo nocturno. Las autoridades de ambos países no han ofrecido información sobre su estado de salud ni de qué enfermedad se trata, lo que ha hecho dispararse los rumores de que podría ser de coronavirus. El Gobierno burundés ofrece escasos datos sobre la pandemia, solo ha declarado 83 casos y un fallecido y llegó a expulsar a los representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado 14 de mayo.
Pierre Nkurunziza era profesor de Educación Física en la Universidad de Burundi cuando estalló la guerra civil en su país en 1993. Rápidamente se unió a la milicia hutu y fue escalando posiciones hasta convertirse en uno de sus principales generales. Alcanzada la paz, fue elegido presidente en 2005. Deja tras de sí un país fracturado después de que en 2015 decidiera presentarse a un tercer mandato, algo explícitamente prohibido en los acuerdos de paz de Arusha.
Las manifestaciones de protesta por la candidatura de Nkurunziza desembocaron en una ola de represión que costó la vida a unas 2.800 personas, sobre todo miembros de la oposición, periodistas e incluso militares que intentaron derrocarle mediante un golpe de estado. Ferviente católico y ultraconservador en temas sociales, llegó a ser premiado por una asociación religiosa por su represión de la homosexualidad. Sus intentos de desarrollar el país, de 12 millones de habitantes, mediante la construcción de infraestructuras y las inversiones en proyectos agrícolas se vieron opacados por sus excesos y violaciones de los derechos humanos.
En 2017, acosado por una investigación de la Corte Penal Internacional que trataba de esclarecer los crímenes políticos y las desapariciones, Burundi se convirtió en el primer país en abandonar este organismo. Un año después, en medio de un clima de terror, el presidente promovió un referéndum constitucional que le abría las puertas de un nuevo mandato, pero tras un largo suspense y presionado tanto por los generales que contribuyeron a su ascenso al poder como por una comunidad internacional que le fue dando progresivamente la espalda, decidió no optar al cargo.
Su reciente gestión de la pandemia de coronavirus, que pilló a Burundi en campaña electoral, también ha levantado numerosas críticas. Pese a decretar el cierre de fronteras, el presidente Nkurunziza decidió no optar por el confinamiento de la población y apeló a la “gracia divina” para proteger al país de la pandemia. Tras las protestas de algunos médicos burundeses, que acusaron al Ejecutivo de ocultar los datos reales de la covid-19, el Gobierno decidió la expulsión de los representantes de la OMS.
En medio de esta polémica las elecciones se celebraron el 20 de mayo y dieron la victoria, con el 68,72% de los votos, a Évariste Ndayishimiye, el sucesor designado candidato por el propio Nkurunziza y uno de sus principales apoyos. Pese a que la oposición denunció la existencia de numerosas irregularidades en unos comicios marcados por la ausencia de observadores internacionales, el conocido como general Neva fue ratificado como ganador por el Tribunal Constitucional el 5 de junio. Su toma de posesión está prevista para el 20 de agosto.